Hoy verdaderamente no estoy de humor. De eso todos mis compañeros de trabajo se dieron cuenta al verme llegar y poner en su lugar al grupito de chismosos, quienes hablaban idioteces de mí, pero muy sabiamente callaron y no han vuelto a mencionar una sola palabra. Estoy irritable, pero prefiero eso a sentirme emocionada al saber que yo si le gusto a Dominick y luego bajarme de un solo golpe porque no podemos estar juntos.
Hoy hay mucho movimiento en el lugar, lo que me distrae de mis constantes pensamientos. Me enfoco en hacer lo que mejor se; cocinar. Los pedidos llegan y llegan y siento que las horas corren lentas mientras atendemos de aquí allá los pedidos. Preparar platos deliciosos y rápidos es un verdadero arte.
Cuando mi jornada termina suspiro cansada y me siento dejando caer la cabeza en la mesa. Necesito llegar a casa y dormir, estoy agitada. Mis planes se arruinan cuando veo al señor Joseph pasear su mirada por el lugar hasta encontrarme, me sonríe y me llama.
Con el pesar de mi alma me pongo de pie y camino siguiéndolo hasta su oficina, donde desgraciadamente se encuentra su sobrino con algunos documentos en mano. Levanta la mirada al escuchar la puerta cerrarse y le sonríe a su tío, luego parece algo consternado de verme aquí.
Dominick va en su traje, pero su cabello esta alborotado dándome una idea de que ha estado pasando la mano por su pelo una y otra vez.
Uhmm, que tentadora imagen.
A pesar de que, como siempre se mira hermoso, puedo ver el cansancio y las pequeñas bolsas bajo sus ojos. Su cara un poco pálida y una sonrisa débil proyectada en mi dirección. Le sonrío débilmente devuelta y espero a que su tío hable para largarme bien lejos de este hombre y evitarlo por todos los medios.
—¿Para qué me necesita señor Joseph?—pregunto sintiéndome observada por cierto hombre ardiente que pasea de vez en cuando su mirada por mi cuerpo.
—Oh Breanna, ven, siéntate—dice y pone una mano en mi espalda encaminándome al sofá—siento interrumpirte Dominick, pensé que te habías ido—Dominick hace una seña restándole importancia a eso.
—Descuida tío, olvidé algunas cuentas y por eso regresé—Joseph asiente con su sonrisa tranquila.
—Bien, Breanna—me mira—pronto estaremos en el aniversario del restaurante, quiero hacer una celebración. Quiero cocinar ese día para todos, pero como pueden ser muchos bocadillos pido tu ayuda, los aperitivos solo es preparación, para que no te encierres en la cocina y así ambos disfrutar de esto. ¿Qué me dices?—sonrío en su dirección.
—Claro, encantada con eso. Siempre es un placer cocinar junto a ti Joseph—él asiente.
—Como recompensa, invita a esa morena hermosa que tienes de amiga. Lamento que nunca recuerde el nombre—dice avergonzado.
—Alice—le digo con tranquilidad.
—Ella, puedes decirle que venga en pareja. Tú consigue algún novio que presentarme cariño, hace tiempo no te veo con nadie—dice guiñándome un ojo. Sonrío divertida y nos sobresaltamos al ver como a Dominick se le cayó una grapadora.
—Lamento interrumpir—dice tomándola y dejándola en la mesa nuevamente.
Miro a Joseph de nuevo. Suspiro y pienso quien podría acompañarme.
—No es un novio, pero creo que tengo la persona indicada, de hecho, le debo una salida formal—digo divertida. Otra vez se cae la grapadora. Joseph frunce el ceño mirando a su sobrino, quien no se disculpa esta vez, simplemente toma la grapadora de mala gana y la coloca en el escritorio de mala manera—alguien ha tenido un día de mierda—murmuro bajo tratando de que nadie me escuche. La risa de Joseph me confirma que mi cometido, no fue logrado.
—Todos tenemos nuestros días—dice con tranquilidad mirando de reojo a su sobrino, quien parece tener un humor de perros hoy.
—Sí, eso parece—muevo algo nerviosa las manos en mi regazo.
—Bueno, eso es todo, Breanna. Te dejo para que vayas a descansar, pareces que has tenido un día muy largo—le regalo una pequeña sonrisa.
—Estoy agotada—me pongo de pie y él hace lo mismo.
—¡Cierto!—dice alto Joseph sorprendiéndome—mamá estará viniendo en una semana—dice en dirección a Dominick. Si la furia era evidente en su rostro, ahora parece que quiere estallar. Creo que es mi momento mágico de salir de aquí.
—Bueno, me retiro, buenas noches—salgo disparada lejos del pecado en cuerpo de hombre.
Me despido de mis compañeros y tomando mis pertenecías salgo del lugar con un suspiro. Cansada llego a casa con el pensamiento de que las cosas están mejores de esta manera, lejos el uno del otro.
***
Jhon acepta la salida y Alice invita a Aarón ya que igual él iba a ir. Justo ahora estoy bebiendo una copa de vino mientras Patricia habla de los vestidos de damas de honor, los cuales ni he mirado. Veo movimiento y frunzo el ceño. Cuando la voz de una mujer mayor se escucha con claridad en el lugar aparece Dominick con cara de demonio y Patricia palidece.
Todas giramos intrigadas por la situación y una mujer en un elegante traje amarillo pálido, de pelo rubio recogido en un moño elegante y un maquillaje muy propio de una mujer mayor aparece en escena. Esta señora posee unos increíbles ojos verdes que me recuerdan a Amanda. Sus labios en una mueca mirando todo como si le pareciera mal. No entiendo quién es esta señora frente a nosotros.
—Patricia, ¿no crees que ese vestido es muy corto? No eres una ramera así que cámbiate a algo más apropiado—los labios se me separan al escuchar su voz que detona todo, menos cariño. Patricia finge la sonrisa del año mirándola nerviosa.
—Señora Vlad—murmura y caigo en cuenta de que esta es la abuela de Amanda y Dominick. La señora la ignora y camina. Unos hombres entran y suben muchas maletas al piso superior. Ella navega su mirada por el lugar y su cara se arruga más mientras nos mira.
—Ya veo por qué andas como ramera, todas se visten así—comenta con desaprobación. Las mejillas de Patricia se ponen rojas y yo miro a la maleducada señora que parece alguna reina antigua con esa mirada altiva.
Editado: 21.11.2024