Sonrío mientras hablo con Joseph, él me encanta. Es divertido, coqueto y muy atento con las mujeres, pero nunca llega a pasar sus límites, es todo un amor. La señora de este hombre es bendita entre todas las mujeres, se ha ganado un partidazo, como quisiera yo que mi padre y mi madre consiguiesen parejas así, que los complementen como Rebecca complementa a Joseph.
Hoy estamos trabajando en los platillos de esta noche, es temprano y puedo decir que cada vez que estamos en la cocina juntos mi corazón de fan loca late como desquiciado. Joseph es todo lo que está bien en este mundo.
—Breanna—me llama luego de un momento de silencio. Miro su rostro cubierto por el cubre boca que utilizamos al momento de cocinar—¿pasa algo entre mi sobrino y tú?—pregunta con curiosidad.
Uhg, ¿Cómo decirle que me gusta mucho su sobrino? No puedo, pero no me gusta mentirle tampoco, Joseph es genial conmigo. Al menos intento poner mi granito de arena.
—Nada importante, solo roces de personalidades distintas—respondo con suma tranquilidad.
Él me observa con atención. Sus ojos verdosos me observan de una manera que me recuerda a Amanda cuando quiere sacarme información de algo. Luego simplemente deja pasar el tema y me comenta unas propuestas que le han estado llegando. Nunca entenderé que vio él en mi o qué de bien hice para ganarme esa confianza tan bonita que deposita en mí.
Palidezco recordando algo. Mierda, joder y más mierda.
—Maldición—mascullo.
—¿Ocurre algo?—cuestiona mi jefe y niego con la cara de un angelito.
Claro que ocurre algo. ¡Yo insulté a su madre! Maldita sea mi bocota y ganas de contestarle a todo aquel que me hable en un tono nada agradable. Si esa señora descubre que trabajo con su hijo, próximamente solo tendré un despido seguro. ¿Por qué no puedo permanecer calladita?
Calladita te ves más bonita.
Esas palabras siempre las decía mi madre cuando me metía en problemas. Sigo con la preparación de bocadillos y pronto Joseph incluye un nuevo tema que nos tiene entretenidos en lo que pasan las horas. Lo disfruto realmente.
***
Miro mi cuerpo y sonrío. Un especular vestido negro lo adorna. Un escote discreto en forma de V, mis curvas se ven espectacular al ajustarse bien a ellas. Las pequeñas tiras del vestido en mis hombros lo hacen lucir elegantes. Adorno mis orejas con unos pendientes de plata que caen en diamantes pequeños. Mis piernas adornadas con unos tacones blancos con piedras plateadas en toda la correa. Mi cabello es una cascada de ondas sueltas por toda mi espalda y un maquillaje discreto, pero mis labios en un rojo al fuego vivo.
Ardiente.
Esa es la palabra que utilizaría para describir como me veo. Tomo mi bolso plateado y salgo encontrándome con Aarón y Alice en la sala riendo. Ella tiene un vestido rojo que se ajusta a su proporcionado cuerpo mientras Aarón va en un traje que le sienta espectacular.
—¿Qué tal?—pregunto dando la vuelta y ellos me tiran unos cuantos piropos que me hacen reír divertida.
—Se te cayó algo—me dice Alice y frunzo el ceño mirando el piso en busca de eso—la envoltura bombón—ruedo los ojos divertida con ella.
—¿Quién te enseñó eso?—pregunto.
—Aarón—lo señala y el nombrado la mira mal—así fue como me tiró el ojo, es un descarado—dice riendo.
—Estaba un poco borracho ese día Alice, deberías superarlo—ella le sujeta las mejillas divertida.
—No quiero—chilla divertida mirándolo. Por un momento ambos se quedan mirando en silencio, pero el timbre suena haciéndolos volver al mundo donde yo solo los miro.
—Yo abro—anuncio. Cuando abro la puerta me encuentro un hombre muy guapo en mi puerta.
—¿Acaso me confundí y esta no es la casa de Breanna?—pregunta Jhon sonriendo divertido hacia mi mientras me repasa—estas preciosa, vaya, muy guapa—halaga y lo señalo.
—Tú no te quedas atrás, estas que ardes—él ríe y se acerca a besarme la mejilla.
Su cabello negro va perfectamente peinado haciendo que sus ojos verdes se vean más claros. Su cuerpo en un traje. Ah, qué lindo es Diosito que me deja presenciar a hombres ardientes todo el tiempo.
Ambos entramos a mi hogar y al ser la primera vez que esta aquí observa todo, hasta que da con mis dos acompañantes. Alice lo saluda con una sonrisa, pero la sonrisa de Aarón cae al mirarlo. Ambos, mejor dicho, dejan de sonreír mirándose. Frunzo el ceño cuando Aarón lo hace.
—Jhon, él es...
—Se quién es—dice recuperando su sonrisa—mucho tiempo sin vernos, Aarón—murmura con tranquilidad.
—No sabía que eras su acompañante—masculla entre dientes, pero luego sonríe—es bueno ver que estas bien, pero no creo...
—¿La fiesta es...?—deja la pregunta a medias. Alice y yo aquí estamos como que sobramos en la conversación a medias, pero que ambos entienden.
—Sí, ¿no lo sabias?—él niega.
—No, lo siento Breanna, es mejor que yo no te acompañe—dice mirándome. Abro los labios con sorpresa—No sabía que Dominick estaría, lo último que quiero es que discutamos como siempre—me cruzo de brazos molesta.
—Simple, no lo mires. Eres mi amigo y te invité, Dominick que se aguante—enredo mi brazo en el suyo—gracias por la compañía, nos vamos—Alice se adelanta cuando salimos y cierro la puerta.
Los cuatro en silencio bajamos en el ascensor. Al llegar miro el coche y Jhon sonríe mientras me abre la puerta. Entro y lo veo rodear para subir. Vemos como Alice y Aarón se adelantan.
—Ojalá no terminar peleando con ese idiota—murmura poniendo el coche en marcha.
—¿Por qué deberían pelear?—pregunto al escucharlo, él sonríe y me mira un momento antes de mirar la al frente.
No preguntar, bonita forma de mandarme a callar.
Él enciende la radio en lo que resta del camino, por lo que solo pierdo la vista a las calles que vamos dejando atrás mientras avanzamos por ellas. Una canción pegajosa suena y no sé de donde me se la letra, pero termino cantando.
Editado: 21.11.2024