La venganza es dulce como Breanna

Capítulo 29

Me miro una vez más en el espejo del auto antes de bajar de el animándome en que todo saldrá bien. Ayer fue un buen día que pase con mi familia, mi mejor amiga, una adolecente encantadora y el hombre que roba prácticamente mis suspiros, pero hoy debo hacerle frente a la situación donde no se si seré despedida. No le he mencionado nada a Dominick sobre que hoy Joseph dirá si me quedo o me voy, adoro a Joseph porque es una persona que admiro y una persona que ha creído en mi dándome su apoyo, su confianza y dejándome crecer en lo que amo, pero si él me despide me sentiré realmente decepcionada. Los problemas que tengo con su madre son fuera de mi lugar de trabajo.

Con un fuerte suspiro abro la puerta del restaurante y camino saludando a algunas personas. Dos horas antes de que mi turno nocturno comience, claro que eso si no me echan fuera del trabajo. Sonrío ordenándome ser positiva antes de llegar a la puerta del despacho de Joseph y tocar con suavidad. Me quedo quieta escuchando pequeñas risas antes de que la puerta sea abierta y la cariñosa sonrisa de Joseph aparezca. Él besa de manera de saludo mi mejilla antes de dejarme pasar.

Ingreso sonriéndole para que mis ojos se enfoquen en Dominick quien se encuentra tecleando en una laptop que permanece sobre el escritorio. Él levanta la mirada y me nota, la pequeña sonrisa en sus labios hace que mis piernas tiemblen y que mi corazón lata como loco. Todavía no me acostumbro a la manera en la que parezco volverme agua cerca de él.

Aclaro mi garganta viendo como repasa el jean que llevo junto con una blusa manga larga que se ajusta a mi delgada figura color azul claro. Joseph se aclara la garganta y los ojos de Dominick se separan de mi cuerpo para mirar a su tío. Asiente hacia él y Joseph me invita a sentarme con la mirada. Lo hago frente a Dominick y Joseph ocupa el otro sillón al lado de mí. Me encantan esos ojos grises que me miran con afecto.

—Breanna, me alegra tenerte aquí—habla Joseph obteniendo toda mi atención—tuve una pequeña charla con mi socio—señala a Dominick—quiero decirte que solo te pedí algunos días libres porque mi madre parecía histérica viniendo aquí en tu busca y para evitarte el mal rato te pedí que no asistas—asiento comprendiendo de a poco la situación—nunca ha estado peligrando tu puesto aquí—eso me hace abrir los ojos y Joseph sonríe divertido—haz demostrado en el tiempo que llevas empleando que eres una mujer muy capaz y que profesionalmente crecerás mucho.

>> Sabes que eres una de las mejores aquí y eso ha sido porque llegaste sabiendo, pero aun así nunca te negaste a escuchar consejos y en vez de entrar creyendo que eras la mejor, llegaste como una estudiante más, aprendiendo todo lo que estaba dispuesto a enseñarle a ustedes. Espero que desde hoy te reincorpores porque no tenerte en la cocina se ha hecho sentir—sin poder evitarlo abrazo a Joseph quien ríe y me devuelve el abrazo como puede.

—Gracias Joseph—susurro y él besa mi frente.

—Felicidades Breanna—habla Dominick y yo sonrío con alegría.

—Creo que ustedes dos me han estado dando un susto de muerte, podían avisarme sobre lo que estaba pasando—Dominick sonríe.

—¿Y perderme la parte divertida?—él niega—la cara que traías vale millones—ruedo los ojos.

Voy a darle un buen insulto cuando recuerdo que Joseph aun nos está mirando por lo que simplemente le sonrío. Joseph nos observa con curiosidad y yo juego de manera distraída con mis dedos sobre mi regazo. Dominick se reclina en su asiento y me da una lenta y sensual sonrisa, de verdad que deben penalizar esa sonrisa porque es un jodido delito. Parpadeo un poco sintiendo mis mejillas un poco rojas, pero no de la vergüenza, porque al parecer la vergüenza no forma parte de mi vocabulario, sino por todas las imágenes perversas que se forman en mi mente. Lamo mis labios con suavidad y el ambiente para nosotros es tan único que siento como si brotaran chispas de nuestros cuerpos. Es Joseph quien rompe el momento aclarando su garganta y haciendo que mis ojos se aparten de Dominick para mirarlo a él.

—Puedes incorporarte hoy mismo. Necesito tu ayuda en algo, ¿puedes o tienes algo que hacer?—pregunta y sonrío con suavidad.

—Puedo ayudarte—él se levanta acomodando su camisa.

—Bien, iré por unos documentos y vuelvo—él nos mira antes de negar con una sonrisa y alejarse hasta cerrar la puerta. Me quedo mirando el lugar por donde se marchó para luego girar hasta Dominick y darme un susto de muerte al verlo parado frente a mi silla. Me levanto y de inmediato él me toma del cuello para unir nuestros labios en un delicioso beso.

Mis manos van a sus mejillas encantada como siempre por la manera en la que parezco volar cuando sus labios besan los míos. Pienso que será un beso corto, pero Dominick muerde mi labio inferior para luego lamerlo y hacerme ladear la cabeza para besarme al ritmo que él quiere llevar. Entusiasta me pongo al día dejándolo guiarme, para que su lengua navegue en mi boca de manera encantadora para unirse a la mía en una danza exquisita.

Me da pequeños besos antes de separarse y sonreírme un poco, de manera inevitable le devuelvo el gesto escuchando su suspiro y como su cálido aliento me acaricia los labios. Dominick acaricia con su nariz mi mejilla de una manera tan dulce que me hace sonreír.

—Quiero llevarte a casa esta noche, ¿puedo?—cuestiona y asiento—¿todavía te duele?—pregunta señalando mi brazo.

—No, ya estoy bien, deja de preocuparte—él asiente y de manera distraída con sus dedos da masajes leves en mi cuello haciendo que mis parpados caigan un poco.

—Me es inevitable hacerlo—asegura y sonrío abrazando su cintura con mis manos.

—Cierto, vine en mi coche—él hace una mueca y sonrío—otro día te sale el ser mi caballero cuando esté en apuros—su vista baja a mi rostro para darme un leve beso.

—Arruinas mis momentos románticos Breanna—ruedo los ojos y él peina mis cejas con sus dedos.




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