Dominick
Alemania me recibe por la mañana y aspiro el aroma de mi país natal con fuerza. Una pequeña sonrisa se posa en mis labios escuchando como mi idioma natal es entonado. Jhon baja más atrás y camina a mi lado para adentrarnos al coche que nos espera. Cuando el coche se pone en marcha no puedo evitar sacar mi teléfono queriendo marcarle a Breanna para saber si se encuentra bien, pero a última instancia niego y lo adentro en el bolsillo de mi chaqueta. Breanna no necesita saber que solo tengo muchos problemas últimamente.
Breanna.
La hermosa castaña de lengua peligrosa que no hace más que enloquecerme. La misma mujer que pone mi mundo de cabeza con su sola presencia, ¿y cuando sonríe? Creo que soy el hombre más afortunado del mundo por hacerla sonreír.
Ayer golpee a ese bastardo por lo que mis nudillos tienen la evidencia de ello, cada que recuerdo a ese jodido infeliz mi sangre circula con más fuerza y las ganas de destruirlo aparecen, porque nadie puede tocar a Breanna. Nadie puede tocarla, nadie puede lastimarla y recordar las marcas en su brazo hizo cosas locas con mi razón porque cuando lo visualicé en mi campo de visión solo quise terminar de destrozarlo y romperle cada dedo para ver si conmigo se hace el machito.
Cuando Jhon me notificó que debíamos hablar no pensé que una conversación conllevó a que saliera rápidamente del país junto a él, pero todo se traduce a que la familia de Nataly me están jodiendo los negocios. No puedo creer que después de años ellos sigan detrás de mí, porque si, aun me siento en parte culpable porque yo estaba haciendo infeliz a Nataly, pero tampoco dejaré que ellos quieran verme como el autor intelectual de las desgracias de su hija. ¿Cómo se supone que ellos piensen que la dejé caer? Siempre le di mi mano a Nataly para que no caiga aun cuando yo podía hacerlo porque todo lo que quería era la felicidad de ella, solo eso.
Nataly significaba mi mundo completo, la amaba como pensé que no se podría amar a una mujer, no fue un amor alocado de ese que te hace cometer idioteces a cada momento. Más bien fue un amor tranquilo que me hacía sentir que estaba en el lugar correcto, un amor que fue construyéndose desde nuestra adolescencia hasta nuestra adultez. Un amor que fue cambiando de intensidad conforme pasaban los años. Un amor que me regaló la ilusión de ser padre, pero también fue un amor que me hizo caer en lo profundo cuando vi que de pronto se extinguió tan rápido.
Nataly siempre tendrá parte de mi corazón, ya no de la manera romántica que antes lo tenía. Ahora la recuerdo como mi primer amor de verdad, una persona que me regaló momentos hermosos, trato de apartar los recuerdos grises porque hay más momentos felices que no quiero empañar con la oscuridad con la que terminó ese amor tan bonito que tuve junto a ella.
—¿Sabes que harás?—la pregunta de Jhon en mi lengua natal me hace girar a mirarlo. Porque Jhon por mucho tiempo recibió solo mi odio, pero no me dejó volar solo porque él no sabe lo que pueda yo causar.
Creo que tanto mi abuela como Amanda junto a Jhon pensaron que al pisar Alemania iba a caer en una depresión, pero estos años en tratamiento y terapia me han servido, tal vez yo realmente necesito enfrentar mi pasado para mirar de manera única mi presente. Un presente que cada día que pasa me gusta más, la relación con Amanda va cada día mejor, casi nos puedo visualizar como antes, como esos hermanos inseparables. Ella siendo una mocosa llorona que siempre se refugiaba en mí y yo un hermano sobreprotector que siempre va a querer lo mejor para ella.
—Por ahora evitar que Breanna me corte el pene—murmuro bajo para mí mismo, pero él me escucha y comienza a reír fuerte haciendo que el conductor nos mire por el retrovisor y luego continúe mirando al frente. Le pongo mala cara a Jhon que se detiene de reír—¿Qué es tan gracioso?—cuestiono y él se relaja sin perder la sonrisa molesta de sus labios.
—Que la creo realmente capaz de hacerte eso—me estremezco porque sé con qué clase de loca me estoy metiendo y Breanna tiene una mirada que me hace saber que en algunas ocasiones su lado sádico no parece juego—pero lo que me da más gracia es verte temerle a una chica tan pequeña a tu lado—dice.
—No la has visto molesta—es todo lo que digo para guardar mi orgullo porque si, Breanna cabreada no es algo bonito de ver. Además, un día la vi patear las bolas del bastardo que tiene por ex.
—Bueno, la vi ser una súper boxeadora dándole una paliza a Patricia—eso me hace mirar por la ventana al recordar lo que sucedió luego de eso.
Como tuve el placer de besar su cuerpo, lo sensual que se veía a la expectativa de lo que haría, los maravillosos gemidos que soltaba, joder. Trato de no seguir ese ritmo de pensamientos porque lo último que quiero es tener una jodida erección frente a mi chofer y Jhon. Cierro los ojos y trato de no pensar en la manera en que me gusta Breanna Miller y qué tanto me gustó regalarle un orgasmo ese día.
—Sí, es una fiera cuando se enoja—digo dejando caer la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
—Te gusta mucho—giro el rostro para ver a Jhon—ella me encanta, pero te me adelantaste—se encoge de hombros y yo lo miro serio.
—Sí, espero que no intentes algo, porque soy capaz de todo por ella—él levanta las manos en señal de rendición.
—Me doy cuenta, ¿es por ella que estás aquí en Alemania?—pregunta y suspiro rodando los ojos—ya la familia de Nataly sabe de ella, esa es la razón por la cual volaste con tanta urgencia, ¿me equivoco Dominick?—no digo nada porque tiene razón. Sé que la familia de Nataly había enviado a alguien a investigarme y llegaron a Breanna.
Sé que esa familia no tomó bien la muerte de Nataly, es por eso que sé que no están muy bien y en el momento en que alguno de ellos se atreva a molestar de alguna manera a Breanna me pondré algo loco y las cosas pasaran de un simple hablar. No dejaré que le jodan la vida a Breanna, ella no tiene nada que ver en todo el drama que tenemos nosotros.
Editado: 12.12.2024