La Vida En Un Suspiro

¿El capitán Nemo no existe?

    ''No pude tomar los limones para el pie de Makayla''. Respondió Kate.

    ''Has hecho bien. Nos colgaría en un árbol de las orejas.'' Arqueé las cejas. 

     ''YO no pude tomar los limones''. Era inusual que mi hermanita acentuara pronombres. Me preguntaba qué escondían sus ojos traviesos.

     Se desplazó hacia las escaleras haciendo un agraciado cabriole. 

     Para su fortuna, Katherine había heredado la figura ligera de mamá y la elasticidad del cuello de una lechuza. Si yo hubiera intentado realizar ese movimiento habría caído al piso de madera como un desafortunado batracio aplastado.

    Aguardé a que Katherine terminara de subir los escalones y luego fui hacia el ático.

    Una vez allí vi una escena que me transportó a la Inglaterra de Charles Dickens: dos pequeños niños huérfanos haciéndose cargo de los quehaceres que le correspondía a los adultos. Kate intentaba disponer las sillas con sus respectivos escritorios ''¡Esto es muy pequeño!'' se quejó al intentar acomodar su abultado trasero en una de las sillas. Al parecer esta huerfanita comía más que avena con agua a diferencia del pobre Oliver Twist. ''¿Crees que debemos cambiar el mobiliario, Lady Haze?'' Preguntó Tony con una encantadora vocecita de caballero inglés. ''Todo esto apesta y ya nisiquiera tomamos clases.'' Kate encogió los hombros.

  ''Así que invertí casi toda una mañana limpiando muebles que esta pequeña mocosa considera basura.'' Pensé para mí misma. Puse las cosas en perspectiva y Kate tenía toda la razón. Este lugar ya no era un salón apropiado para dos niños que crecían más rápido que la creación de nuevas máquinas para reemplazar a los hombres. ''Antes de tomar la nieve derretida que trajo Lord Haze bajaremos todos estos muebles para que  sean distribuidos a los esclavos que tengan hijos, ¿están de acuerdo?'' sugerí. ''No hay muchos.'' dijo Tony con un tono melancólico.

 Fui hacia mi angelito sentado sobre el tambor. Tomé sus manitas. Las miré detalladamente. Sus uñas eran una calamidad. ''¿Quisieras que hubiera más niños?'' pregunté.

  Bajó la mirada.

  ''Mami había prometido que intentaría darme un hermanito para jugar con él. Tú y Kate son niñas.'' Sollozó. Gotas de vinagre eran arrojadas a mis ojos sin misericordia.  ''Te podemos poner vestidos y pelucas de las que tenía mamá para sus fiestas de disfraces.'' dijo Kate mientras se acercaba a nosotros. Abrazó a su mellizo. Los abracé con las pocas fuerzas que me quedaban después de tanto limpiar.

  A pesar de haber compartido el mismo vientre, Kate y Anthony no compartían el mismo temperamento; mientras que Katherine era, aparentemente, más fría y calculadora; Anthony, era un ser de puro corazón. Sin embargo, ese vínculo irrompible hacía que sus particulares formas de ser, cambiaran automáticamente cuando alguno se encontraba en dificultades. Por ejemplo, cuando Katherine no comprendía algún problema aritmético, Anthony hacía de este algo fácil de entender simplificando los enunciados y, cuando Anthony mermaba en su estado anímico, Katherine le confortaba con una muestra espontánea de afecto como un abrazo u ofreciéndole su postre.

   A veces cuando quiero escaparme de esta prisión de sedas finas cierro los ojos y traigo a mí el aroma del césped y la tierra después de una generosa lluvia. Con esos aromas, vienen vívidas escenas de estos momentos con mis hermanitos. Percibo la esencia de manzanilla de sus rubias cabecitas, siento sus cuerpecitos tibios, veo sus manitas sucias y oigo esas vocecitas de soprano que no tienen miedo de decir lo que piensan. Un grito silencioso desesperado sale disparado a dondequiera que estén.  ''Propongo entonces que removamos todo el mobiliario, excepto el gran escritorio''.

  ''Señoritos he traído los limones.'' La voz de Zion interrumpió nuestro abrazo infinito.

  Tony se escabulló entre los brazos de Kate y los míos.

  ''Buen hombre has ganado un lugar en este círculo secreto por tu noble gesto.'' Tony seguía imitando el acento inglés. ''¡Ya deja de hacer eso!'' Kate tapó sus oídos con sus manos.

  ''El nuevo tutor es inglés. Quiero que me entienda cuando hablo.'' Se justificó Tony imitando la voz de Kate.

  ''¿Zion cómo has podido tomar los limones sin caer preso?'' pregunté.

  ''Esperé a que Makayla saliera de la cocina en busca de alguien a quien culpar por la pérdida de su más preciado cuchillo el cual escondí en una cesta de pan.'' Zion parecía orgulloso de ser cómplice de los pequeños traviesos.

   Con sus fuertes manos, Zion destrozó unos diez limones y los echó en el balde lleno de nieve medio derretida. Kate y Tony  agitaron el recipiente enérgicamente.




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