Oigan, la semana se pasa rápido. Ya era jueves y mis amigos y yo estábamos contentos de que llegara ya el día siguiente para ir a explorar a nuestro lugar favorito: un bosque con un lago y muchas cosas misteriosas por descubrir.
Reunidos en la cafetería del colegio, hablábamos de lo ansiosos que estábamos. De repente, vi que Nataly venía hacia nosotros; ahí mismo me latía el corazón cuando la veía.
─Hola, chicos, ¿cómo están? ¿Están ansiosos por ir mañana a explorar? Yo sí ─afirmó Nataly ansiosa.
─¡¡Sííí!! ─gritamos todos y medio colegio nos escuchó en la cafetería.
─Chicos, nos están mirando ─apuntó abrumada.
─Aquí no hay nada que ver, vuelvan a sus cosas—regañó Erick muy nervioso; pero lo bueno fue que ya no nos pusieron atención.
─Chicos, eso estuvo muy vergonzoso ─intervino Steve.
─No, a mí me pareció... ¡FABULOSO! ─¿Qué? Alan está loco.
─Alan, si ni siquiera dijiste tú nada. Estabas concentrado jugando con tus muñecos, no sé, de acción, y no sabes de qué estamos hablando ─protesté.
─Puede ser, tun, tun, tun... ─dijo cantando.
—¿Okay?—interrumpió Nataly—. Bueno, chicos, entonces estamos preparados para mañana y como que ya sonó la campana; después nos vemos. Bye.
─Chao ─dijimos al mismo tiempo.
Pasaron todas las clases y terminó la escuela. Hablamos un poco afuera y cada uno se fue a su casa, porque estábamos ansiosos por el día siguiente.