—¡Llegamos! ¡Llegamos a nuestro hogar! —hablo saltando emocionado, dándome cuenta de que ya estamos en el bosque.
—¡Sííí! ¡Wujuu! —habla Alan alzando un brazo, demostrando victoria y luego agranda su sonrisa.
—Sí, aunque voy a extrañar ese mundo y sus criaturas tan raras; como PajaArdilla, Ossian, mitad gato y mitad conejo, los árboles que hablan. Todo fue estupendo— aseguró Steve.
—Sí, estoy de acuerdo. Al final, tuvimos una aventura— digo contento y más relajado.
—Sí, sí, chicos. ¿Saben dónde está Nataly? —preguntó Erick alejándose de nosotros y mirando para todos lados—. Estaba aquí hace un momento y ahora ya no.
—¡Otra vez perdida! Esta chica algún día me va a provocar un infarto —dijo Steve un poco gracioso.
—Sí, pero bueno, hay que ir a buscarla.
Fuimos todos en busca de Nataly otra vez y nos separamos, cada uno por un lado.
Cuando iba caminando en busca de Nataly, encontré algo muy curioso en el piso y que brillaba de colores. Antes de cogerlo, escuché un grito que decía: «¡Oigan, aquí está!». Corrí directo hacia donde se había oído el grito y encontré a Nataly tirada en el piso, acariciando un conejo blanco con manchas cafés y negras; y alrededor de ella, volaban unas mariposas.
—La encontré aquí. Me dijo que quería curiosear un poco el bosque y que se encontró a este conejo. —Steve señaló a donde está sentada.
—Gracias por gritar. —Le toqué el hombro.
—Bueno, ya que la encontramos, podemos volver a donde tenemos las cosas —propuso Erick.
—No, no quiero volver. Es que está muy lindo este conejito.
—Se levantó rápido con el conejo en sus manos.
—Bueno, quedémonos un rato por aquí para investigar más sobre este bosque.
—¡Sííí! Gracias, lindo. —Me dio un beso en la mejilla.
~*~
—Oye, Bruce, ¿qué tienes en esa mano? —preguntó Steve mientras señalaba al darse cuenta de lo que tenía en mi mano.
—Ah, esto lo encontré cuando estaba caminando por ahí y me dio curiosidad.
—Ven, déjamelo ver. —Le di el objeto extrañó a Erick. Cuando lo cogió, empezó a brillar y todos miramos directo hacia él.
—¿Qué fue eso? —dijo Steve.
—No sé —digo confuso.
—Hay que averiguarlo. —afirmó Alan, alzando un dedo de su mano, seguro de lo que acaba de decir.
—Ay, por favor, Alan. No juegues, esto es serio... Espera, ¿qué dijiste? —preguntó Erick.
—Lo que dijo Alan es cierto. Hay... —Steve se detuvo para que siguiera la oración.
—Hay que ir a averiguar, ¡todos! ¿¡Están listos para otra aventura?! —grité emocionado.
—¡Sííí! —Todos gritaron al mismo tiempo, emocionados, y fuimos corriendo juntos hacia lo inexplicable.