La voz de tu corazón

Confesión

Era casi medianoche cuando regresaron a la casa. Naomi fue la primera en darse un baño de inmersión para aflojar la tensión acumulada durante el día, y después de cuarenta minutos salió, pero, antes de encerrarse en su cuarto, tuvo la delicadeza de despedirse de Elian. Él también le deseo buenas noches y esperó a que Naomi se fuera a descansar para bañarse mientras intentaba acomodar sus ideas.

Sumergido en el agua, Elian reconocía que se había comportado de forma distante, pero no lo había podido evitar. Cuando algo no lo hacía sentir bien tendía a aislarse para no lastimar con comentarios de los que luego se arrepentiría. Sin embargo, lo que Gianluca le había dicho giraba en su cabeza: "Tú ya lo hiciste".

Parecía la voz de la conciencia que le recalcaba lo mal que se había comportado delante de Naomi, al dar una mala impresión. Si no quería arrepentirse de lo que podía llegar a pasar, debía pedirle disculpas antes de que fuera tarde. Respiró hondo para aguantar la respiración debajo del agua, pero el enojo consigo mismo lo hizo salir repentinamente de la bañera, para agarrar la bata de baño y encaminarse hacia el cuarto de Naomi.

Al llegar a la puerta se detuvo en seco al escuchar que Naomi hablaba con alguien. Con cuidado se acercó para que nada se le escapara. Sabía que estaba mal, pero lo podía más la curiosidad de saber lo que hablaban.

—Estoy muy segura de lo que te digo, Amelie. —Se encontraba hablando a través de una videollamada desde su celular—. Lo hice enojar... Si vieras lo serio que está, me darías la razón.

—Pero no creo que sea por tu forma de ser...

—Lo es... Hoy cambié de humor a cada rato.

—Es normal no tener las mismas emociones todo el día, Naomi. Tranquilízate, ¿quieres?

—¡No puedo! —se lamentó sacudiendo la cabeza de un lado a otro.

—Naomi, la solución la sabes muy bien, ¿no? El día que puedas superar tu pasado, te resultará mucho más fácil hablar y ya no tendrás que mentir u ocultarlo. Aparte te hará sentir mejor que más personas sepamos sobre ti. Tienes que confiar. Lo hiciste conmigo, con tu mamá, con el jefe. ¿Por qué no lo harías también con Elian? Seguro ahora debe estar preocupado si te vio a punto de llorar.

Del otro lado Elian apoyó la oreja contra la puerta al escuchar algo tan importante.

—Pero... no es tan fácil como parece... Es una herida que no puede sanarse.

—Lo sé, pero es que no quiero dar lástima delante de él.

—No es dar lástima, sino buscar el apoyo en los demás para no cargar sola con el problema.

—¡Me encantaría ser más abierta!

—Entonces empieza a serlo de a poco. Luego verás que no podrás parar —dijo en broma para que se aflojara.

—Te necesito aquí conmigo, Amelie —confesó con anhelo.

—Es mejor que por ahora esté lejos, así puedes aprender a desenvolverte mejor con otras personas. —Hizo una pausa—. Ahora me gustaría saber cuál es el segundo problema que te quita el sueño.

—Tiene que ver con una carta que Gioia me escribió. Hay una frase que me llamó mucho la atención.

—¿Por qué? ¿Qué decía?

—Que la primera vez que me escuchó cantar fue hace mucho y me da a entender que yo era pequeña. —Hizo una pausa y esperó que Amelie se diera cuenta lo mismo que ella había notado.

—¿Y qué hay con eso? —No lograba descifrar a lo que quería llegar.

—¿Cómo puede ser que me haya escuchado si Elisa me dijo que yo ni siquiera salía de mi casa? Y después estuve en el hospital, inconsciente...

—Tal vez sea una forma de decir... o sea parte de los recuerdos que olvidaste. —Amelie logró entender a lo que se refería Naomi, por lo tanto, trataba de encontrarle la vuelta.

—Puede ser... En la carta Gioia hablaba como si de verdad me conociera desde hace tiempo. ¿Tú lo conoces?

—La verdad que no mucho. Solo de vista. ¿Hablaste con Elian para saber de él?

—Lo intenté..., pero ya sabes el resto de la historia.

—Entonces, si quieres obtener respuestas, comienza a responder sobre las dudas que tengan de ti. Será un intercambio muy interesante.

—Me da miedo saber quién puede ser Gioia... Si tiene que ver con mi infancia, son malas noticias.

—No es cierto. Partes buenas también tiene. Me gustaría que me mandes una copia de la carta para tratar de conocerlo.

—Está bien.

Una vez que Naomi terminó de conversar con Amelie, Elian se retiró a su habitación a cambiarse y con miles de preguntas más en su cabeza. Solo una mínima parte de las dudas había sido aclarada. Por un lado, se daba cuenta de que Naomi no le había mentido ni exagerado al decir que pocas personas la conocían bien, además de que su pasado no era fácil luego de haber escuchado que de niña había estado cautiva en su casa. Sin embargo, algo no le cerraba. ¿Qué tenían que ver los padres con su malestar? Naomi había hablado en plural cuando angustiada cuestionó la actitud de su familia, pero, cuando hablaba de Elisa, su mamá, lo hacía de buena manera.

Se tiró sobre la cama a mirar el techo, mientras buscaba darle una lógica. A pesar de todo el lío, Amelie había dicho algo que lo dejaba un poco tranquilo. Naomi debía sentir confianza en él, por lo tanto, trataría de ganársela. Pero ¿cómo? Ese sería el nuevo reto que debía enfrentar.

El martes fue un día tranquilo. Elian le preparó el desayuno para demostrarle que su humor estaba mucho mejor, además de hablar un poco más. Aunque era sobre la nueva entrevista que Naomi debía realizar para una revista, lo hizo de buena forma, con consejos sobre cómo responder sin tocar mucho el tema de diferenciar entre lo que era verdad y lo que era mentira.

Luego de la entrevista, que fue larga al igual que la sección de fotos, se dirigieron al canal de televisión dónde Naomi se iba a presentar al día siguiente como jurado. Allí se volvió a encontrar con Isabella, que también era la conductora del programa. A su vez, pudo conocer a Marco, un joven músico con una carrera en pleno crecimiento, y a Lisa, una mujer de cuarenta años con un historial muy completo dedicado al mundo de la música y la actuación. Ambos eran simpáticos y se notaba que iban a ser excelentes compañeros.




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