El público entero estaba expectante por escuchar la devolución de Naomi. Había dejado a más de uno perplejo, después de que hubiera colocado una cruz roja. Elian, que se esperaba algo como eso, no sabía cómo explicar al personal que tenía cerca la falla que su compañera había cometido. Esperaba que Naomi tuviera una buena razón para justificarse y que no lo hubiera hecho para no cumplir con el contrato o su futuro se volvería oscuro.
—¿Por qué la cruz? —inquirió Isabella—. La voz de Gianluca ha estado bien, ¿no? Al igual que la letra que escogió para darle melodía. ¿Acaso no compartes la misma idea que tus compañeros?
—Lo siento, pero no. Por unos segundos noté cómo su voz perdía fuerza y se transformaba en palabras habladas y no cantadas. La letra está perfecta, no lo niego. La melodía escogida también. Hasta me gustó mucho el mensaje que trasmitió. Pero su interpretación no fue excelente —explicó mirando a Gianluca—. Me gustaría explicarte que esta cruz no significa que en la próxima presentación vayas a perder o no pases la primera ronda. Tómalo como una meta para tener un mejor resultado. No es malo, ni tampoco para que te enojes. Es una manera de crecer. —Quería que se diera cuenta de que su intención era ayudarlo y no perjudicarlo.
—Está bien. Te lo agradezco. —Gianluca habló afectado por la cruz. No se había imaginado que la noche tan ansiada iba a terminar de una manera humillante—. La próxima te haré borrar todas estas palabras que me dijiste. —Su voz era tan seria que parecía amenazarla.
—Ojalá así sea. —Naomi agachó su mirada para anotar en su planilla e intentar que las palabras de Gianluca no le afectaran, ya que ella confiaba en que había hecho bien.
Isabella lo despidió, dándole ánimos para que no estuviera afligido. Gianluca no le respondió. Sentía que su orgullo había sido aplastado.
Cuando el show terminó, Elian se llevó a Naomi hacia la oficina, donde el productor la esperaba para tener una mejor explicación por la falta que había cometido.
—Te lo advertí, Naomi —habló preocupado mientras esperaban.
—Ya pedí disculpas en vivo y di mi opinión. ¿No es suficiente?
—No —dijo un hombre mayor que había entrado. Era el dueño del canal—. Tienes que cumplir con lo que se te pide. El rating es importante. No puedes bajarlo por ir en contra de las reglas.
—No creo que ocurra. Es el primer programa y es mejor conocer los artistas desde el principio, evaluar con la verdad para que puedan mejorar y dar una excelente presentación al final. Que se vea su crecimiento. En ningún momento busqué descalificarlo. ¿Por qué hacen tanto problema? —se animó a preguntar.
—Porque es imposible que el nieto de Manna sea calificado con una cruz. Él tiene que mantener la reputación de la familia, sino se convertirá en una vergüenza delante de todos —Davide quiso explicarle.
—Entonces, no lo hagan participar en un programa de talentos. Busquen su fama de otra manera. Yo solo quiero hacer bien las cosas para que luego, si en un futuro recibe críticas, no digan que los culpables fuimos nosotros y que le dimos el pase libre para ser un cantante reconocido. —Naomi no quería aflojar con sus pensamientos—. Todos los participantes tienen que ser calificados por igual. Es una idea lógica.
—Me parece que no has entendido nada de lo que estaba en el contrato —el dueño tomó nuevamente la palabra—. Acá nos manejamos de esta manera. Te guste o no, debes aceptarlo.
—No tiene sentido. Solo engañan al público y a los otros chicos que participan del programa.
—Las reglas de la televisión son así. Acostúmbrate —dijo determinante ante la cara de sorpresa de Naomi que —. En el siguiente programa te daremos una nueva oportunidad. Aprovéchalo o no habrá ningún problema en buscar un nuevo jurado, que, por cierto, ¡nos sobran y son mucho más conocidos que tu nombre! —El dueño se levantó del asiento y se retiró sin despedirse. Debía ir a otra reunión para arreglar el error.
Naomi no le respondió. La manera despectiva con que se habían dirigido hizo que se afligiera.
—Naomi, por favor, hazlo bien la próxima —Elian le pidió amable—, y todo quedará solucionado.
—Si Gianluca cumple con su palabra, lo haré bien. —Por más que estaba al tanto de que su trabajo corría peligro, sentía que tenía que cambiar las reglas del concurso para que todos pudieran salir beneficiados y no solamente Gianluca.
—¿Por qué no lo aceptas?
—Dame la razón, Elian. —Lo miró con compasión—. Esto es muy injusto.
—¿Qué ganaría con hacerlo?
—Me ayudarías a demostrar que no estoy equivocada.
—En verdad no lo estás, pero no podemos hacer otra cosa. De ahora en más asegúrate de cumplir y estarás bien.
Naomi resopló y se puso de pie para salir. Era mejor no seguir con la conversación. No se lograba nada. Y terminaba de comprender que sus decisiones solo traían problemas.
—Estuviste a solas con Gianluca, ¿no? —inquirió de la nada Elian.
—Sí, pero no vayas a pensar que por eso le puse una cruz. —Se detuvo de golpe—. La otra vez estaba enojada y amenacé con darle una mala nota. Pero hoy me dediqué a escucharlo y de verdad lo estaba haciendo bien, y quedé sorprendida porque tiene una muy buena voz. Me gustó y percibí una conexión especial con lo que cantaba. Sin embargo, cuando llegó al segundo estribillo, en vez de cantarlo, perdió el ritmo. Fueron segundos, pero lo noté.
—¿Crees que fue un desliz?
—Sí. Y tal vez el percance que tuvo fue por lo que ocurrió minutos antes de empezar el show. —Hizo una pausa sin saber si continuar.
—¿Qué ocurrió exactamente? —la curiosidad se despertó en Elian.
—No sé si decírtelo. Tal vez pienses que exagero o que me lo tomo muy personal.
—Dímelo y veremos.
Naomi se mantuvo en silencio. No sabía exactamente qué palabras usar, pero, al ver que Elian insistía, lo dijo sin pensarlo mucho más:
—Gianluca me confesó que se enamoró de mí. —Elian abrió grande sus ojos—. Le respondí que no creía en sus palabras y lo traté de casanova. Sé que lo ofendí, pero no podía mentirle. Él no me conoce y yo no lo conozco. No puede ir liberando palabras de amor a cualquiera.