La voz de tu corazón

Buscando el equilibrio

La claridad en la ventana indicaba que el sol había asomado y la lluvia había quedado de lado, pero no la angustia de Naomi. De manera torpe se levantó a borrar cualquier rastro de llanto y, después de estar más fresca, se asomó despacio al cuarto de su compañero. Elian no estaba allí. Bajó las escaleras y tampoco lo encontró en la cocina.

Desanimada, pasó a prepararse un té con miel y limón. La garganta le dolía demasiado, y su voz apenas era audible. No era la primera vez que le pasaba y sabía que era culpa de la tristeza.

Mientras tomaba el té, escuchó la llave en la puerta de entrada. Se quedó inmóvil, esperando que Elian asomara por la puerta de la cocina, pero no lo hizo. Sintió que iba hasta el baño y se daba una ducha. Por lo tanto, decidió calentar agua para que cuando bajara tuviera algo que compartirle.

Poco después, Elian entró a la cocina y la encontró de espaldas. Tomó asiento y la observó. Naomi lo había escuchado, pero no tenía el coraje para verlo. Recién lo hizo con la excusa de pasarle una taza con café.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Elian llevando su vista a la cuchara, que giraba dentro de la taza—. ¿Aún sigues con ganas de irte?

—Sí, las ganas todavía están —respondió sincera.

—Naomi, tu voz...

—Está tomada..., pero ya se me pasará —lo interrumpió antes de que se preocupara.

—Vamos al médico. No puedes estar así. —Se puso de pie de prisa.

—Estaré bien. Desayuna tranquilo. —Se sentó para demostrarle que no se movería. Sin embargo, como era de esperarse, Elian no le hizo caso e hizo que se preparara para salir.

—Seguro te hizo mal la lluvia de anoche.

—No exactamente —dijo Naomi antes de subir al taxi.

Al llegar a la clínica, la atendieron rápido. El diagnóstico que le dieron fue inflamación en las cuerdas vocales causado por una irritación. Naomi ya sabía que se lo dirían. Era normal que perdiera la voz por culpa de la angustia contenida.

Le aconsejaron mantener reposo y regresar en caso de que no mejorara, pero, a pesar de la recomendación del médico, prefirió continuar con su trabajo. Le pidió a Elian que por favor cumplieran con la agenda, ya que dar entrevistas y escuchar a los nuevos músicos no sería un problema.

A pesar de sentir culpa, Elian aceptó la idea.

En los dos programas que asistieron, Naomi supo disimular sus ánimos con una sonrisa. El único en darse cuenta de la máscara que usaba era Elian, que no dejaba de preguntarse cuántas veces había usado una para esconderse de la realidad. Siempre la había visto firme para tomar decisiones, pero en los últimos días estaba demostrando lo contrario. Elian se lamentó por no haberse dado cuenta antes y creyó que Gianluca sí había sido bueno en notarlo. Por esa razón las canciones que había presentado en el Show de las Estrellas reflejaban lo que Naomi sentía realmente y lograba conectarse con ella, obteniendo así su confianza.

Al momento de ir al restaurante, ambos se prepararon para asistir a una nueva cena. Naomi no dijo nada, pero en su interior giraba un remolino de ansiedad cada vez que pensaba que podía encontrarse con los Manna. No se sentía fuerte para volver a enfrentarlos.

Apenas llegaron, Naomi no se animaba a mirar hacia las mesas y se encogía al imaginarse el vozarrón de Antonello que la llamaba. Pero, gracias al destino, ni Gianluca ni su abuelo habían asistido aquella noche. Durante el pequeño concierto, trató concentrarse en su trabajo sin comer nada de la cena. No tenía apetito y de a ratos se quedaba con la mirada fija sobre el escenario.

No podía quitarse de la cabeza la escena de la noche anterior, cuando su mundo seguro había comenzado a derrumbarse. Su angustia crecía por culpa de la incertidumbre y ya no podía prestar más atención al show. Como pudo, llenó las planillas para Gioia y se levantó para retirarse. Elian la siguió, sin comentarle la preocupación que le causaba ver que había dejado intacto el plato de comida.

Antes de acostarse, Naomi miró su celular. Necesitaba comunicarse con Amelie para tenerla al tanto de lo que estaba pasando. Le escribió y la respuesta no tardó en llegar en forma de videollamada.

—¿Ahora qué hiciste? —preguntó ni bien Naomi atendió.

—Le dije a Elian que quería volver al Circo... Lo arruiné todo.

—¿Estás segura de que lo arruinaste? ¿No será que tu miedo te hace verlo de esa forma? Sabes bien que Elian te considera alguien muy importante y no te haría daño — explicó para intentar calmarla.

—Lo sé..., pero siento que la buena relación que teníamos se está desvaneciendo por haber sido sincera. —Soltó un suspiro.

—Deberías tener más confianza en ti misma. Hiciste bien en decirle que querías volver al Circo, pero no dejes que tus miedos te invadan. Estás viviendo una etapa muy importante de tu vida y, por sobre todas las cosas, estás con el chico que consideras tu héroe. Deja de lado los prejuicios para comenzar a disfrutar.

—No es fácil...

—Tampoco imposible.

Los días transcurrieron mientras la relación incómoda se mantenía. Tanto Elian como Naomi se encargaban de cumplir con las obligaciones que tenían para evitar tocar cualquier tema que los hiciera poner más sensible de lo que estaban. De esa manera llegó el día miércoles sin ningún cambio positivo y, para peor, Naomi seguía afónica.

Esa misma noche tenía una presentación especial en el Show de las Estrellas, la cual no podía realizar. La angustia era grande. Su mente no la dejaba en paz. Los pensamientos iban desde lo sucedido con Elian hasta lo que podía ocurrir durante el próximo show. La imagen de Gianluca junto a su abuelo la atormentaba, así como las preguntas incómodas que le haría Isabella.

La presión aumentaba con cada minuto que pasaba y se acercaba al encuentro con las personas del canal. Además de tener que lidiar con su problema de salud, no se olvidaba que podía quedar atrapada otra vez en los comentarios sobre su supuesto amorío con Gianluca. Esperaba que estuvieran más calmados y que nadie se le ocurriera hablar del tema. No estaba de ánimos para soportarlo, menos al pensar que Antonello la atacaría con más fuerza donde la viera flaquear.




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