Desde su lugar, Naomi miraba la escena. No estaba segura de si interrumpir o dejar que Gianluca se desahogara. Era un problema familiar y no tenía por qué meterse. Los gritos descontrolados aumentaban con cada segundo que pasaba y nadie aparecía a separarlos. La única persona cercana era ella, por lo que tenía que hacer algo. Al intentar moverse, se dio cuenta de que su cuerpo no le respondía. Había quedado paralizada por el miedo, y otro recuerdo muy nítido pasó por su mente junto con un escalofrío que recorrió su espalda cuando la voz de Antonello se transformó en la voz de su padre cuando lo dominaba la furia.
"¡Eres una inútil! No puedes hacer nada. No sé por qué tengo que hacer esto contigo. ¡No te mereces nada!".
Las palabras hirientes resonaron en su cabeza, al mismo tiempo que Antonello se las decía a Gianluca. Aturdida por el pánico, intentó mantener el equilibrio. Se apoyó sobre la pared y, sin querer, hizo un poco de ruido con sus tacones al trastabillar. Gianluca giró la vista, molesto por si alguien había estado espiando, pero, al ver que se trataba de Naomi, se olvidó de su abuelo y se acercó hasta ella.
—Naomi, ¿qué sucede? ¿Te sientes mal? —Pensó que se debía a su afonía, y le tomó la fiebre con la mano—. Ven, siéntate aquí. —La quiso guiar hasta el borde de la escalera.
—Por favor, no te acerques... —Era mejor alejarlo para que Antonello no fuera por ella.
—Si estás enojada por lo que pasó, yo te avisé..., así que deja que te ayude...
—No estoy enojada... —hablaba con dificultad. Su ritmo cardíaco había aumentado más al sentir los pasos de Antonello. El anciano le traía a la mente sus peores pesadillas y la hacía transpirar de miedo—, sino preocupada por ti...
—¿Otra vez jugando el papel de víctima? —resonó la potente voz de Antonello.
Al escuchar la temible pregunta, Naomi quiso escapar para esquivarlo, pero fue detenida por Gianluca, que la sujetó en el momento justo antes de que cayera al suelo a causa del mareo.
—No lo escuches —dijo con calma mientras la volvía apoyar con cuidado sobre la pared—. Todo estará bien. Llamaré un enfermero para que te revise.
—No la defiendas, ¡Gianluca! ¿No te das cuenta de que ella quiere perjudicarte? Lo ha dejado más que claro esta noche. Y tú mismo lo dijiste antes de empezar el show. ¿¡Por qué no reaccionas!? —Se encontraba sacado de quicio.
—¡Porque ya te lo dije! Hoy canté liberando la bronca que tengo al ver que no me sale nada bien. Deja de culpar a Naomi. Ella no tiene nada que ver.
Antonello lo empujó para ponerse en frente de Naomi y le sujetó el rostro para que mantuviera la vista en él. No creía ni en una sola palabra de su nieto.
—¡Abuelo, no hagas nada! Ella no me obligó a que cantara mal y tampoco fue actuado. ¡Entiéndeme!
Gianluca parecía hablarle a la pared, ya que Antonello se dedicaba a mirar a Naomi con odio.
—Mira tu carita de pánico... Esto ocurre cuando te haces la rebelde yendo en contra de las reglas. Sin embargo, nunca serás una estrella. En cambio, mi nieto sí tiene el talento para lograrlo y ¿sabes qué más? —Naomi negó con un movimiento de su cabeza, atemorizada—. Él tiene el apoyo de su familia..., algo que tú no llegaste a tener.
—No lo habré tenido antes, pero ahora es diferente —Trató de mantenerse firme, aunque sentía que le faltaba el aire.
—¿Estás segura? —respondió sobrante apretando con más fuerza hasta hacerle doler.
—¡Ya basta! —Gianluca lo apartó de Naomi—. ¿Qué intentas hacer?
—Nada. Solo le estoy contando cómo son las cosas. Además, hay algo más que deberías saber sobre esta farsante. Seguramente, cuando te lo diga, entenderás por qué desconfío tanto de su actitud. —Se cruzó de brazos, seguro de su última carta, que jugaría para deshacerse de Naomi.
—Lo que digas no cambiará mi forma de pensar, así que ahórrate las palabras —le advirtió.
Antonello se sonrió mientras miraba cómo Gianluca trataba de calmar a Naomi, que cada vez estaba más pálida y parecía a punto de desmayarse.
—¿Está bien que te llamemos Naomi Mattiussi? —Cruzado de brazos caminó unos pasos y alzó las cejas, como si estuviera acechando a su presa—. ¿O es mejor que te llamemos por tu otro nombre?
Naomi abrió grande sus ojos, sorprendida por lo que Antonello había descubierto. Si él de verdad conocía su pasado, sería capaz de usarlo en su contra.
—¿A qué te refieres? —Gianluca preguntó confundido al ver la reacción de Naomi.
—Es fácil. Naomi usa un nombre falso..., pero no la culpo, yo haría lo mismo si lo tuviera que hacer para que me presten atención, olvidarme de que no valgo nada... y que me tiraron a la calle.
—¡No siga! —gritó desesperada y se sujetó con ambas manos la cabeza.
El dolor que invadía su corazón hacía que las lágrimas comenzaran a desbordarse por su rostro. También su mente la golpeaba con fuertes recuerdos. Podía ver su niñez a través de constantes puntadas. Las escenas de sus padres golpeándola por el solo hecho de haber hablado o encerrándola en su cuarto como castigo por no respetar las órdenes impuestas; querían liberarse de la celda en la que los había bloqueado para tratar de tener una vida normal.
—¿Te descubrí? —la provocó levantando su rostro para que lo mirara, con su risa burlona, lleno de satisfacción.
—No... Usted no sabe nada... —Lloraba de dolor. Parecía que su cabeza iba a estallarle en miles de pedazos.
—Claro que lo sé. Te estuve investigando todo este tiempo... y ahora entiendo por qué eres la favorita de Gioia e intentas hundir a Gianluca con tus acciones. Eres tan pobre de cariño que buscas tener toda la atención para ti misma, sin importar a quién quites del camino. Pero no dejaré que te salgas con la tuya, porque, como bien sabes, ¡no vales nada! Si tu familia no quiso hacerse cargo de ti y te tiró a la calle, menos lo harán los demás, ni siquiera conociendo tus malas intenciones.
—¡Se equivoca! ¡Yo no conozco a Gioia! ¡Tampoco quiero hacerle daño a Gianluca! —Gritaba de manera descontrolada, mientras que su cuerpo temblaba culpa del medio.