Dolor

En la clínica Elian caminaba de un lado a otro preocupado. No entendía cómo había llegado a ese estado. ¿Un ataque de pánico podía hacerlo? Se lo había manifestado a los médicos cuando pidieron información de lo sucedido. La respuesta había sido dudosa. Por una parte, podía ser, pero tal vez había algo más que ellos desconocían. Necesitaban más detalles para tener un mejor diagnóstico sobre su salud. Elian aportó lo poco que sabía, sin ayudar mucho.

Con mucha angustia, decidió llamar al jefe para darle la triste noticia. No sabía exactamente cómo decírselo, por lo tanto, fue directo y se hizo un silencio sepulcral del otro lado del teléfono. El jefe jamás se había imaginado que un cambio en la carrera de Naomi podía provocar un colapso emocional.

—¿Está ahí? —preguntó con voz temblorosa.

—Sí..., por favor, avisa urgente a Gioia de la situación, tal vez él la ayude más que nosotros. En cuanto pueda estaré allí con ustedes.

—Lo haré..., pero ¿yo también puedo pedir un favor?

—Sí. Dime lo que necesites.

—¿Realmente vale la pena mantener en secreto el pasado de Naomi, cuando su salud está en riesgo?

—Elian, deberías calmarte y dejar de lado tu enojo.

—Yo no estoy enojado, solo preocupado. —Fue su contestación antes de terminar la llamada.

Un médico se había acercado para avisarle que los estudios habían terminado e iban a analizarlos con más detalles, ya que habían encontrado una lesión en la cabeza que databa de hacía tiempo, causada por un fuerte golpe. Como Elian no tenía idea de cuál podía ser el motivo, prefirió pasarle los datos del jefe para que se comunicaran con él, ya que lo más seguro era que el Circo tuviera algún historial médico que pudiera aclarar las dudas que comenzaban a surgir con el correr de los minutos.

El médico le agradeció y antes de retirarse le informó que Naomi sería derivada a la sección de terapia intensiva para su cuidado. Por su condición, las visitas iban a ser limitadas; con un visitante en la habitación en cada turno.

Cuando Elian solicitó verla, se le negó el acceso. Alguien había entrado a acompañarla. No se sorprendió. Se imaginaba que Gianluca le sacaría ventaja. Sin molestarse, prefirió comunicarse con Gioia, pero, como era de esperarse, un secretario lo atendió. Por más que había insistido en que le pasaran la llamada, no tuvo suerte de hablar con el anciano.

Después de que cortara, subió hasta el piso de cuidados intensivos. La habitación que se le había dado a Naomi era para asistir a una persona. Era pequeña pero bien equipada. Elian se acercó hasta la ventana que permitía tener vista hacia dentro. Desde allí observó el comportamiento de Gianluca.

—Me dijiste que las estrellas siempre brillan... ¿Por qué no despiertas? —La miraba con compasión—. Hoy intentaste darme fuerza para no caer..., te preocupaste por mí... Aunque, pensándolo bien, siempre estuviste atenta a lo que yo hacía. —Hizo una pausa y soltó un suspiro—. Lamento haberte fallado. —Sacó de su bolsillo la pequeña estrella y con cuidado se la colocó en la mano y se la cerró—. Te la devuelvo. Tú eres mejor persona y mejor artista que yo. Nunca dejes de brillar. Despierta pronto... Necesito que me regañes una vez más para que pueda creer en mí.

Guardó silencio mientras no dejaba de mirarla con preocupación. No entendía qué le había ocurrido y no sabía cómo ayudarla. Al poco tiempo se puso de pie y le dio un beso delicado sobre la frente para dejarla tranquila.

Elian había tomado asiento en el banco que estaba en frente de la habitación. Apoyado contra la pared, esperaba a que Gianluca se retirara. No le quitó la mirada de encima cuando lo vio salir, por lo tanto, este se arrimó a él, ya que se imaginó que querría hablar.

—Supongo que tu mirada nunca cambiará.

—No, por más que sepa que esta vez eres inocente.

—La verdad, poco me importa. Pero deberías saber que Naomi es diferente a Ma...

—¡No la nombres! Ya es pasado —lo interrumpió enseguida.

—Está bien. —No se molestó. Sabía lo sensible que era Elian con ese tema—. Entonces hazme caso. Cuídala mejor, pero no de mí, sino de ella misma. Parece ser que tiene demasiados fantasmas que la atormentan. Y lo de ahora fue un aviso.

—¿Qué averiguó tu abuelo? —preguntó inquieto.

—No lo sé bien. Pero parece ser que Naomi tiene otro nombre para esconder su verdadera identidad. También dijo que por algún motivo su familia no se hizo cargo y parece ser que Gioia está siendo manipulado por ella para sacar ventaja en el mundo de la música.

—Lo último no es verdad. Gioia la eligió después de haber evaluado su trabajo en el Circo. Lo del nombre no sabría decírtelo porque siempre la conocí por Naomi Mattiussi... Y lo de que su familia no se hizo cargo puede ser. En un momento ella comentó que creció en un lugar donde la despreciaban. Luego no sé más nada.

—Es como si tuviera miedo de ser juzgada por tener un pasado doloroso. Por eso lo ha estado reprimiendo hasta que hoy las palabras de mi abuelo le desbloquearon los malos recuerdos que tenía guardados y se desvaneció al no soportar la presión.

—¿Y por qué no buscó ayuda si sabía que algo así le podía suceder? No estaba sola.

—Hay que estar en su mente para entenderla. Para nosotros es algo obvio, pero para Naomi debe ser lo más difícil que tiene que enfrentar.

Elian se quedó en silencio, pensando qué más podía haber hecho para que Naomi sintiera confianza en él. ¿Dónde había fallado?

—Entra y dile lo que sientes —Gianluca le aconsejó—. Estoy seguro de que te escuchará y se despertará para decirte lo egoísta que fuiste al pensar solo en ti —agregó determinante y se retiró.

Elian quedó consternado por la respuesta recibida. Gianluca volvía a acertar con sus palabras. Sin embargo, no tenía el valor para aceptarlo. Se sentía un tonto y merecía el castigo de ser ignorado. Recordaba con claridad el pedido que días antes Naomi le había hecho para regresar al Circo. Había sido su manera de expresar lo mal que se sentía, pero él no había sido capaz de verlo, tal vez por su desesperación de ayudarla a enfrentar sus miedos.