La voz de tu corazón

Una cita

Cuando Naomi llego a la casa, una nueva carta de Gioia esperaba ser recibida. Apenas Elisa se la entregó, pasó a leerla entusiasmada por descubrir qué le escribía esta vez su mensajero secreto:

Querida Naomi:

¿Cómo te sientes? Espero que mucho mejor y con ganas de cambiar la rutina. En estos días estuve pensando que no sería mala idea invitarte a un espectáculo en uno de los teatros más importantes de Roma para que puedas ver una obra. Me gustaría que asistas sola y disfrutes del show de manera especial, ya que creo que las canciones estarán dedicadas a ti, te transportarán a un mundo lejos de las preocupaciones y te ayudarán a olvidar lo malo que viviste en estos últimos días.

El concierto es esta misma noche, por lo que te pido disculpas por lo repentina que ha sido la invitación, pero estoy seguro de que luego me lo agradecerás.

Te deseo una muy buena noche y que la disfrutes. Recuerda que en poco tiempo nos veremos.

Una abrazo, Gioia.

Naomi sacó la entrada del sobre, ansiosa por asistir. Cuando leyó la hora del espectáculo, descubrió que no le quedaba mucho tiempo para prepararse, por lo que, luego de explicarle a Elian y a Elisa qué era lo que Gioia había planeado para ella, subió hasta el cuarto a cambiarse. Esta vez le tocaba ir como espectadora y no tenía que dedicarse a trabajar, por lo que sintió que disfrutaría el doble.

Como tenía que vestirse de manera formal, eligió un vestido azul no muy largo con encaje de flores, que se adhería a su torso, y luego la falda se soltaba con una caída muy sutil, pero que le daba mucho movimiento. Luego de bañarse se lo puso y se sujetó el cabello con un broche que hacía juego.

Cuando estuvo lista, le pidió a Elisa que llamara un taxi, que no tardó mucho y enseguida la llevó hasta el teatro.

Ni bien llegó, Naomi quedó fascinada con la fachada. Los artistas que allí se presentaban eran de renombre, ya que la delicadeza con la que estaba hecha la estructura marcaba un alto nivel. Además, había una alfombra roja ubicada en la entrada para que los espectadores ingresaran por ella.

Avanzó con pasos lentos mientras observaba con atención los carteles de las futuras funciones. Se imaginaba que tal vez un día ella podría estar en el mismo lugar si se lo proponía. Extrañaba tanto estar sobre un escenario que la melancolía la invadió. Quería recuperar la voz para estar más cerca de su querido público.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que, al volver hacia atrás, para ir a donde recibían las entradas del show, se giró distraída y se chocó con una persona que se había puesto a su lado y la había estado observando sin hacerse notar.

—Vaya, nunca antes habían abierto tan grandes los ojos al verme —habló irónico Antonello mientras Naomi daba pasos hacia atrás para alejarse antes de que tuviera que dirigirle la palabra—. No me digas que me tienes miedo.

—Solo quiero evitar problemas.

—Que considerada. —Se sonrió de lado—. Hoy miré tu entrevista en la televisión y, la verdad, no parecía que quisieras evitarlos. Más bien, agregar más obstáculos a mi vida. —Se adelantó unos pasos para estar cerca de ella y disfrutar de cómo lo miraba con miedo.

—¿Qué quiere decir? —Trató de mantenerse firme, aunque no le agradaba tenerlo tan cerca.

—Cuando abriste tu boca para decir que Gianluca y yo estábamos peleando, fue un grave error. ¿Tanto te gusta llamar la atención?

—No mentí —explicó sin vacilar—, hasta aclaré todos los rumores que se esparcieron, porque ya era un caos. Si ustedes aparecieron en mi vida, no es mi culpa. Yo nunca quise involucrarme.

—Solo hice mi trabajo y nunca quise conquistar a su nieto. ¡Entienda, por favor! —Ya no sabía cómo explicarle la verdad—. No tiene por qué amenazarme cada vez que me ve. Le juro que yo no quiero discutir con usted.

—Debiste pensarlo mejor antes de romper con el contrato. Ahora no te queda otra que sufrir las consecuencias. —Se encogió de hombros.

—No tiene que ser así. Será mejor que cada uno siga su camino. —Dio la vuelta. Era una pérdida de tiempo continuar hablando.

Caminó hacia el teatro para ir a entregar su entrada. Sin embargo, Antonello hizo un ademán a uno de sus guardaespaldas para que la detuviera. Naomi miró al hombre y trató de esquivarlo, pero enseguida sintió cómo una mano grande la sujetaba por el brazo. Naomi forcejeó para liberarse, pero no pudo. Terminó de nuevo delante de Antonello, que en un arrebato le quitó la entrada que tenía en la mano.

—¿Tienes pensado ir al concierto? ¿No sabes que este lugar no es para gente baja como tú? —Su ira aumentaba con cada segundo que pasaba cerca de Naomi.

—¡Deje de molestarme! —Trató de soltarse del hombre que aún la sujetaba con fuerza —. Me invitaron a ver el espectáculo y no voy a perder la oportunidad por un capricho suyo.

—¿Capricho mío? Estás equivocada. —Rompió la entrada en cuatro partes.

—¿¡Qué hizo!? —Cuando sintió que ya no la sujetaban, se agachó a juntar los pedazos que habían caído al suelo.

—Nada más te marco hasta dónde puedes llegar Te haces la importante porque sabes que tienes a Gioia que te respalda, pero sin él no estarías aquí y menos hubieras mostrado tu don en el canto. Así como te quejas de que yo uso mi nombre para mostrar poder y sacar ventaja con Gianluca, te encuentras en el mismo camino. Nada más te haces la tonta, y estoy más que seguro de lo que digo. Ya te lo dije antes, sé quién eres, lo averigüé todo.

—¡Usted no sabe nada! Todo lo que dice y piensa es un error. —Lo miró con los ojos brillosos de impotencia—. Con mucho esfuerzo llegué hasta aquí y no voy a perder lo que conseguí por su culpa. Si tanto le molesta, ¡apártese! Yo no lo busco. Usted insiste en discutir una y otra vez.

—Porque desde el principio no hiciste bien las cosas. Por eso, aléjate de Gianluca y deja que sea lo que realmente quiere. No lo envuelvas más con tus mañas. Él ya tenía el futuro asegurado, pero tuviste que llegar y arruinarlo todo. Nunca te perdonaré que me hayas roto el sueño que tenía. ¡Maldita basura! —descargó su enojo para luego dirigirse a la entrada del teatro, mientras los guardaespaldas controlaban que Naomi no se levantara hasta que él estuviera dentro.




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