La voz de tu corazón

Un regalo

Naomi no dejaba de pensar en lo extraño que era ser parte de la familia de Gianluca, porque legalmente ella era una prima para él, lo que le causaba gracia al imaginarse la cara que pondría ni bien le diera la noticia. ¿Estaría contento? ¿Se enojaría? ¿O no le importaría en lo absoluto? Se inclinaba más por la última opción, ya que sabía muy bien que él estaba dispuesto a conquistarla sin importar qué pasara entre ellos.

Pero no solamente pensaba en él, sino que en Elian también. Si no rechazaba la idea de Gioia, iba a tener que tomar la difícil decisión de alejarse de él, lo que no la contentaba mucho. Sin embargo, no quería que Elian la siguiera y perdiera su trabajo. Ya demasiado se había sacrificado por ella. En el poco tiempo que quedaba para concluir con el contrato, iba a tener que tomar una decisión: quedarse en Italia a vivir su sueño o regresar al Circo para continuar al lado de Elian.

Se encontraba perdida en esos pensamientos cuando el teléfono la hizo volver a tierra.

—Sí, soy yo. Y usted es... —Elian atendió con curiosidad luego de que preguntaran por él.

—Mi nombre es Filippo Sabatini y soy el director de una compañía de teatro —explicó con voz rasposa—. Desde hace unos días que observo a Naomi en el parque y debo decirte que la necesito para mi próxima obra. ¿Habrá alguna posibilidad de que suceda?

—Antes de darle una respuesta, me gustaría saber más sobre usted o qué es lo que ofrece. —Elian quería asegurarse que no fuera un fraude. Naomi se acercó para escuchar mejor.

—¡Perfecto! Pongamos un día y un horario para que vengan a mi oficina y puedan conocer más sobre mi propuesta. Estoy seguro de que a la señorita Mattiussi le gustará —respondió entusiasmado.

—Por más que le guste, primero tenemos que pedir la opinión de Gioia. Ella pertenece a su compañía.

—¡No hay problema! Gioia no dudará en hacer una sociedad conmigo. —Estaba muy seguro de lo que pensaba.

—Bien. Dígame cuándo quiere que vayamos —contestó resignado.

—Si están disponibles, los necesito ahora mismo.

—Si así lo desea, esta tarde nos conoceremos en persona. —Se encogió de hombros y le echó una mirada a Naomi para indicarle que del otro lado tenía a alguien muy insistente.

—¡Perfecto! Por mensaje les enviaré la dirección. Vengan tranquilos, soy de confianza. Adiós, Elian. —Cortó la llamada, contento por lograr una cita tan veloz.

—¿Quién era? —preguntó Naomi, sonriendo por los gestos de Elian.

—Un tal Filippo Sabatini. —Enseguida agarró la notebook para buscar su perfil. Apenas puso su nombre, salió una larga lista de links con información y proyectos—. Parece ser que llamaste la atención de un productor muy importante.

—¿En serio? —Naomi abrió grandes sus ojos y se acercó a la notebook para comprobarlo.

—Así es. ¡Mira! —Giró la pantalla para que lo viera ella misma.

Filippo era dueño de una compañía teatral fundada por él mismo después de adquirir experiencia como actor al trabajar por muchos años en los escenarios nacionales e internacionales. Varias de sus obras habían recibido menciones especiales en los festivales, y se destacaba el buen trabajo de sus guiones, junto a premios para felicitarlo. Su currículum era amplio, y su pasión era ir de cacería en busca de nuevos artistas. Pero era muy exigente, ya que no elegía a cualquiera.

—¿Qué quiere exactamente?

—Que formes parte de su próxima obra —respondió alegre Elian.

—¡Ah! ¿En serio? ¡Qué alegría me da! —Aplaudió contenta por la buena noticia. Si todo salía bien, volvería a subirse a un escenario para disfrutar de lo que más amaba. Su trabajo comenzaba a dar frutos, y era muy emocionante.

Después de almorzar, se dirigieron al encuentro. Tuvieron que esperar unos minutos antes de poder ver a Filippo. Por más que no fuera una entrevista definitiva de trabajo, Naomi estaba nerviosa y trató de concentrarse en mirar todo el estudio donde estaban sentados. Había fotografías de cada actor que había formado parte de la productora, además de los que aún continuaban trabajando para él. También estaban los premios obtenidos y las menciones especiales. No había duda de que la empresa era grande e importante.

—¡Buenos días! —La voz de Filippo se escuchó por detrás luego de que la puerta de la oficina se abriera. Enseguida Naomi y Elian se pusieron de pie para recibirlo—. Un gusto conocerlos. —Extendió la mano a cada uno y los invitó a tomar asiento mientras él hacía lo mismo, acomodando su elegante traje de color azul. Por su apariencia, parecía ser un hombre de cincuenta años con una vida llena de lujo y relax—. Señorita Mattiussi, ¿qué puedo decirle? —preguntó sin dejar de mirarla—. Es hermosa, con un talento único y muy afortunada de caer en mis manos. —Se arrimó apoyando el mentón sobre las manos para verla mejor—. Estoy seguro de que lo que digo es verdad, ¿no, Elian? —Posó su vista sobre él para luego regresar hacia Naomi, sin esperar su respuesta—. Aunque debo confesar que, cuando apareciste por primera vez en la televisión, no me llamaste mucho la atención. Creí que eras una extranjera más que venía a probar suerte a nuestro país. Pero, cuando destrozaste la imagen de Gianluca Manna, comencé a darme cuenta de que estaba equivocado.

—Yo no quise destrozar...—intentó corregirlo, pero Filippo le alzó la mano para que no hablara.

—Déjame terminar, por favor. Fuiste el único jurado que se mostró sincero en todo el programa. Hablabas desde tu propia experiencia, y me mostraste lo mal que me había comportado al juzgarte de esa manera tan cruel. —Su voz se había tornado dramática—. Y ni hablar de cuando quisiste limpiar tu imagen al querer terminar con las versiones que se habían creado sobre tu vida personal. Cualquier otra chica se hubiera aferrado a esa oportunidad para escalar a la fama. En cambio, te mantuviste en tu lugar y demostraste que lo único que te importa es cantar. —Se dejó caer sobre su asiento convencido de lo que decía—. Un día salí con la idea de encontrar un nuevo integrante para mi futura obra y, oh, casualidad, ¡apareciste! —Abrió grandes sus ojos—. Estabas dando un show a capela maravilloso en el parque, por lo que quise observarte un poco más, hasta que me terminaste de convencer de que te necesito para mi compañía.




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