La voz de tu corazón

Desilusión

Naomi dejó la hoja sobre la mesa y tomó una posición como si nada hubiera pasado, aunque su cabeza no podía olvidar lo que había leído. Gianluca no quería darse por vencido con sus sentimientos, pero ¿qué podía hacer al respecto? ¿Decirle la verdad? ¿O seguir evitándolo para no causarle dolor? Ya no quería darle falsas esperanzas, y menos perder su amistad. La situación era difícil. Comenzaba a entender por qué había cambiado su ánimo de repente.

Ni bien Gianluca asomó en la sala, se puso de pie y trató de alejarse del lugar para no dejar ninguna evidencia de que había estado mirando de más, y pasó a preparar la mesa para la cena.

—Parece que has estado muy ocupado componiendo —comentó mientras apartaba las anotaciones que estaban esparcidas sobre la mesa.

—Por supuesto. Tengo que ganar el concurso como sea.

—Lamento haberte puesto un siete, pero...

—Ya sé por dónde viene tu excusa, así que no necesito que me lo digas.

—No lo hice con la intención de castigarte si es lo que piensas —intentó disculparse.

—Tengo más que claro que no era tu intención. —Se giró de golpe para mirarla desafiante.

—¿Sabes una cosa? —Desvió su mirada y el tema para aflojar la tensión.

—Dime. —Regresó a lo suyo quitando importancia a lo que quería decirle.

—Estuve pensando en lo que me dijiste sobre trabajar juntos y no estaría mal. —Se acercó a hablarle—. Si no cambiaste de opinión, regresaré a Italia en poco tiempo.

—¿Qué te hizo cambiar de idea? —Volvió a girarse, sorprendido por lo que había escuchado.

—Alguien me hizo dar cuenta de que somos muy parecidos y que buscamos lo mismo con la música. —Gianluca comenzó a prestarle atención—. Hasta hace poco no estaba segura por de qué no podía dejar de preocuparme por ti y por qué sentía tantas ganas de ayudarte a alcanzar tus metas. —Hizo una pausa—. Hubo muchas personas que no creyeron en nosotros y nos hundieron en la incertidumbre. Sin embargo, hubo una persona que nunca dejó de creer en nuestro talento. Y ahora que ambos estamos saliendo a la luz quiere unirnos, solo que... cada vez nos distanciamos más porque tenemos ciertas diferencias. —Su voz se apagó de golpe al darse cuenta de la triste verdad.

—¿Lo conozco? —preguntó con curiosidad.

—Sí, lo trataste hace un par de años.

—Entonces, ¿tomaste la decisión por él o por mí?

—Por los dos. —Fue sincera—. Como te dije, necesitaba aclarar las ideas en mi cabeza y él me ayudó a dar el último empujón para decidirme con lo que quería hacer.

—Ya sé quién es. —Sacó la comida del fuego y la llevó hasta la mesa—. Es Gioia, ¿no? Tú trabajas para él, así que no puede ser otro.

—Acertaste. —Lo siguió para luego tomar asiento—. Yo sabía que había venido a Italia a pedido de él, pero hasta hace poco no lo conocía personalmente, o eso creía.

—¿A qué te refieres?

—Cuando fui a visitarlo descubrí que era el hombre que me ayudó a alejarme de mis verdaderos padres y fue quien me mostró la conexión especial que tengo con la música.

—A ti te ayudó, pero a mí me rechazó. —Se sonrió de costado—. Así que no puedo creer lo que dices. A menos que se esté muriendo y necesite limpiar sus errores. —Bebió a fondo la copa de vino tinto que se había servido. Otra vez comenzaba a sentirse molesto.

—¡No dejaré que hables así de Gioia! —le llamó la atención—. ¿Por qué hoy tienes un carácter horrible?

—No lo sé. Tal vez sea cansancio. —Se sirvió más vino para hacerse el desentendido.

—Será mejor que no tomes tanto. —Fue a quitarle la copa, pero Gianluca fue más rápido y la alejó—. Entonces, escúchame —le advirtió—, Gioia reconoce que hizo mal en rechazarte, pero lo hizo por un motivo en especial y tiene que ver con tu abuelo.

—¡Qué raro mi abuelo arruinando mi vida! —comentó con sarcasmo.

—Como quiso evitarte problemas con él, tomó la difícil decisión de no aceptarte en su obra —continuó sin hacerle caso al comentario.

—¿Y por qué ahora cambia de opinión? Seguro es por lo que digo.

—Es cierto que está muy mal de salud, y su último deseo es que trabajemos juntos para su proyecto..., pero no creas que es para limpiar su error. Él en verdad quiere que encontremos nuestro camino en la música a pesar de todas las trabas que aparecen. Reconoce que tienes talento y que aquel día no supo valorarte.

—Lo siento, Naomi. Pero no voy a trabajar contigo solo porque él me lo pida. Si lo hago, es porque yo tomé la decisión de hacerlo. —Volvió a tomar la copa para beber a fondo—. Así que voy a repensar qué es lo que quiero hacer realmente

al darse cuenta de que no sería fácil hablar con él y llegar a un acuerdo sobre los planes que Gioia tenía para ambos. No era capaz de ver que, si Gianluca aceptaba, continuaría atado a los deseos de otras personas y no a lo que realmente él quería.

Trató de terminar la cena, a pesar de que el hambre se le había ido. Quería irse rápido de allí, hundirse entre las frazadas y olvidarse de la mala noche que estaba pasando. Era culpable, pero ya no podía esconderse más. Tenía que ser transparente si quería perder el miedo de lo que las personas dirían sobre ella y sus decisiones.

El silencio era tan incómodo que no se le ocurría qué tema buscar para darle charla. Gianluca tampoco ayudaba, parecía perdido en sus pensamientos y preocupado por beber la mayor cantidad de vino posible. La botella ya había sido vaciada y había abierto una nueva. ¿Cuál había sido el verdadero motivo para invitarla a cenar? ¿Era pasar un buen momento juntos después de tanto tiempo? Seguro que sí, y ella lo había arruinado con su puntuación.

Después de ayudar a limpiar, Naomi se dirigió a mirar por la ventana mientras Gianluca preparaba café. Todavía seguía lloviendo con intensidad, pero con menos relámpagos. Su mirada se había quedado fija en las luces de las casas que resaltaban a esa altura. Pensaba en lo que estaría haciendo Elian. Si ya estaría dormido o la estaría esperando como la vez anterior. Se sonrió al pensar en él. Lo extrañaba demasiado.




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