La voz de tu corazón

Avanzar y retroceder

Después de bañarse, Naomi se había sentado en la cama para ponerse su pijama de seda para estar fresca y desligada de cualquier tensión. Miró en dirección a la mesa de noche, donde posaba el regalo que había comprado para Elian. Soltó un suspiro y pensó cuánto le hubiera gustado entregarlo y que todo fuera un momento hermoso que no olvidaría jamás. Sin embargo, sentía que ahora no podía hacerlo. No mientras estuviera en discordia con Gianluca.

Llevó las manos a su cabeza y cargó todo el peso sobre ellas. Se quedó mirando el suelo, pensando en alguna solución. No era capaz de aceptar que Gianluca la odiara. Tenía miedo de lo que pudiera hacer de ahora en más, que no la tendría a su lado. Esperaba que no renunciara a su sueño por un amor no correspondido.

La culpa que sentía era tan grande que al mezclarse con el dolor del desprecio sintió muchas ganas de llorar para desahogarse. Se tiró hacia atrás y agarró la almohada para abrazarla con fuerza contra su pecho mientras lloraba.

La imagen de Gianluca apareció en su mente cuando cerró sus ojos. Era de la primera vez que lo había conocido. Un joven arrogante y de mucha seguridad, que no aparentaba tener ningún problema a su alrededor, pero que en la vida real no se sentía comprendido y por eso con su forma de ser alejaba a cualquiera de su lado. Sin embargo, con el tiempo había podido cambiar, al tomar sus propias decisiones con libertad y, sobre todo, confiando en ella. Pero ahora todo había vuelto para atrás, con la diferencia de que la tristeza, la traición y los sentimientos no correspondidos los separaban para siempre.

Dos golpes suaves en la puerta la hicieron salir de sus pensamientos. Antes de que pudiera responder al llamado y acomodarse para disimular, Elian entraba a la habitación pidiendo permiso. Naomi se sentó de golpe y dejó la almohada sobre sus piernas. Aparentaría estar tranquila, aunque sabía que sería imposible luego de haber llorado sin medirse, y seguro Elian la había escuchado.

—Siento entrar así, pero... —Se quedó a medio hablar luego de acercarse hasta ella y ver su expresión—. Naomi, ¿qué pasó? —Preocupado, tomó asiento a su lado.

—Es horrible sentir que alguien te desprecia y no quiere verte nunca más porque le haces daño... y que todo lo que creías era una ilusión, una mentira... —explicó volviendo a romper en llanto.

—¿Gianluca te lo dijo?

Se le partía el alma al verla tan afligida. Enseguida la rodeó con su brazo y la acercó para contenerla. Naomi asintió mientras se hundía en su pecho para liberar su tristeza.

—Quiero creer que no es así..., pero no puedo... —Se sentía vulnerable.

—Siempre confiaste en que era una buena persona. ¿Por qué ahora no?

—Porque esta vez su dolor es grande y yo se lo causé. —Su voz tembló—. Desde un principio fue mi culpa y no fui capaz de darme cuenta... Es verdad que siempre hago todo mal...

—No es cierto, Naomi. Siempre buscaste ayudarlo, darle ánimos para que avanzara en su carrera. Constantemente lo decías.

—Sí..., pero lo confundí. Creyó que yo lo hacía porque sentía algo especial por él... y, al darse cuenta de que no era así..., me mintió para tenerme cerca... y me hizo promesas falsas, que en esta noche se rompieron. —Se aferró más a Elian. Le faltaba el aire por el nudo en su garganta—. Me siento enojada, triste..., desilusionada..., y no sé cómo calmarme, menos al cargar con tanta culpa...

—Pero no es tu culpa —dijo firme—. Él no sabe cómo enfrentar sus problemas y por eso te hace sentir que la tienes...

—Elian, hice que otra vez cayera en la arrogancia y no sé si será peor... —Se apartó para mirarlo con mucha preocupación—. Tengo miedo de que no pueda salir adelante.

—Naomi, trata de pensar con claridad. —La miró con ternura para darle tranquilidad—. Más que nadie sabes cómo es Gianluca. Me lo hiciste ver el día en que hice las paces con él...

—Pero también mintió aquella vez —lo interrumpió nerviosa.

—No. Fue sincero —le marcó—. Siempre lo fue..., lo sabes bien. Ahora ves todo complicado, difícil y sin salida. —Hizo una pequeña pausa—. Está bien que Gianluca no ha sido amable contigo, pero estoy seguro de que está haciendo otro muro para ocultar su dolor. —A veces no sabía cómo era capaz de decir ciertas cosas en defensa de su adversario—. Seguro que quiere verte, nada más se hace el enojado para tenerte lejos... porque es un cobarde que no puede enfrentar la realidad y le es más fácil culpar a otros que hacerse cargo de los propios errores.

—Y si a ti te rompen el corazón..., ¿qué harías? —inquirió de la nada.

—Me dolería, pero trataría de ser fuerte y esperar que algún día el tiempo me ayude a superarlo. Nunca te trataría como una delincuente o como si nunca te hubiera conocido..., si no, el amor que sentía por ti no sería sincero, sino un capricho.

—Ojalá que todo se solucione... No quiero alejarme de él —dijo con tristeza.

—¿Puedo saber el porqué? —preguntó con curiosidad.

—¿Quieres que hable con él? —Fue lo único que se le ocurrió decir.

—No, no lo hagas —casi se lo pidió en súplicas. No era recomendable hablar con Gianluca o seguro se enteraría por él, y no por ella, sobre los sentimientos especiales que tenía—. Esperaré hasta el próximo lunes para acercarme...

—Entonces, prométeme que dejarás de llorar.

—Lo intentaré. —Se sonrió levemente. Estar en los brazos de Elian era lo que más deseaba. No tenía duda de que podía encontrar la calma y sentirse más segura para enfrentar los problemas.

Buscó dormirse en su compañía y olvidarse de lo ocurrido, pero la imagen de Gianluca la torturaba apareciendo en sus sueños, una y otra vez, lo que provocó que no durmiera para nada bien. Al día siguiente, no tenía ganas de levantarse, a pesar de que Elian la había ido a buscar para que lo hiciera. Estaba hundida en las frazadas, apenas su cabeza se veía. Quería estar oculta, como si así pudiera evitar que la tristeza no se apoderara de ella y el dolor fuerte de su cabeza desapareciera junto al amargo momento de la noche anterior. Sin embargo, tras la insistencia de Elian, se levantó a desayunar. Y, aunque no tenía apetito, intentó terminarlo para luego dirigirse al ensayo de la obra.




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