Con la contestación de Elian, Naomi se quedó sin palabras. Estaba segura de que no se equivocaba con la decisión que había tomado. De alguna manera Gianluca pedía ayuda y no iba a dejarlo a la deriva. Intentaría llegar a él una vez más, a pesar de su oposición.
—Lamento defraudarte —dijo luego de una pausa—. Solo espero que un día me perdones.
Naomi se retiró con un dolor grande en el alma. Se imaginaba que Elian ya no la amaría como dijo hacerlo. Pero no se lo iba reprochar, ella había logrado que ese sentimiento se desvaneciera.
En su habitación se quedó encerrada gran parte del día. Había intentado comunicarse con Gianluca sin tener suerte, pero antes de rendirse le envió un mensaje que pudiera animarlo y hacerle olvidar los malos pensamientos:
"Gianluca, sigo confiando en ti. Por favor no te rindas. Voy a apoyarte en tus sueños. No importa lo que creas sobre mí, nunca voy a rendirme para verte feliz".
Mientras esperaba una respuesta, se preguntaba si estaba equivocada con lo que pensaba. No quería herir a nadie, pero sabía que no importaba que decisión tomara, porque, entre Elian y Gianluca, uno de los dos iba a salir perjudicado, y tal vez no habría vuelta atrás para solucionarlo.
Hundió su rostro entre sus piernas para descargar la tristeza que la culpa le causaba. Pensaba en Elian. Él había sido tan bueno que no merecía lo que estaba pasando. Se había sacrificado al dejar su trabajo para acompañarla hasta Italia para ayudarla con su sueño, y ella solo se encargaba de ser desagradecida tratándolo distante con sus sentimientos. Deseaba con todo su corazón que todo volviera a ser como el inicio del viaje, donde el entusiasmo de vivir una nueva vida los llenaba de alegría y ansiedad.
Las horas pasaban y la solución no aparecía, hasta que decidió volver a confiar en la magia de la música para llegar a Gianluca. Si las palabras en una conversación no servían de nada, era mejor tener su atención a través de una canción. Y para lograrlo iba a necesitar mucha ayuda, especialmente de Gioia. Sin decirle a Elian, salió de la casa para ir a encontrarse con el anciano y plantearle su idea. Esperaba que la entendiera y de esa forma la ayudara a cumplir con su plan.
Cuando llegó, Gioia estaba acostado, leyendo un libro. Naomi se acercó apurada hasta él y lo abrazó para descargar su angustia.
—¿Qué pasó? —preguntó consternado.
—¡Algo horrible!
A medida que Gioia escuchaba la historia de Naomi, negaba con la cabeza.
—Tendré que hablar con él. —Gioia tomó la palabra. Lo que estaba ocurriendo era algo muy grave y tenía que solucionarlo urgente—. Naomi, es mejor que te alejes de Gianluca. No quiero involucrarte más en este trabajo. Ya vienes sufriendo bastante, y no solo por Antonello. Ahora es momento de que yo me encargue de la situación.
—¿Habrá alguna posibilidad de que Gianluca lo quiera escuchar? —cuestionó preocupada.
—Lo tendrá que hacer, por más que no quiera. —Se encogió de hombros.
—Gioia —Naomi lo interrumpió—, quisiera intentar algo más antes de que me alejen de él, pero necesito de su ayuda.
—Dime que es, tal vez pueda ayudarte, pero dependerá de lo que me pidas. Si no me gusta la idea, no te dejaré hacerlo —le advirtió. De verdad no quería causarle más problemas.
—Estoy segura de que puedo llegar a Gianluca a través de una canción. Será la única oportunidad que tendré para hacerlo recapacitar. Es hora de usar mi habilidad. —Sonrió un poco, tratando de mantener la esperanza de que funcionaría.
—No es mala idea, pero ¿cuándo lo harás?
—Si fuera posible, me gustaría presentarla este lunes en el programa. Por eso necesito que hable con el productor del canal y, por supuesto, con alguien que me ayude a darle vida a una de mis canciones.
—Lo intentaremos. Es poco el tiempo que tenemos para lograrlo, pero no imposible.
Enseguida le dejó encargado a su secretario que hiciera todos los arreglos posibles para lograr el objetivo de Naomi. La idea no le había parecido mala, ya que era el primero en creer que las canciones eran mágicas y llegaban al corazón de las personas. Por eso no importaba qué tan perdido estaba Gianluca, si le regalaban una canción, seguramente lograría una conexión especial y lo salvaría de la perdición.
Con los preparativos hechos, Naomi prefirió quedarse a pasar la noche en la casa de Gioia. Ya estaba en la cama cuando miraba su celular. Dudaba si escribirle a Elian o no. Quería saber de él, pero tampoco quería molestarlo más de lo que ya estaría. Sin pensarlo mucho más, optó por dejar todo como estaba. Tal vez el pasar de las horas calmaría un poco los ánimos de los dos.
Al día siguiente Naomi regresó temprano a la casa para ir a buscar la letra de la canción que interpretaría. Tomó coraje y subió hasta el cuarto, donde estaban sus cuadernos, todavía desparramados por el piso. Pero eso no le importaba. Ni bien entró a buscar lo que necesitaba, se quedó quieta. Elian estaba sentado en su cama con un semblante de no haber dormido en toda la noche.
—Hola —saludó cohibida, por miedo a que la echara del lugar—. ¿Cómo estás? —Se acercó para verlo mejor.
—Bien, ahora que te veo —respondió mostrando que ya no estaba enojado, solo preocupado porque no había aparecido en toda la noche.
—Puedes seguir enojado conmigo ya que tienes toda la razón en hacerlo. Soy una tonta. —Con cuidado, se sentó a su lado.
—No, no lo eres. En realidad, yo lo soy. —La tomó de la mano para demostrarle que quería estar bien con ella—. Estás en lo correcto con lo que estás haciendo.
—Eso no es cierto —Naomi intentó contradecirlo.
—Lo es. Tú conoces muy bien lo que es la amistad porque intentas apoyar a Gianluca en las buenas y en las malas. Sin importar lo que esté haciendo, quieres ayudarlo, y yo no lo vi, tal vez por miedo a perderte. —Hizo una pausa—. Por eso dije algo horrible ayer.
—Elian..., de verdad lo siento. —Lo abrazó emocionada por lo bueno que era con ella a pesar de los errores que cometía.