Después del incidente en el canal de televisión, Elian no habló mucho durante la cena y, luego de un baño, se encerró en su cuarto. Naomi le dio espacio, aunque no podía estar tranquila. Quería dejarle en claro que jamás había tenido la intención de lastimarlo, además de confesarle cuáles eran sus sentimientos hacia él. Esperaba que de esa manera todo se solucionara.
El reloj iba marcando los minutos que pasaban en plena noche. Naomi seguía despierta, sin poder conciliar el sueño. Por más que había tomado la decisión de confesarse, no podía dejar de preguntarse cuál iba a ser la respuesta de Elian. ¿Sus sentimientos serían los mismos? O con tanto revuelo ¿ya no sentiría nada especial? Esperaba que no, si no, se arrepentiría de por vida por haber tardado tanto en darse cuenta que él la había amado con sinceridad desde el primer día que se lo dijo. Al principio, de manera sutil, aquella noche en el circo, al decirle que era muy importante para su vida. Luego, comportándose de manera extraña y hasta distante cada vez que Gianluca se hacía presente. Todos habían sido pequeños indicios, y el miedo, o tal vez la inseguridad con la que vivía, no se lo permitieron ver con claridad.
Admitía que se había comportado de manera egoísta y que se había olvidado que también deseaba lo mejor para Elian, y hasta le había comprado un regalo para demostrarle el cariño especial que sentía. No podía olvidarse de que aquel día había sido feliz por tener, al fin, la valentía de expresar sus sentimientos.
Era de madrugada cuando se sentó en la cama, decidida a dar el primer paso. Abrió el cajón de su mesa de noche para sacar el regalo. Lo observó con atención y se puso a pensar en todas las cosas que habían sucedido desde el día en que había decidido comprarlo. El pequeño paquete estaba intacto, pero lamentablemente se había ido alejando de su verdadero destino.
Se puso de pie y salió directo hacia el otro cuarto con la esperanza de que el presente no hubiera cambiado su destino, y esperaba que fuera bien recibido.
La puerta estaba entreabierta. Se asomó con cuidado y, para su suerte, Elian también estaba despierto en plena madrugada. Respiró hondo para calmar su corazón que latía nervioso, pero, si realmente quería ser feliz, tenía que seguir adelante.
Corrió un poco la puerta e ingresó ante la mirada de sorpresa de Elian.
—¿Molesto? —Naomi se animó a preguntar antes de seguir avanzando.
—No, pasa.
—Gracias. —Entró con la mano en el bolsillo, jugando con la cajita del regalo que llevaba escondido.
—¿Sucede algo? —quiso saber por su extraño comportamiento.
—Solo quería saber cómo te sientes.
—Estoy bien.
—Creo que me estás mintiendo. —Se acercó con cuidado—. Pero ya sé cómo arreglar mi error. —Elian la miró, sin saber si era bueno sonreír o no por su comentario. Le había parecido simpático su gesto y no podía resistirse por regalarle una sonrisa—. ¿Puedes cerrar los ojos por un momento?
—¿Por qué? —La miró más confundido.
—Porque sí, y extiende tu mano —respondió esperando que Elian no le arruinara el plan.
—Bueno. —No estaba muy seguro de lo que Naomi quería hacer—. ¿Me vas a dar un regalo? —se arriesgó a preguntar mientras extendía su mano como se lo había indicado.
—Es algo que te debo desde hace tiempo. —Con cuidado le colocó el pequeño paquete sobre la palma de la mano—. Y hoy llegó el momento para que te lo dé. Espero te guste.
Elian abrió los ojos y se encontró con el pequeño paquete sobre su mano. Lo miró con atención y luego levantó su vista hacia Naomi.
—No tienes por qué darme un regalo —respondió mientras, con cuidado, desataba el moño del envoltorio.
—Sé que tal vez esperas algo más, pero me gustó la idea para agradecerte en parte lo que hiciste por mí y... también quiero enmendar los errores que cometí contigo.
Se animó a sentarse a su lado. Elian había quedado sorprendido por lo que había dentro de la pequeña caja. Los dos colgantes estaban al descubierto y brillaban en su sencillez.
—Son muy bonitos. —Se sonrió y sacó el colgante que llevaba la clave de sol. Le había llamado mucho la atención su diseño y le encantaba.
—Qué bueno que te guste, porque quiero que lo lleves contigo para que pueda acompañarte donde quieras que estés. —Naomi pasó a explicarle cuál era la idea principal del regalo.
—¿Me parece a mí o hablas como si nos fuéramos a separar? —preguntó con miedo.
—Si tengo que ser sincera, no sé qué es lo que pasará con nosotros cuando el viaje termine —habló preocupada—. Por eso quiero que uses este colgante, por si no tomamos el mismo camino, mientras que yo usaré este para sentirme cerca tuyo —agregó tomando el otro collar para ponerlo a la par del que Elian tenía en su mano.
—¿Acaso ya tomaste una decisión? —La miró a los ojos con su angustia.
—Después de pensarlo mucho, decidí que quiero regresar al Circo para hacer una última función y despedirme de todos los que me dieron la oportunidad de cumplir mis sueños. —Al hablar, sintió que un nudo se le formaba en la garganta—. Después regresaré a Italia no solo para trabajar en los proyectos que comencé a forjar aquí, sino también para compartir tiempo con Gioia.
—Lo que decidiste me parece bien. —Le dedicó una pequeña sonrisa, pero con melancolía. Sin importar las consecuencias que traería, la apoyaría por verla feliz. Desde siempre supo que nunca sería egoísta con ella.
—Sí, no es una mala idea, pero... yo no quiero separarme de ti —se animó a decir, tomando por sorpresa a Elian—. Aunque no lo demuestre, y haya parecido que prefería a Gianluca antes que a ti, quiero que sepas que te convertiste en alguien muy importante para mí, y no podría tenerte lejos. —Mantuvo su mirada fija en él para mostrar su sinceridad.
—Pero no tenemos por qué separarnos si no quieres. Yo te acompañaré a donde vayas —Elian la interrumpió. Necesitaba saber que Naomi entendía que tampoco podía vivir lejos de ella.