Por..*
Asfixio.
Esa era la sensación que me embargaba, las personas amontonadas a mi alrededor no hacían mucho para que la sensación se fuera y no había alguna otra descripción que discerniera sobre esta.
Sentí el celular vibrar en mi pantalón y cómo pude saqué el celular sin moverme de mi lugar. No por algo había estado tanto tiempo formado, pero aún así sabía que al final terminarían por moverme sin mi consentimiento.
Sonreí cuando vi el nombre en la pantalla. Conseguí contestar y acercarme el teléfono al oído a través de un codazo al que estaba a lado.
—¿Jey?— Llegué a escuchar mi nombre antes de empezar a sentir como se apretujaban logrando así que el aire de mis pulmones escapará en un quejido de mi parte, haciendo que esto de forma inevitable lo escuchará Thalía.
—¿Todo bien por allá? ¿Ya inicio el concierto, Jey?— Era capaz de escuchar la preocupación en las palabras de mi tía.
—Si, tía, todo bien, sólo que ya sabes, nos dejaron pasar a la pista unas horas antes y la cantidad de gente aquí adentro hace que nos empujemos más de lo necesario.—Contesté sintiendome aún tensionado, las personas seguían empujando cómo si esto realmente en vez de ser un concierto fuera un recinto de máxima protección y todos lucharán por un espacio adentro.
—Ponme en altavos y en un instante conseguirás que dejen de empujarte. Anda, ponlo. Sólo avisame cuando ya esté— Negué divertido con la cabeza y lo alejé un poco de mí, no sin antes bajarle un poco el volumen.
—Ya—Dije en voz alta, para que me escuchará lo suficiente, pensando en que si lo había puesto en alta voz y estaba bastante distanciado de mí.
—¿Seguro que ya lo pusiste en altavoz y no hay niños a la vista?— Volteé hacia los lados y a pesar de no ver ninguno a la vista, acerqué nuevamente el celular después de también claramente ver cómo personas volteaban y reían un poco, sin tratar de disimular.
Y eso me llevó a mover mis brazos, ocasionando que golpeara a las personas que se encontraban a mi alrededor aunque no del todo me hacían sentir tan mal al golpearlos porque algunos se habían reído, llevando uno de mis brazos a cubrirme el rostro y otro con el celular a mi oído.
Seguía riéndome de la cara de algunos que se habían reído y luego habían sido golpeados ligeramente, que me detuve después de respirar por un instante y seguir hablando por teléfono. —Ya lo siento, es que hay alguna que otra situación divertida— Dije aún con diversión.
—Supongo que sí, pero llegando a casa, tendrás que contarme, es un hecho.— Thalía también sonaba divertida.
—Claro.—Dije.
Y en ese momento, a mi lado paso un vendedor de manera apretujada con botellas de agua y refrescos. —¡A cuarenta!, ¡Cuarenta! — Realmente maldecí a los que nos habían obligado a tirar el agua al inicio o dejar las botellas de agua, era sencillamente increíble y a pesar de ver al hombre que se veía cansado y un poco sofocado a pesar de no haber iniciado el concierto. También en parte lo maldecí a él, porque gracias a un pequeño camino que se le abría entre tanta gente para que pudiera salir, todos se aventaban detrás de él para querer llegar más en frente y poder ver mejor.
—¿Cuarenta qué? ¿El boleto? Vaya sobrino, te hubieras esperado entonces.—Dijo mi tía con sorna.
No pude contestar al instante porque sentí que nuevamente me empujaban, y en está ocasión me estaban moviendo para llegar a empujar y nuevamente sentía que mis pulmones colisionarían por la presión.
—Mierda, no tía, no son los boletos, es agua y lo siento, sólo que empujan demasiado.—Tenía los dientes apretados pero realmente no quería moverme.
—Jey, en serio, ¿No quieres que diga algo? Sé que pueden reírse pero por lo menos habré dicho algo— Preguntó nuevamente preocupada y sin embargo a pesar de los empujones y el calor que empieza a ser fastidioso. Hablé mucho más tranquilo y relajado.
Me alegraba tenerla a ella cómo mi familia. —No tía, no hay problema, todo está bien, esto suele pasar, recuerda que no es el primer concierto al que vengo y lo sabes.— Las luces empezaron a apagarse de poco a poco, por lo que sabía que esto estaba a punto de iniciar pero estaba sorprendido porque aún faltaban algunas horas para que diera hora, pero aun así decidí colgar.
—Te llamó en cuánto acabe, ¿Está bien? Te quiero mucho y gracias de nuevo. —Dije de la manera más sincera en la que podía decirlo.
—De nada, sabes que no es nada y también te quiero, ahora disfruta de ese concierto cómo nunca antes. — Y con eso último y una sensación cálida en mi pecho, colgué.
Agradecía que mi tía siguiera aquí para mí.