La Inquietud de la Diosa de la Tierra
Tras el festejo de Marina, Gala regresó a su templo en las Montañas del Este. La sensación de ser observada por Drakol se había intensificado, y su mente no encontraba paz. En su alcoba, bajo la vigilancia silenciosa de Kai y Rhys, se sentó, intentando pensar con cabeza fría. Su espíritu estaba en guardia, calculando cada posible movimiento de Drakol, anticipando su próxima intrusión.
Sus Caballeros, aunque no entendían la fuente exacta de su angustia, sentían la tensión en su Diosa y la rodeaban con una protección férrea, conscientes de que algo grande y peligroso se cernía sobre ella.
El Descenso de Selene: Un Eclipse de Destino
De repente, una anomalía celestial capturó la atención de Gala. Al asomarse al balcón de su templo, vio un eclipse. No era un eclipse natural, sino uno causado por una deidad. Era raro que Selene, la Diosa de la Luna, descendiera al mundo mortal, y más aún, que su presencia causara un eclipse tan prolongado.
Entre la poca luz lunar que se filtraba, Gala vio a Selene, suspendida en el aire, irradiando una luz fría y plateada. Por un momento, Gala se sintió confundida. ¿Por qué la Diosa de la Luna del Inframundo se presentaba ante ella?
Con el debido respeto entre deidades, Gala se acercó al balcón.
Selene habló, su voz era como el susurro del viento nocturno. "Eres hermosa, Diosa de la Tierra. Digna de una deidad de la naturaleza. Y de la oscuridad."
Las palabras la golpearon. Drakol. Recordó que Selene era su madre. El terror le perforó el corazón, y Gala retrocedió instintivamente.
Selene percibió su reacción y sonrió, una sonrisa fría pero tranquilizadora. "Tranquila, Diosa de la Tierra. No quiero hacerte daño. Solo quiero que sepas que mi hijo te quiere como Reina. Y eso," Selene hizo una pausa, sus ojos azul esmeralda brillando con una extraña mezcla de orgullo y manipulación, "es inusual. Mi pequeño ha pasado siglos sin enamorarse de verdad. Algo especial debes tener."
Los Caballeros de Gala, Kai y Rhys, habían sentido la presencia de Selene. Aunque no podían acercarse demasiado por respeto a una deidad de su rango, se mantuvieron firmes en la entrada de la alcoba, sus manos en las empuñaduras de sus armas, sus ojos fijos en la Diosa de la Luna, listos para proteger a Gala a toda costa, pero sin mostrar ninguna señal de irrespeto.
La Promesa de la Luna y la Estrategia de Zeus
Desde el Tártaro, Hades observaba la interacción. Había ordenado a Selene que descendiera. Después de enterarse de los sentimientos de Drakol por Gala, Selene, que amaba a su hijo con una intensidad obsesiva, optó por hacerlo feliz. Ella lo ayudaría a que Gala fuera su Reina. Para Selene, la felicidad de su hijo era su prioridad, y si eso significaba unirse a la venganza de Hades, así sería.
En el Olimpo, el eclipse prolongado y la prolongada ausencia de Selene en su propio reino causaron una gran desconfianza en Zeus. Él sabía de la conexión de Selene con Hades y la veía como una provocación. La idea de que Hades pudiera tener otro descendiente, otro hijo prohibido, con una deidad de la luz como Selene, le carcomía.
Sin embargo, Zeus no podía hacer nada contra Selene directamente. Ella era una Diosa de la Luz que, por su propia voluntad, había elegido el Inframundo, colocándose fuera de la autoridad de Zeus. Esto lo llenó de furia e impotencia.
El incidente con Selene solo reforzó la urgencia de Zeus por fortalecer su propio linaje. El hecho de que Marina le diera un linaje "puro" (con Kairo, un Caballero que se había convertido en semidiós) le trajo una inmensa felicidad.
Zeus visitó el reino de Marina y bendijo a su nuevo linaje, concediéndole el dominio del Triángulo de las Bermudas y las Ciencias Ocultas, poderes que solo una deidad oscura podría otorgar. Era una forma de asegurar que el linaje de la luz pudiera enfrentar la oscuridad que se gestaba.
Lo que ni Zeus, ni las Diosas, ni el resto del Olimpo sabían con certeza, era la verdad completa sobre el linaje de las cuatro Diosas. Zeus había concebido a sus cuatro hijas con diferentes deidades femeninas para maximizar su poder: Marina de Nyx, Ignia de Nike, Aura de Iris y Gala de Aglaya. Había manipulado sus nacimientos para que ocurrieran al mismo tiempo, dándole control total sobre sus templos y poderes. Su deseo de una descendencia de Selene había sido frustrado por el desagrado de ella hacia él.
Marina, la Diosa de las Aguas y la Estrategia, era hija de Nyx (Nix), la Diosa Primordial de la Noche.
Ignia, la Diosa del Fuego y la Guerra, era hija de Nike, la Diosa de la Victoria.
Aura, la Diosa del Aire y el Orden, era hija de Iris, la Diosa del Arcoíris y Mensajera de los Dioses.
Gala, la Diosa de la Tierra y la Naturaleza, era hija de Aglaya, la Diosa del Esplendor y la Belleza.
La Revelación del Heredero
La bendición de Zeus sobre el primogénito de Marina y Kairo no fue un evento discreto. En el centro del Olimpo, Zeus proclamó el nombre y los dominios de su futuro nieto, ante la presencia de sus tres hijas restantes.
"¡Serás llamado Dorian!" tronó Zeus, y el nombre resonó con poder sobre el panteón. "Llevarás el linaje puro de la Estrategia y las Aguas, y por la bendición de tu abuela materna, Nyx, la Diosa de la Noche, heredarás el control total del Triángulo de las Bermudas y el conocimiento de las Ciencias Ocultas."