El Encuentro y el Protector del Linaje
Marina y su consorte, Kairo, viajaron a la frontera del reino primordial de Nyx. Kairo se mantuvo firme y protector, la encarnación del balance que Marina había logrado entre la luz y la oscuridad, y el único capaz de custodiar el linaje dual de Dorian.
Nyx se materializó ante ellos. Al ver a Marina con el vientre abultado y a Kairo a su lado (el protector que representaba la mezcla, no la pura oscuridad), la Diosa de la Noche sintió una punzada de afecto y la necesidad de proteger ese nuevo poder.
Marina le expuso la situación: el secuestro de Gala, el plan de rescate secreto de Ignia y Aura, y el miedo a la furia de Zeus.
"No regresaré," insistió Marina. "Si mis hermanas caen, no habrá un Olimpo seguro para Dorian. Quiero ir con ellas."
La preocupación de Nyx se hizo genuina por la seguridad física de Marina. "¡Kairo! Te ordeno, por la Noche y la Estrategia, que no permitas que Marina pague un paso más hacia el Tártaro. Dorian no es un linaje cualquiera; debemos protegerlo. Te aseguro, Marina, que tus hermanas no serán lastimadas. Yo las protegeré."
Marina, al escuchar la promesa de que no serían dañadas, cedió ante la orden de su madre y se dejó guiar por Kairo de vuelta a su reino acuático.
El Pacto de Falla
Una vez sola, Nyx contactó con el Tártaro. Se comunicó con Selene, revelando el plan exacto de asalto (la distracción de Fuego y la infiltración de Aire) y la ubicación del portal inactivo.
"El plan debe fallar, Selene. La concepción del linaje debe asegurarse," instruyó Nyx. "Pero tienes mi orden directa: ni Ignia ni Aura deben ser dañadas. Se lo prometí a Marina. Si una gota de su sangre se derrama, consideraré roto nuestro pacto."
Selene entendió. La traición tenía límites muy estrictos.
La Advertencia a las Furias
Nyx se dirigió luego a su otra descendencia, el lugar donde habitaban sus hijas oscuras, Las Furias. Les anunció la llegada de un nuevo poder a su linaje: Dorian.
"El nuevo hijo de Marina y Kairo hará a nuestra estirpe aún más fuerte," declaró Nyx.
Las Furias, llenas de resentimiento por el lado de Luz que Marina representaba, murmuraron: "¿Esa? ¿La hija de la Luz es la que nos traerá poder?"
Nyx reaccionó con una furia primordial que hizo temblar la oscuridad. "Pequeñas mías, Marina también es mi hija. Y aunque no son hermanas directas, no quiero saber que piensan en dañarla a ella o a su linaje. Eso sería traicionarme a mí. Dorian nos dará la fuerza que necesitamos. Su madre es intocable."
La Revelación de Pan
Mientras la misión de rescate se dirigía al Tártaro y Marina se retiraba, Zeus seguía en la alegre distracción del reino de Afrodita. Su fiesta fue abruptamente interrumpida por la llegada frenética de Pan, el dios menor de los pastores, con la apariencia de un sátiro aterrorizado.
"¡Mi señor! ¡Dios Zeus! ¡Debes volver de inmediato!" gritó Pan, interrumpiendo la música.
Zeus, molesto por la interrupción, lo miró con furia. "Más te vale que tu intrusión sea de importancia cósmica, Pan."
Pan, sin aliento, se arrodilló y escupió toda la verdad: "Vi a sus Diosas, mi señor. Vi a Ignia y Aura ir a un pueblo. Las seguí y vi cómo reclutaron a un semidiós, Lyos, como consorte forzado. Las seguí de vuelta al Olimpo, y después, ¡vi cómo su hija Marina rompió la cuarentena para ir con Nyx! La Diosa de la Noche la detuvo y la obligó a regresar. No sé qué más, pero las auras de sus otras dos hijas se dirigieron al Tártaro."
La furia de Zeus fue más allá de lo terrenal. El cielo sobre el reino de Afrodita se oscureció. No solo sus hijas habían actuado a sus espaldas, sino que habían involucrado a Nyx, y el destino de Gala estaba ahora ligado a un plan de rescate desesperado.
La Reunión de Emergencia
El regreso de Zeus al Olimpo no fue en silencio. Un trueno ensordecedor rompió el aire, resonando desde el Monte Olimpo hasta los reinos más lejanos. El sonido era un mandato, y todos los dioses mayores, menores y semidioses acudieron de inmediato, conscientes de que solo el pánico más grande podía provocar tal rugido.
En el salón del trono, Zeus, con el Rayo Maestro crepitando en su mano, enfrentó a la asamblea. La ausencia de Ignia y Aura, en su misión de rescate, era un silencio que gritaba traición.
Zeus reveló el secuestro de Gala por Hades y la acción insubordinada de sus otras hijas. La urgencia era clara: "Debemos recuperar a la Diosa de la Tierra antes de que se repita la tragedia. No podemos permitir que el linaje de la Luz se contamine. Sé bien lo que pasó con Perséfone, y si es necesario, si el linaje prohibido ha sido concebido, haré lo que sea necesario para evitar el colapso de esta Era, incluso si eso significa matar a mi propia hija."
La resolución helada de Zeus dejó un miedo palpable en la asamblea. El plan se centró en asegurar las defensas del Olimpo y enviar refuerzos de asalto para apoyar la misión de rescate, sin saber que Ignia y Aura ya estaban en el corazón del Tártaro.
El Desafío de la Luna
Una vez terminada la reunión, y mientras el Olimpo se preparaba para la guerra, Zeus realizó un acto privado y desesperado. Contactó a Selene, la Diosa de la Luna, esperando que su antiguo acuerdo se mantuviera.
"Selene," dijo Zeus, su voz contenida. "Debes detener a Hades. Detén la concepción del linaje oscuro. Lo hiciste una vez, ayúdame de nuevo."
Selene, sentada en el trono junto a Drakol en el Tártaro, sonrió. Era una sonrisa fría y victoriosa.