Las cenicientas mosqueteras

Capítulo 4 (III)

«Wow, ¡acabo de tener un odio a primera vista!»

Eso fue exactamente lo que Kimmy pensó cuando observó la puerta de la sala abrirse. De repente, apareció un joven hombre caminando como si fuera lo mejor del mundo. ¡Cómo odiaba a la gente engreída y superior! Estaba harta de tantas desigualdades que había en esta sociedad. Deseaba que un día las personas dejarán de creerse superiores del uno al otro. Fueras o no religioso, todos éramos iguales.

Kimmy no podía dejar de observarlo. ¡Era guapísimo! Sus ojos la cultivaron completamente. Tenía una mirada penetrante. ¿Tal vez por qué eran marrones mieles? Ahora, se enfocó en su sonrisa de galán. ¡La sexualidad de este desconocido era tan radiante que tenía miedo de quedarse ciega!

Negó con la cabeza, intentando concentrarse en la interesante charla sobre edificios. ¡Qué fuera el hombre más atrayente y atractivo, no significaba que iba a quedarse embobada como estaban haciendo todas las mujeres de la conferencia! Sí, había estado admirándolo pero fueron pequeños segundos. Además no fue admiración, sino sorpresa. ¡Eso era! ¡No todos los días conseguías ver un hombre con estas características! Alto, musculoso, hombros anchos, unas piernas delgadas y esbeltas y con una creíble carisma. Era ese tipo de hombres que no importaba que lugar iban, siempre llamaban atención.

James estaba gozando de su gran espectáculo. Ver como de repente la conferencia se interrumpió por su culpa le hacía feliz. Amaba ser el centro de atención. Sentir las miradas sobre él era como una droga para James.

Al encontrarse con la fulminante mirada de su padre, le guiñó el ojo molestándolo más con su actitud inmadura.

Ahora que había logrado su cometido, James quiso dar la vuelta para marcharse pero una mujer le llamó completamente la atención. Aún no había visto su rostro pero se quedó totalmente hechizado, contemplando su sedoso y largo pelo. ¡Le fascinaban este tipo de cabellos! Acariciarlos, juguetear con ellos, conseguía que relajarse como nunca lo hacía.

¡Tenía que conseguir su número de teléfono! Hacía mucho tiempo que no se sentía de esta manera tan alterada cerca de una mujer.

Como un niño pequeño emocionado, quiso sentarse a su lado pero no halló un asiento libre. Solo había uno libre y era a lado de una joven que no dejaba de escribir apuntes como si estuviera en la universidad.

Soltó una carcajada al verla tan concentrada mientras que casi todos no paraban de observar cada paso que daba. ¡Era la primera vez que una persona lo ignoraba! En vez de sentirse mal, era divertido no ser el amo de las miradas.

Cuando James estuvo a punto de sentarse a su lado, la joven pelinegra levantó la mirada.

James entreabrió la boca, asombrado. 

Sus facciones eran sacadas de un cuento de hadas. ¡Tenía que ser una ninfa del bosque! No era atractiva ni guapa. Simplemente tenía una belleza única, exótica. Sus ojos marrones grisáceos, una nariz fina y puntiaguda, labios finos y rosados. Pero lo que llamaban la atención no eran sus rasgos, sino trasmitía una aura mágica. Tenía una mirada tan hechizante que no podía dejar de observarla.

¿Qué tenían las mujeres de este sitio? Se preguntó James desconcertado. Primero, la desconocida del pelo perfecto y ahora ésta con su belleza de ninfa.

Kimmy estaba atenta escuchando al presentador hablar sobre los diferentes tipos de diseños. Esto se estaba convirtiendo en una gran experiencia. ¿Y si daba un curso de diseño mientras buscaba otro empleo? De esa manera, no iba a aburrirse mientras esperaba.

De repente, sin ninguna explicación, su respiración se aceleró. Los latidos de su corazón se estaban descontrolando cada vez más. ¿Por qué este sentimiento era tan fuerte?

Cuando sintió la presencia de alguien que olía increíblemente bien, como un acto involuntario, levantó su cabeza.

¡Era él, el horrible creído, sentado a su lado! ¿Por qué solo a ella le pasaba esto? ¿Acaso no habían más sitios libres? Exclamó para ella misma, quedándose sin habla.

Las mejillas de Kimmy se volvieron rojizas cuando James no dejaba de mirarla. ¡Era muy incómodo su intensa mirada! ¡No podía soportar más ser su centro de atención!

Estuvo a punto de abrir su boca y darle su lección pero en ese mismo instante, dejó contemplarla. No le importaba si estaban o no en un lugar lleno de multitud. ¡Este desconocido no tenía el derecho de incomodarla!

Había estado tan tranquila, tan relajada pero ahora mismo no podía prestar ninguna atención. Los nervios se apoderaron totalmente de ella. A veces, sin poder evitarlo, miraba de reojo al joven pelinegro. ¡Madre mía! ¡Sus manos! Eran delicadas y finas. ¡Eran más cuidadas que las suyas!

James hubiera echado una buena siesta de lo aburrida que era la presentación si no fuera por la desconocida. Cada vez que lo miraba en secreto, soltaba una divertida sonrisa. Era demasiada adorable. Le encantaría pedirle el número de teléfono. No para tener algo como quiso con la mujer del pelo, sino empezar una amistad. ¡Era la primera vez en su vida que quería ser el amigo de una mujer!

Al notar que faltaban pocos segundos para que finalice este evento infernal, era la hora de ponerse en acción. ¡Esa mujer iba a ser suya esta noche!

James le cogió el bolígrafo a Kimmy sin pedirle permiso. Se puso de pie dejando atrás una sorprendida Kimmy. Ese comportamiento logró cabrearla. ¿Quién se creía él en cogerle sus cosas sin su permiso? ¡Esto no se iba a quedarse así!



#48457 en Novela romántica
#31974 en Otros
#4645 en Humor

En el texto hay: amor, cenicienta, hotel

Editado: 19.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.