Iker se despertó con una horrible resaca después de pasar toda la noche en esa horrorosa fiesta. Al abrir sus párpados sintió un atroz dolor en la cabeza haciéndolo sufrir como si estuviera en el mismísimo infierno.
Pero lo peor de todo era que hoy era su primera presentación como presidente en la empresa familiar. Desde que era pequeño, siempre soñó convertirse en un gran diseñador de moda a pesar de haber recibido mucho acoso de parte de sus compañeros de clase por desear una profesión poco masculina. Pero para Iker ninguna profesión tenía género. Si una mujer quería ser militar, la sociedad no debería criticarla por su elección poco femenina. Era el mismo caso lo del olor rosa y lo del el color azul. Rosa para las niñas y azul para los niños cuando en realidad hacía años era al revés. El azul siempre había sido el color de las chicas hasta la sociedad capitalista cambió eso.
Para la suerte de Iker, sus únicos amigos pero los mejores lo aceptaron sin tratar con rareza por simple hecho de querer diseñar. Desde entonces, empezó a trabajar duro para demostrar a su familia que él será un buen diseñador. Tal vez en el ambiente familiar fue el culpable de querer formar parte de ese mundo tan artístico y creativo. Ver sus padres como pasaban el tiempo creando bocetos preciosos para luego hacerlos realidad convirtiendo unas simples telas en vestidos majestuosos le abrieron los ojos.
Mientras Iker crecía, cada vez estaba tan inmerso en este mundo. Sus amigos excepto Alek no lo entendían, siempre estaban quejándose sobre su ausencia en casi todas las reuniones que hacían estos los fines de semana. A Iker le hubiera gustado estar con ellos pero lo fundamental para él era cumplir su sueño. Podía ser hijo de una pareja multimillonaria pero no quería depender de ellos. Si iba a conseguir un puesto en la empresa, deberá hacerlo con esfuerzos y sudor. Nada de privilegios y favores solo por ser el hijo de unas personas tan importantes en la sociedad.
Será la última vez que escuchará a James. ¡Esa rata podrida! Por su culpa tenía un horrible dolor de cabeza donde no podía ni ponerse de pie sin sentirse mareado. ¿Cómo carajos podrá ir a la reunión sin ser un pato mareado? ¿Por qué le pasaba justamente esto en el momento más importante de su vida? ¿Y por qué se dejó de convencer por James? Él jamás iba a fiestas de ese estilo. Gritos, sexo, drogas y mucha música ruidosa. Si iba a festejar, solía ir con su ex novia o con sus mejores amigos más calmados como Alek a un bar tranquilo para tomar unas cuantas copas o simplemente conversar al mismo tiempo que se escuchaba la música Jazz por todo el lugar.
Después de una refrescante ducha, Iker se sintió mucho mejor pero aún así podía notar la horrible resaca atacándola sin piedad.
De verdad no quería ir así pero no sabía que hacer para no sentirse tan perdido en el universo. Solo había una manera pero Iker estaba confuso sobre si era efectivo o no. Si iba a ahora al parque donde siempre iba para inspiraba, no llegará a tiempo a la reunión teniendo en cuanto que dentro de tres horas debería estar en la empresa presentable como un buen futuro presidente.
Maldición, todo esto era culpa de su mejor amigo. Pero maldecirle no servirá nada para solucionar este problema.
Harto de buscar soluciones sin salidas, Iker soltó un suspiro cargado de exasperación al mismo tiempo que terminaba de vestirse como siempre solía hacer. Un traje impecable de su marca favorita, su colonia preferida Boss por todo su cuello y encima de la ropa y por último el reloj que siempre usaba.
Se subió en su coche de Mini y directamente se dirigió al parque cerca del mar más bello de esta ciudad. Allí solo con respirar el refrescante aire todos sus males se evaporan al cielo.
Al llegar, su coche lo dejó cerca de la entrada del parque para acto seguido bajarse del auto cerrándolo detrás de él.
Cada vez que caminaba por el parque, Iker se sentía mejor.
Pero le dolieron las piernas por recorrer casi todo el parque. Lo bueno de todo esto era que faltaba poco para sentarse en el banco que siempre se sentaba para inspirarse en sus bocetos.
Al llegar a su destino, Iker se quedó mirando a una joven chica que tenía un semblante de preocupación en todo su rostro mientras rebuscaba por sus alrededores.
En cuanto él dio varios pasos hacia delante sin fijarse donde caminaba, sintió que pisaba algo. Cuando bajó su mirada, se encontró con un vestido manchado de barro. Iker se agachó de pie y lo cogió sin tener ni una pizca de asco.
En ese mismo tiempo Gretha dio la vuelta encontrando su apreciado vestido manchado en manos de un desconocido. ¿Qué clase de día es este? Gruñó encaminando hacia ese sujeto.
Al estar más cerca del desconocido, sintió que se quedaba sin oxígeno. ¡Era Iker! El heredero de la empresa donde soñaba trabajar. Siempre lo había admirado. A diferencia de los otros jóvenes ricos, él tenía los pies en la tierra. Trabajador, simpático y con un gran corazón.
Pero también era increíblemente lindo con ese rostro tan adorable. Ojos verdes. Una nariz pequeña. Y unos labios bien rosados.