Las Chicas de Izan

2

Te preguntarás cómo le hacía, y no, no hablo de cómo es que era correspondido. Aun no entiendo cómo me amaron tanto... 


Mi vida era un constante ajetreo, adrenalina pura. 


Trabajaba con Marisa, desayunamos juntos, comíamos juntos y aun así no podíamos evitar buscarnos por toda la oficina, de hincarme en cada oportunidad que se nos presentaba y besar sus manos mientras le tarareaba alguna canción de ella se moría de vergüenza mientras la hacía girar y girar, pero sabía que eso la hacía feliz. 


Siempre quise hacerla feliz. 


Mi día estaba ligado al suyo, seguíamos compitiendo, solo que esta vez los premios de consolación me dejaban como un maldito desdichado, los labios rojos e hinchados y el cabello revuelto. Debiste verla a ella, ni una arruga se le formaba... 


Marisa era exigente consigo misma y tenía una agenda muy llena. Siempre estuvo rodeada de amor, sabía ganarse a la gente y hacerse de buenos amigos, de esos que no entiendes como le duraban décadas. Cada día tenía reunión de chicas, comidas con sus compañeritos del jardín de infantes o día de padre e hija. 


Lo que me dejaba un margen para ver a Lucía o dormir oliendo el perfume de Gala. 


Pero lo tenía muy claro, yo cancelaría cualquier plan por ella. 


Yo daría mi vida por ella. 


..., yo daría mi vida por ella. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.