Las chicas de Taler

Capítulo 2

Dominika

Me levanto de la butaca lentamente para no despertar a mi hija.

— Dámela a mí, — dice Timur, extendiendo las manos, pero yo no puedo separarme de ella. Mi tibia niña huele a leche, duerme cubierta con mi blusa, y siento que mis manos echaron raíces en ella.

— ¿Puedo cargarla un poco más?, — pregunto en voz baja, mirándole suplicante a los ojos. No sé por qué hago esto. Probablemente estoy tratando de encontrar al Timur que amé durante tanto tiempo.

Pero él ya no existe, este Timur es una roca de granito impenetrable, y cuidadosamente despego al bebé de mi pecho. Ella solloza mientras duerme y arruga la nariz, preparándose para llorar. Tim la mira con los labios fruncidos y comienza a desabrocharse la camisa.

Estamos a dos pasos de su dormitorio, y yo lucho para alejarme de los recuerdos, de cómo yo misma lo hacía. Tim a menudo me pedía que le ayudara a desnudarse. O vestirse. A él le gustaba que yo metiera lentamente los botones en los ojales…

Justo delante de mí hay un torso musculoso alucinante, donde cada músculo parece estar tallado en piedra. Él también es de mi vida pasada. Me doy la vuelta diligentemente, inclino la cabeza para encerrarme tras una pared de cabello, del mío, la peluca está tirada en un rincón. Incluso cierro los ojos, pero la voz brusca de Timur hace que vuelva a la realidad.

— Esto es para que no andes desnuda por la casa, no es necesario que el personal te vea sin ropa.

Me pone la camisa sobre los hombros y me ata las mangas enfrente.

— Ve.

Muevo mis pies rápidamente, rezando en silencio para que no cambie de opinión. Miro lo menos posible a mi alrededor: todo lo que me une a esta casa es doloroso. Y yo necesito sólo emociones positivas, ¿es que quiero que mi hija experimente ansiedad y miedo junto conmigo?

Así que independientemente de lo que me suceda, solo debo ver lo bueno. Eso no es difícil. Hoy vine aquí solamente con la esperanza de ver a mi hija, y a fin de cuentas la tengo en mis brazos durante media hora. La alimenté. Timur incluso me tomó como niñera, lo que significa que estaré con mi bebé todo el tiempo, la voy a alimentar, bañar, voy a pasear con ella. Abajo, junto a la puerta, vi un cochecito, ¡es tan lindo! Ya estoy soñando con poner a mi hija allí e irnos a pasear al parque.

Me lo imagino y sonrío, soñando. No noto el escalón, tropiezo, y en el último momento Timur me atrapa junto con la niña.

— Si no vas a mirar por donde caminas cuando tienes el bebé en brazos, vas a volar de aquí en el mismo momento, — dice, pero aparta la mirada, como si le fuera desagradable mirarme.

¿Por qué "como si"? Simplemente le es desagradable y eso es todo.

— Discúlpame, — sonrío y hablo en tono de disculpa, pero Timur de todas formas no mira en mi dirección.

— Ve. Te lo advertí.

 

***

Timur organizó el dormitorio infantil junto a su propio dormitorio y cuando pasamos junto a esa puerta tan conocida, quiero cerrar los ojos. Fui feliz detrás de esa puerta, aunque no por mucho tiempo. E independientemente de lo que Tim diga sobre las mentiras, sé que nuestra hija nació del amor. Aunque haya sido sólo de mi amor, pero hubo amor. ¿Me pareció o una sombra oscura pasó por la cara de Tim?

Me doy cuenta y ahuyento los pensamientos tristes. Timur abre la puerta siguiente, entramos en el dormitorio de la niña y no puedo aguantar un grito de admiración:

— ¡Tim! ¡Qué hermoso!

Él me echa una mirada sorprendida, y yo admiro todo con absoluta sinceridad. La habitación está decorada en tonos rosa—malva, todo se combina perfectamente, comenzando con la mesa de cambio y terminando con los lazos en las cortinas.

Está claro que aquí trabajó un diseñador, pero yo misma nunca hubiera podido hacer un dormitorio infantil así para mi hija. Nos acercamos a la cuna sobre la que cuelga un dosel con un juguete musical. Timur desata las mangas de la camisa y toma al bebé.

Él mismo pone a su hija en la cuna, y veo cómo suavemente arregla su cabeza para que esté más cómoda. Con qué cuidado la cubre, cómo acaricia sus deditos, con su dedo pulgar, todos los de su hija a la vez. Timur se esfuerza mucho por ser un buen padre. Entonces, tal vez todo eso sea una tontería, que nosotros, lo niños que crecimos en el orfanato, no podemos ser buenos padres.

Mientras él se inclina sobre la cuna, meto las manos en las mangas de la camisa, es grande, puedo envolverme en ella como en una bata. ¿O es que simplemente adelgazé? Enrollo la blusa con las manchas hacia dentro y miro a mi alrededor vacilante. ¿Dónde ponerla?

Lo ideal sería volver a casa, cambiarme, preparar mis cosas. Pero la idea de que tengo que salir de esta casa me aterroriza.

Puede cambiar de opinión, matar el sueño durmiendo bien toda la noche y decidir que se equivocó al contratarme. Y no volveré a ver a mi niña. De solo pensarlo, comienzo a sudar frío. No, no, no puedo ir a ninguna parte. Le pediré a Timur sus camisetas viejas, las que no le hacen falta, pienso que no sea tacaño y me las de.

— Nika, deberías ir a casa a recoger tus cosas, — parece que lee mis pensamientos, pero yo lo interrumpo apresuradamente.




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