Las Consecuencias de esa Noche.

Capítulo 1. Infidelidad.

Carlos Russo.

 

Ya no sé qué hacer con mi matrimonio, por más que intento darle la mejor vida a mi esposa, siento que algo le hace falta, cada día la siento más distante.

 

Estoy cansado de su indiferencia, por lo que hoy decidí enfrentarla, llego a casa, pero ella no está, la llamo a su móvil y no contesta, según iba con su madre, regreso al auto y conduzco hasta la casa de su madre, debo enfrentar esto de una buena vez ya no pienso seguir en esto.

 

Al llegar un auto sé estaciona, de este baja su madre y su tía, vuelvo a marcar su número.

 

—Hola amor —contesta.

 

—Hola, Melissa, ¿Dónde estas?

 

—Estoy con mi madre ¿por qué?, Ya estás de controlador nuevamente.

 

—No, amor, segura estás con tu madre.

 

—¿¡Qué si Carlos! Qué quieres?

 

—La verdad, Melissa, tu madre acaba de llegar a su casa.

 

—Estás con mi madre...

 

—Si.

 

—Carlos que alegría verte, Melissa, me dijo que estabas de viaje.

 

—Sí, eso fue hace dos semanas señora, Emma.

 

—En verdad estás con mi madre —Vuelve a repetir incrédula.

 

—Sí, dime la verdad.

 

—Estábamos de compra y fui a  dejar a mi tía, cómo ella no tiene auto —trata de explicar.

 

—¿Porque me mientes? Melissa, ¡tú tía está frente a mí!

 

—Carlos que alegría verte.

 

—Lo mismo digo señora Ángela.

 

—Te lo puedo explicar amor.

 

—Ya no quiero tus explicaciones, Melissa, desde mañana empiezo los trámites del divorcio y no pienses que te daré un céntimo, dile a tu amante que cubra tus gastos.

 

—Carlos, amor lo podemos hablar.

 

—Te di la oportunidad varias veces, Melissa, y no la aprovechaste, adiós —Cuelgo la llamada.

 

—Adiós señora, Emma, señora Ángela, fue un gusto verlas.

 

—¿Qué es lo que sucede, Carlos? ¿por qué le hablaste a Melissa así? 

 

—Porque su hija me es infiel, la vengo siguiendo hace días, le di la oportunidad de que me dijera y no lo hizo, no me quedo más remedio que seguirla y ver dónde se mete con su amante —Subo al auto y lo pongo en marcha.

 

Como llegue a esto ni yo sé cómo fue que termine siguiendo a mi exesposa desde hoy.

 

Días antes.

 

—Hola amor —La salude al llegar a casa.

 

—Hola —Responde seca, como si yo hubiera sido un desconocido. 

 

—¿Qué te sucede, hace días actúas raro?

 

—No me sucede nada, Carlos, tendrás que cenar solo —Dice pasando páginas de la revista que lee.

 

—Como lo vengo haciendo desde hace cuatro meses ¿no?

 

—Siempre llegas tarde y no te voy a esperar para cenar.

 

—Llego tarde por qué tengo mucho trabajo.

 

—No me interesa Carlos —Suspiro y salgo de la habitación.

 

Otro día más de ese martirio que tenía, de su actitud indiferente, no sabía qué ero lo que le sucedía, no creia que la hubiera descuidado tanto. Bajo a cenar solo como lo vengo haciendo hace meses.

 

A la hora de acostarnos es otra cosa, empiezo a besarla por el hombro, pero ella me rechaza.

 

—Carlos déjame no quiero estar contigo —Dice empujándome.

 

—Dime que es lo que sucede, ya no me dejas tocarte, ni besarte, dime tienes a otro, tienes algún amante.

 

—¡No tengo a nadie! Que no quiera estar contigo no significa que tenga un amante.

 

—¿Y entonces dime qué es?

 

—Nada, solo estoy cansada.

 

—¡Cansada de que, Melissa! yo pago para que se encarguen de la casa, tú no mueves un solo dedo aquí.

 

—Me estás echando en cara lo que haces.

 

—No, pero tú siempre tienes una excusa para no tener intimidad.

 

—Ya basta, Carlos, no voy a discutir contigo, esto me da estrés —Y eso eran todos los días, unos días después decidí seguirla.

 

—Señorita, Valenzuela, saldré toda la tarde, no me pase ninguna llamada al móvil estaré incomunicado.

 

—Si señor Russo —Salí de la oficina y subí al auto, según el GPS del auto de mi esposa estaba en un restaurante.

 

Al llegar ella salió de la mano de un hombre, pensé tal vez sean amigos, pero lo siguiente me demostró otra cosa, ella lo beso de forma tan apasionante que me dolió en el fondo de mi corazón. No podía creer lo que veía.

 

Los seguí a un hotel donde estuvieron como por cinco horas, en la noche no le dije nada, estaba tan decepcionado, dolido, tenía un montón de cosas en la mente.

 

Al día siguiente hice lo mismo, le pedí a mi asistente que llamara a mi abogado, ya no quería seguir en un matrimonio donde la infidelidad y la mentirá estába de pormedio.

 

Él me aconsejó que lo mejor era iniciar el proceso de divorcio y que tomara prueba de su infidelidad y así lo hice. Se las entregué a él para que ella no quisiera nada, no pensaba darle un solo centavo, y eso me llevo al día de hoy.

 

Deseo olvidar todo de golpe, lo único que anestesiaría mi dolor en este momento es el alcohol, no dudo de ir a un bar y ahogar mi dolor.

 

Después de una botella giro hacia donde ve el barman.

 

—Es hermosa esa chica no lo cree.

 

—¿Cuál de todas? —Pregunto al ver como cuatro chicas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.