Las Consecuencias de esa Noche.

Capítulo 2. Amante.

Amante.

 

Marian Valenzuela.

 

No sé qué le pasa a mi jefe anda muy extraño últimamente y la verdad ya no sé qué escusa dar.

 

—Señorita Valenzuela, voy a salir no me pasé ninguna llamada, ya cancelo todo lo de la tardé.

 

—Si señor, pero el señor Ballakit, no deja de insistir en reunirse con usted.

 

—Pásalo para el lunes a primera hora por favor.

 

—Si señor... antes que se marche podría firmar esto, tengo que mandarlo a recursos humanos, es la jubilación de la señora Meneses —Se acerca y firma, de forma disimulada aspiro el aroma de su colonia, eso es lo único que me gusta de él.

 

El hombre es atractivo, pero tiene esposa o la tenía no sé, no me inmiscuyo en los asuntos personales suyos, y regresando al punto, como dije es atractivo, ojos verdes, una barba bien cuidada, una mandíbula de infarto y un rostro y cuerpo de modelo Calvin Klein, es el sueño de toda mujer, menos el mío claro está, aclaro no le he visto el cuerpo sin ropa, pero su cuerpo se moldea con sus trajes de vestir que le quedan muy bien.

 

—Es todo —Me mira haciéndome sentir pequeña.

 

—Sí, señor, Russo.

 

—Hasta el lunes —Asiento y vuelvo mi vista al monitor.

 

El teléfono vuelve a sonar, aún me falta dos horas para salir de este encierro, y no es que no ame mi trabajo, lo amo, pero a veces necesito huir y más cuando alguien te acosa.

 

—Buenos días Industrias Russo.

 

—Buenos días señorita, soy yo nuevamente, le dio mi mensaje al señor Russo.

 

—Sí, el señor lo atenderá el lunes a primera hora.

 

—Sin falta ¿verdad? es muy importante que nos reunamos.

 

—Si señor Ballakit, que pase una excelente tarde.

 

—Igualmente señorita, Valenzuela.

 

Tomo la carpeta y bajo a recursos humanos.

 

—Buenos días Alicia te traigo la solicitud de la señora Meneses.

 

—El lunes a primera hora la ingreso al sistema.

 

—De acuerdor, nos vemos —Subo a la oficina a terminar mi trabajo y dejar ordenada la oficina del señor Russo.

 

A las dos en punto me retiro de la oficina, subo a un taxi y le doy mi dirección.

 

Al llegar a casa tomo una ducha, ya vestida empiezo con la limpieza y recoger lo que hay tirado, tengo un hermano de dieciocho años que es un desastre con la limpieza y el orden.

 

—Marian ¿dónde éstas?

 

—En la lavandería, dónde más.

 

—Que bien porque traje el uniforme sucio.

 

—Muy lindo el señorito no, que la hermana limpie y lave todo.

 

—Hago cualquier cosa menos limpiar y ordenar —Voy con él y le doy un zape y después un beso.

 

—¿Cómo te fue?

 

—Bien, estamos listos—. Mi hermano es futbolista está en el equipo del Instituto donde asiste y pueda que pronto tenga una beca para estudiar y jugar que es su pasión.

 

—Iré a descansar hoy tengo turno en la noche.

 

—Te he dicho que dejes ese trabajo y te dediques a tus estudios.

 

—No puedo dejarte la carga a ti sola, ¿qué tal que a tu jefe le da por despedirte?

 

—No lo creo, ya son cinco años trabajando con él.

 

—Sì, tal vez consiga alguna asistente más linda que tú y no solo eso la convierte en su amante, como tú no has aceptado.

 

—Ja, él no es así, él es muy respetuoso con sus empleadas.

 

—Como tu digas —regreso a la lavandería.

 

Mi hermano y yo estamos solos en este mundo, nuestra madre murió hace cuatro años y nuestro padre pues después que mi madre se enteró que él tenía otra familia decidió dejarlo, así que poco me acuerdo de él, ya que yo tenía cuatro años y mi hermano apenas estaba formándose en el vientre, desde su separación no lo he vuelto a ver más nunca. Por ello soy precavida en no caer ante un hombre casado.

 

En la noche después de despedirme de mi hermano voy a mi habitación, me visto sexy y me maquillo.

 

Tengo que distraer mi mente de la rutina diaria de mi trabajo y además de eso debo olvidar al imbécil del cual estaba tontamente enamorada, pero resulta que él muy idiota tiene esposa y me hizo creer por tres meses que era soltero, claro que lo descubrí ayer en la tarde y hoy me voy a permitir desahogar mi pena.

 

Cada vez que me acuerdo de ello me dan ganas de buscarlo y darle donde más le duele.

 

Subo al taxi y pido que me lleve a cualquier bar, en media hora el auto se detiene.

 

—¿Ya llegamos? —Pregunto mirando cuidadosamente el lugar.

 

—Si señorita, este es un bar tranquilo donde podrá pasar una noche agradable.

 

—Muchas gracias —Entro al establecimiento y pido un mojito, después de ese mojito vinieron otros tragos que ya olvidé su nombre.

 

De pronto un hombre muy masculino se acerca a mi preguntando si espero a alguien, con mucha educación le digo que no espero a nadie, él pide sentarse, claro que le digo que puede, total en este momento no se ni dónde estoy parada.

 

Horas después me pide irnos o tal vez era a bailar no sé qué era, voy con él a no sé dónde, algo se empieza a mover y luego bajamos.

 

Lo escucho hablar no se con quién, después de eso solo siento sus labios en mi piel, minutis o segundos después siento algo suave debajo de mí y por último estoy gimiendo bajo su cuerpo y otras veces encima de su cuerpo.

 

La noche fue muy intensa y no solo eso, descubrí una parte de mí que no sabía que tenía, la embriaguez desapareció para darle paso al deseo desenfrenado y una lujuria que ni yo sabía que tenía, entre más estaba con ese hombre más deseaba de él, al igual quería demostrarle que podía ser mucho mejor en la cama que cualquier otra mujer, no me contuve.




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