Las Consecuencias de esa Noche.

Capítulo 4. ¿¡Eran celos!?.

 

 

Marian Valenzuela.

 

—¿Y esas rosas? ¿Quien te las dio? —Lo miro sin entender, sacude la cabeza. —Lo siento no fue mi intención —Dice apenado.

 

—El señor espera —Estoy conmocionada al ver su rostro contraído.

 

—Busca tu agenda y ven por favor —Dice con voz neutra.

 

—Si señor —Me alejo de él y voy a mi escritorio, busco la agenda al igual que la Tablet donde anotó todo.

 

Dejo las rosas en él escritorio y regreso a la sala de juntas, tomo asiento al lado de mi jefe como su asistente tengo que estar a su lado.

 

—Que gusto que nos acompañe señorita Marian —Le sonrió.

 

—Empecemos —Dice de mala manera el señor Russo.

 

El señor Ballakit, es el primero en exponer sus inquietudes al respecto de sus negociaciones con industrias Russo, anotó algunos puntos clave para exponérselo al señor Carlos, luego para que así él analice el tema muy a fondo.

 

Mientras anotó siento una mirada penetrante encima de mi, de solo sentirla la piel se me eriza, luego de que él señor Ballakit expusiera todo el señor Carlos respondió sus inquietudes, además de eso prometió investigar más a fondo.

 

—La señorita Valenzuela lo llamara en cuanto tenga las evaluaciones de su inquietud señor Ballakit.

 

—De acuerdo señor Russo —El mencionado asiente. —Señorita Marian esperare impaciente su llamada, me encanta escuchar su voz —Dice él con media sonrisa.

 

—Con permiso —Digo levantándome.

 

—Propio —Responden los dos.

 

Salgo de la sala de juntas y voy archivo se que es lo que procede después de esto, lo malo es que tendré que estar con el señor Carlos, encerrado en su oficina por unas buenas horas y no me agrada para nada.

 

—Es tu trabajo Marian, él es tu jefe y aunque paso todo eso aquella noche no significa nada, solo fue un error y ya —Me animó. —Además por una noche no puede cambiar todo, sigue viéndolo como tú jefe y ya —Asiento ante mis palabras. —Si eso es lo que debo hacer.

 

—Ahora hablas sola—. Dice esa voz que detesto. —Hola mi hermosa Marian —Lo ignoro por completo, de repente siento su respiración en mi cuello. —Por que me ignoras —Dice ya pegado a mi cuerpo.

 

—Aléjate de mi Ramiro.

 

—Oh vamos Marian no seas así, te extraño.

 

—Pues yo no —Digo apartándome de él.

 

—Marian aquí estás, Carlos me dijo que estabas buscando los archivos del contrato Ballakit —Asiento.

 

—Solo me hace falta uno señor Salbather—.

 

—Déjame ayudarte —Asiento y le pasó las cuatro carpetas. —Necesitabas algo Ramiro, tu departamento está en la otra planta—.

 

—Vine ofrecerle mi ayuda a la señorita Valenzuela.

 

—Regresa a tu puesto necesito una información que deje con Magali.

 

—Si señor —Ramiro se retira, al área de contabilidad que es su departamento.

 

—Marian el señor Ramírez te esta acosando.

 

—No señor—. Miento, él necesita su trabajo para el sustento de sus hijos y su esposa, aunque creo que no debo tener consideración con él, pero su familia no tiene culpa.

 

—Vamos —Asiento, al llegar entro con él a la oficina del señor Russo.

 

—Estos son todos los archivos del contrato Ballakit —digo colocando dos carpetas.

 

—Gracias puedes retirarte, si te necesito te aviso.

 

—Si señor, con permiso —Ambos asienten, me retiro ya  que es lo mejor para ambos.

 

Me siento en mi silla y recuerdo las flores tendré que buscar algo para echarlas y que no se marchiten. Busco un envase y lo lleno de agua y pongo las flores. Me centro en mi trabajo a la hora del almuerzo el teléfono suena.

 

—Diga señor Russo.

 

—Pide almuerzo para dos por favor.

 

—Si señor enseguida—. Cierro y marcó a su restaurante favorito, pido la especialidad de la casa y para el señor Salbather un risotto con pollo y una ensalada con salsa blanca.

 

Sigo con el trabajo ya que tengo que esperar a que venga el almuerzo de ambos para ir por el mío.

 

—Marian puedes venir un momento —Doy un respingo al escuchar su voz.

 

Me levanto y voy con él.

 

—Si señor.

 

—Te voy a dar unas instrucciones apuntalas —Asiento, empiezo apuntar todo lo que él me dicta. —Además de eso quiero que busques las estadísticas de estos dos último meses—.

 

—Si señor algo más.

 

—Si comunícate con mi abogado y dile que la reunión sigue en pie.

 

—Si señor —Al terminar el teléfono suena.

 

Me levanto para atenderlo en mi puesto.

 

—Puedes contestarlo aquí —Me dice mirándome fijamente.

 

Tomo el teléfono y contesto.

 

—Marian la comida ya está aquí —Me dice la recepcionista.

 

—Ya bajo —Cuelgo. —Con permiso —Salgo de la oficina y bajo a la planta baja.

 

Después de recibir la dos órdenes subo en el elevador, mi estómago gruñe al sentir ese agradable olor a comida. Al entrar acomodo los dos platillos en el pequeño comedor que tiene en su oficina.

 

—Están servidos buen provecho —Digo retirándome, tomo el teléfono y llamo al abogado. —Buenas tardes señor Jefferson lo llamaba para comunicarle sobre la reunión con el señor Russo esta sigue en pie.

 

—Gracias ahí estaré, no se a cambiado la hora verdad.

 

—No.

 

—Muchas gracias Marian.

 

—No hay de que —Cuelgo.

 

Tomo mi bolso y bajo a comer, me siento en una mesa apartada ya que la persona con la que compartía mi almuerzo esta de licencia.




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