Las Consecuencias de esa Noche

Capitulo 7 Divorcio.

 

Carlos Russo.

 

—Carlos, amor por favor necesito que me escuches, lo nuestro no puede terminar así —Sonrió.

 

—Marian toma la agenda y espérame en la oficina.

 

—Si señor —Espero que Marian se marche, en verdad tiene el descaro de decir lo nuestro.

 

—Lo nuestro Melissa, te recuerdo que ya no hay un nuestro, se acabó entiéndelo, tú lo acabaste quien sabe desde cuándo y con esto no te estoy reclamando, solo quiero que te quede claro que no hay un nosotros ya, el divorcio se dará, espero y firmes, ten la decencia de hacerlo, ahora vete, nada tienes que hacer aquí.

 

—¿Nada?... es nuestro patrimonio Carlos —Mi ceño se frunce.

 

—Nuestro patrimonio Melissa, es mi patrimonio de mi familia, no tuyo, por favor vete antes que llame a seguridad, vete por la paz sí.

 

—Esto no se va quedar así Carlos Russo, te voy a hundir y más te vale no tener nada con esa mojigata, te juro que le hago la vida un infierno —Estoy a punto de gritarle que Marian es mucho mejor que ella.

 

—No me amenaces Melissa o yo mismo me encargo de ti —Me mira sorprendida.

 

—¿Por qué me tratas así Carlos?

 

—¡Es lo que te mereces ahora vete de aquí!

 

—¡ESTO NO SE QUEDARÁ ASI CARLOS RUSSO! —Grita encolerizada caminando hacia el ascensor.

 

Suspiro y voy a la oficina.

 

—¿Estas bien? —Le pregunto le pregunto a Marian.

 

—Si… ¿qué fue lo que le dijo a su esposa, le dijo aquello? —Su rostro se sonroja.

 

—No le he dicho nada a nadie, no voy andar ventilando nuestro encuentro.

 

—No fue un encuentro solo fue… mejor olvidemos todo y pongámonos a trabajar por favor.

 

—Es lo mejor. —Digo tomando asiento.

 

Le dicto algunas juntas que tengo para la semana, después de ello Marian vuelve a su puesto de trabajo y yo salgo a ver cómo va el apartamento.

 

—Cualquier cosa llámame —Le enunció.

 

—Si señor ya le mandé todo a su correo.

 

—Gracias por ser tan eficiente —Le sonrió y subo al elevador, aun no puedo disimular esa tensión que provoca al estar cerca de ella.

 

Al llegar al apartamento ya los muchachos están esperando, los hago pasar para que empiecen a trabajar.

 

Toda la tarde la pasamos trabajando en el apartamento ya en la noche trabaje en mis obligaciones de la empresa.

 

Al día siguiente llamo a la mujer que ha estado conmigo desde que me independice.

 

—Así que ahora vivirás aquí.

 

—Sí, si quieres puedes quedarte conmigo o puedes viajar cómo gustes.

 

—Creo que me necesitas más que mis nietos.

 

—Gracias mi viejita hermosa, ha antes de irme quiero decirte que vienen a terminar de amueblar el apartamento.

 

—Está bien ve a trabajar tranquilo yo me encargo —Le sonrió y salgo del apartamento.

 

Voy a la empresa y me pongo al día con Marian y así la pasamos el día, ella en su puesto de trabajo y yo en el mío, por ahora es mejor estar en distancia, ella debe estar pensando miles de cosa con respecto a Melissa, ahora que lo pienso debo hablar con ella sobre eso.

 

—Marian podrías venir por favor.

 

—Si señor —Me acomodo la corbata y no sé por qué. —Diga señor.

 

—Me quiero disculpar por la aptitud de mi exesposa…

 

—Señor disculpe, pero prefiero olvida ese tema.

 

—Pero yo no puedo Marian, ella hizo muy mal en venir y reclamarte.

 

—No es tan importante como lo fue ayer, hoy es otro día.

 

—Está bien, aun así, no me parece lo que ella hizo mil disculpas.

 

—Pierda cuidado señor Russo.

 

—Solo era eso —No puedo estar cerca de esa mujer por mucho tiempo, siento que si la tengo más tiempo cerca de mi le voy saltar encima.

 

Marian se retira, mientras yo me concentro en mi trabajo.

 

Cuatro días después de esa conversación con Marian, solo la solicitaba para cosas de mi agenda o algo que agregar en ella, la verdad no la veía mucho por estar de reunión en reunión.

 

No tenía cara para mirarla, cada vez me parecía más atractiva, y me era imposible no desearla, cada vez que la miraba recuerdos de esa noche me azoraban, un calor y cosquilleo se instalaba en mi entrepierna que terminaba en el baño rociando mi rostro con agua fría, por lo tanto, decidí permanecer ocupado y evitarla a toda costa.

 

Melissa siguió insistiendo que tomáramos terapia de pareja como si fuese una opción para y como si yo quisiera recuperar el fatídico matrimonio que llevábamos en los últimos meses. Le deja las cosas muy claras.

 

El teléfono suena y de inmediato respondo.

 

—Señor Russo el señor Jefferson está en la línea dos —solo escuchar su voz mi piel se eriza.

 

—Gracias, ya la tomo —Marcó la línea. —Dime que son buenas noticias

 

—No tan buenas, mañana tenemos reunión con Melissa y su abogado

 

—Descuida no será tan malo, tengo mi arma para lograr un divorcio pacifico

 

—No usarás esas fotografías

 

—Dije que usaría tal recurso como última instancia y creo que ya lo amerita —hace días hable con Melissa para que firmara los papeles sin tener que ir a un juzgado, pero ella no quiso, así que si quiere que la exponga así será.

 

—¡La expondrás!

 

—No le debo nada, ni siquiera por esos años de relación

 

—Es tu decisión veremos que dicen mañana.

 

—Si no aceptan mis condiciones iremos a la corte

 

—Mos vemos a las nueve de la mañana en el centro

 




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