♡ Marian ♡
—Aun así, tienes un mes y medio para que ella se familiarice con la empresa y como se maneja tu trabajo, el que ella desempeñará cuando tú me dejes por no sé qué causas —su rostro muestra angustia.
—Señor Russo me hace sentir la peor persona de todas.
—No tienes porque, solo digo que me estas dejado a la deriva como un barco sin su capitán.
—Está exagerando le prometo que le tendré a la chica lista antes de un mes —si sigo aquí voy a terminar en sus brazos y no lo quiero.
—Ya dije que te doy mes y medio, y no está a discusión.
—Pues creo que es muy injusto, yo estuve que aprender sola y no tenía experiencia.
—Es cierto, pero no quiero empezar nuevamente así que no sería injusto, además tu aprendiste muy rápido y sabes porqué —Niego. —porque aprendes rápido te amoldas a todo y supiste amoldarte a mi ritmo…
—Señor por favor no siga —digo interrumpiéndolo, se levanta con una sonrisa seductora lo que provoca es que mis piernas tiemblen y mi corazón se agita.
—Solo un beso de esos labios, solo pruébalo una vez Marian solo una vez más.
—¿Qué? No decías que solo quería conseguir una noche de placer con aquella supuesta chica.
—Sí, pero es que me derrito solo una probada más.
—A que le temes Marian.
—A usted, a su mirada a sus labios no quiero…
Toma mis manos y la lleva a su pecho.
—Quiero hacer las cosas bien contigo Marian, pero toda tú me lo impiden.
—Yo… yo
—Si tú Marian, quiero tomarte entre mis brazos y volver hacerte mía sin importarme que.
—Señor —coloca un dedo en mis labios.
—No digas nada, no hables, solo mírame, déjame perderme en tus ojos, en los recuerdos, déjame naufragar en el océano de tu mirada —lo miro detenidamente como voy a luchar contra esto, contra sus palabras que hacen vibrar mi corazón.
Como no voy a fijarme en él, como pretendo no enamorarme de él, como le digo a mi corazón que no sienta, si con su voz vibrante hace que cada barrera que levante cada mañana él las tumbe, así serán los hombres cuando quieren que una mujer sea su amante.
—Señor Russo yo debo…
Cierro los ojos al sentir sus labios entrar en contacto con los míos, los besa de forma demandante y sin dudar ningún segundo sigo su beso que en segundos se vuelve un beso lleno de deseos, me dejo guiar hasta su escritorio creo.
—Era un beso chiquito no uno que te deshiciera en sus brazos.
—No reproches y déjame disfrutar.
—Te convertirás en su amante.
—No.
—Tienes un olor exquisito —digo presa de lo que siento en este momento.
—Me gusta más tu olor combinado con él mío.
—¡Carlos! —jadeo y me impresionó al llamarlo por su nombre y no señor.
—Mi nombre en tus labios sabe a gloria, vuelve a repetirlo.
—¡Carlos! —digo antes de apresar sus labios con los míos envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
Su lengua baila junto a la mía en una sincronía casi perfecta, siento que si sigo me desarmare en sus brazos. Nos separamos por falta de aire.
Nos miramos fijamente, tengo tantas ganas de gritarle que lo amo, que lo deseo, que pronto seremos padres, pero de inmediato caigo en cuenta que él está casado, no quiero ser rompe hogares, no quiero ser amante, dios que confusión.
—Carlos tengo que confesarle algo —acuna mi rostro.
—Sé que es así, dime de que se trata —respiro profundo y cuando pienso decirle que estoy embarazada la puerta es tocada. Cierra los ojos y apoya su frente en la mía.
—Ya vengo —dice dejando un pequeño beso en mi frente. —dime que es importante Jefferson.
—Si lo es, es sobre Melissa —me tenso de solo escuchar.
—¿Qué hay con ella?
—Está embarazada —es lo único que escucho decir, todo me empieza dar vuelta, apoyo mis manos en el escritorio.
—Lo ves Marian y tú de lanzada vas y lo besas dejándote llevar por las hormonas, eso es lo que quieres, crees que el dejara a su mujer por ti.
—Ya no me reproches estoy anuente de ello.
—¿Estás seguro? —eso me pasa por hacerme ilusiones.
—Según ella sí.
—Lo siento, señor Russo hemos terminado; empezaré a preparar a su nueva asistente, con permiso.
—Marian, tenemos una conversación pendiente –me mira al igual que él abogado.
—Ya no importa señor, cumpliré con lo estipulado no se preocupe por ello —salgo de la oficina.
Siento como si hayan agarrado mi corazón y lo hayan pisoteado una y mil veces, porque no sé, no me he hecho falsas ilusiones con él, se cuál es mi lugar, y no es que este aceptando que soy o fui su amante solo fueron momentos que nos llevaron a una noche de pasión y luego solo fueron besos, y tampoco es que el me haya prometido tener una relación. Me acerco a Estefanía y le sonrió.
—Estas dispuesta a empezar hoy mismo o lo prefieres mañana.
—Hoy, no importa no tengo nada que hacer, soy una mujer solitaria.
—Bienvenida al club.
—¿Por qué renuncias?, este trabajo es de ensueño, no me digas el jefe es un tirano.
—No él es un amor de persona —no puedo evitar sentir tristeza. —es algo estricto con la puntualidad, pero en lo demás es una buena persona —sonrió, después de todo solo me queda esa noche y este fruto de esa pasión desmedida y desenfrenada. —te guiare a como se maneja todo aquí.