Las Consecuencias de esa Noche

Capítulo 17. ¿Dónde está?

☆Carlos Russo☆

 

Después de reír un rato cene y fui a la habitación, el día de mañana es un día largo, estaré de reunión en reunión…

 

Al despertar me preparo para empezar mi día, primero tengo un desayuno con algunos inversionistas, después de este voy a la reunión con mis proveedores y así me la paso…

 

En la noche decido ir a la oficina por algunos documentos que necesito para el día de mañana, al llegar lo primero que veo es a ella, tan hermosa, tan única.

 

—Marian que haces aún aquí –lo cual agradezco internamente.

 

—Señor Russo yo… estoy terminando los documentos de la reunión mañana —dice con voz temblorosa. —¿Qué hace usted aquí? —Pregunta nerviosa.

 

—Vine por unos papeles que necesito —la miro, no sé, pero se ve más preciosa.

 

—¿Necesita ayuda? —se dónde tengo los documentos que necesito, pero pedir ayuda no estaría tan mal.

 

—Si, por favor —digo sin apartar mi mirada de ella. —Pasa —digo abriendo la puerta.

 

—¿Qué papeles son señor? —Pregunta entrando a la oficina, cierro la puerta y me acerco a ella.

 

—No necesito ningunos papeles Marian, te necesito a ti —gira hacia mí y me mira sorprendida, me acerco y poso mis manos en sus caderas, su cuerpo se estremece y a mis manos le hurguen tocar su piel.

 

—Señor por favor le pido que ya paremos esto, se lo pido —su voz suplicante me hace fruncir el ceño.

 

—Seguir con que Marian —Pregunto sin entender.

 

—Su esposa está embarazada, ella no merece que la engañé así tan vilmente, yo pensé que usted era…

 

Coloco un dedo en su boca silenciándola, no quiero que su boca pronuncie ese nombre, la mira a los ojos y sonrío.

 

—Ella no está embarazada Marian, es solo un invento de ella.

 

—No le creo, todos ustedes son iguales, no me va volver llevar a su cama con mentiras, espero que por lo que resta de mi tiempo aquí solo se dirija a mí por razones de trabajo, no más nada señor Russo, que pase buenas noches.

 

—Marian, Marian —digo saboreando su nombre, me acerco a ella, paso mis manos por su cintura abrazándola desde la espalda. —Te hablaré con pruebas y hechos, en cuanto tenga todo resuelto te buscaré y nadie ni nada te salvará de mí —niega, hundo mi rostro en su cuello y deposito un beso en él. —Verás que no soy igual a ninguno de ellos —la suelto, sale de la oficina, toma sus cosas y se va.

 

Respiro profundo, entiendo su temor, ella no quiere ser ninguna amante y tampoco quiero que lo sea, en unas semanas tendré ese certificado he iré por ella.

 

Tomo los documentos que necesitaba y salgo de la oficina…

 

Al día siguiente me la paso discutiendo algunos puntos con los inversionistas, al día siguiente concreto el contrato con los rusos y así se me pasan los días de aquí y de haya; lo cual agradezco ya que me mantiene distraído de todo, pero las noches son otra cosa no hago más que pensar en Marian, y esa noche tan desenfrenada.

 

1 mes después.

 

Ya ha pasado un mes desde aquella conversación con Marian, no he conversado con ella ya que he estado ocupado siento que este último mes no he tenido vida, no hago más que estar aquí y haya, pero hoy al fin me he desocupado un poco lo cual agradezco. La apelación de Melissa fue rechazada y su supuesto embarazo era una falsa, ella alegó que sus pruebas le salieron positivas, pero fue el médico él cual desmintió su embarazo y que sus hormonas estaban disparadas algo así.

 

Llego al restaurante dónde quede de verme con Jefferson, tomo asiento en la mesa dónde está él.

 

—¿Ya me tienes noticias? —le pregunto.

 

—Desayunemos antes —lo miro, la impaciencia se me hace notar. —contigo hay modo o es frío o es caliente.

 

—Si me conoces porque te pones en esas.

 

—Bien, cómo quieres las noticias ya preparate —se aclara la garganta y me mira con cara de sufrido. —lamento decirte que eres un hombre totalmente libre —si lo pudiera matar con la mirada lo haría en este instante. —ten, esto lo certifica, cambia esa cara.

 

—Soy hombre libre al fin —digo con emoción.

 

—Si ya puedes volver a echarte la soga al cuello con tu asistente.

 

—Aún no, primero debo arreglar las cosas con ella y si se da pues lo hago, me gusta ella si, pero quiero tomar las cosas con calma.

 

—Me parece buena idea —pido mi desayuno…

 

—Deberíamos salir y celebrar que ahora si eres hombre libre con certificado.

 

—Tal vez luego —me despido de Jefferson y conduzco a la empresa al llegar saludo a unos cuantos empleados y luego subo a mi piso.

 

Mi corazón brinca de la emoción, no puedo esperar y sentarme hablar con Marian ahora si con bases. Observó su puesto el cual está ocupado por su suplente, lo cual me extraña ya que aún le falta 14 días para que su periodo culmine.

 

—Buenos días señorita Estefanía, ¿Dónde está la señorita Marian?

 

—buenos días señor Russo, Marian no vino hoy, ayer me dijo que se iba ausentar por el día de hoy.

 

—Gracias —regreso al elevador y voy a recursos humanos. —buenos días Diana, la señorita Marian, se iba ausentar hoy.

 

—Buenos días señor, si, ella pidió permiso por el día de hoy.

 

—Puedo verlo.

 

—Si, déjeme buscarlo —Miro mi reloj. —aquí está —leo la hoja la cual dice que no asistirá a laborar por motivos personales, permiso pedido hace cinco días.

 

—Gracias —que motivos personales debe tener, será que su hermano está pasando por problemas.

 

No, si fue hace una semana es algo más, voy al estacionamiento, subo al auto y conduzco a su domicilio, debo aclarar todo con ella hoy o no podré seguir durmiendo en paz, pero sobre todo debo saber qué es lo que le ocurre, no la dejare ir tan fácil.




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