Las Consecuencias de esa Noche.

Capítulo 19. Las consecuencias de esa noche.

☆♡  Marian ♡☆

 

Él día de hoy debía ir a mi cita con el obstetra, y como era en la mañana decidí pedir permiso, además el señor Russo andaba muy ocupado, estaba segura que no se daría cuenta de mi ausencia, además iba aprovechar mi día para hacer algunas compras para Lucas, que se va a la universidad después de su graduación.

 

Cuando estaba a punto de salir apareció él, tan imponente, tan guapo, lo único que provocaba era lanzarme a sus brazos, abrazarlo y apretarlo hasta sacarle el aire de los pulmones, bueno estoy exagerando, pero es que últimamente provoca tantas sensaciones en mí.

 

No pude aguantar más y le dije sobre el embarazo, era ahora o nunca, no ser sincera me estaba carcomiendo día y noche, él no se merecía perderse el desarrollo de su hijo, casado o no debía saber de su existencia, luego de escuchar de su divorcio casi salto de la alegría, pero me contuve de hacerlo, y luego su divorcio pasó a segundo plano, no era que me importara, pero me alegraba que se haya divorciado, no por mí, ni por mi bebe, sino por él, esa mujer es despreciable, cuando llegaba a la empresa se creía la dueña del lugar y él señor Carlos, siempre corría tras ella como su chihuahua, me daba coraje, pero mi madre me enseñó a no meterme en la vida de los demás. La soporte por cinco años, su tono despectivo, su manera de mirarme, todo le soporte a esa mala mujer.

 

Ya olvidando todo lo ocurrido, de las noticias, ahora vamos camino al hospital, Carlos no suelta mí mano desde que la tomo y no me molesta en lo absoluto, pero si me da temor que pueda provocar algún accidente.

 

—Suelta mí mano por favor, no me voy a ir a ningún lado —le pido mirándolo.

 

—No te voy a soltar hasta que lleguemos —refuta.

 

—Pero…

 

—No esta a discusión Marian, desde hoy en adelante sostendré tu mano para siempre —me asombro al escucharlo.

 

—¿Para siempre? —Pregunto aturdida por sus palabras.

 

—Sí Marian, para siempre —acuna mi rostro, al detenerse en el semáforo. —eres la madre de mi hijo o hija Marian, y estaremos unidos para siempre.

 

—Ah si eso —digo con desánimo.

 

—Hey cambia ese cara, ¿sabes lo que más me gusta de ti?

 

—Que soy eficiente y buena en mi trabajo —niega.

 

—Es tu hermosa sonrisa, tú mirada, tus ojitos, eso es lo que me encanta de ti, te observe algunas veces y eso era lo que más me llamaba la atención de ti, pero en aquel entonces estaba ciego que no vi la hermosa y gran mujer que tenía frente a mí, además de eso, eres sincera y correcta, creo que jamás hubiera ocurrido nada entre nosotros si no hubiera sido por esa noche no es así —Asiento.

 

—Por mas atractivo que usted me parecía y que su colonia me encantará y me vuelve loca aún, jamás me hubiera fijado en usted —le sonrió.

 

—Así que te gusta mi colonia tendré que comprar todas las que hay —suelto una risita.

 

—No exageres.

 

—No lo hago… mm como te diste cuenta de tu embarazo.

 

—Si te soy sincera no lo sabia, pensé que mi estómago estaba sensible a los alimentos, así que saque la cita y ya lo demás lo sabe.

 

—Entonces eso quiere decir que mis malestares también son por tú embarazo.

 

—No lo sé.

 

—Le preguntaré al tal Yordin ese —hace una mueca —no mejor se lo pregunto Harry él es más confiable.

 

—Pero Harry no se especializa en ello.

 

—Aún así, pensándolo bien creo que deberíamos cambiar de médico para que lleve el control de tú embarazo.

 

—¿Por qué? —pongo mi mano libre sobre mi cadera.

 

—Porque si, no me gusta ese tal Yordin.

 

—Ni siquiera lo conoces, además es muy bueno en lo que hace, es un gran doctor y a mi me gusta.

 

—¿Qué? ¿Cómo dijiste? —dice casi que gritando.

 

—Me gusta como medico, no sea dramático señor Russo.

 

—Yo decidiré si es bueno o ¿no?, quiero lo mejor para mi hijo —lo miro detenidamente.

 

—Acaso es de esos hombres posesivos señor Russo.

 

—No lo soy, pero voy a cuidar lo que es mío.

 

—Nadie le quita nada a nadie, cada quien está donde quiere estar.

 

—Tienes mucha razón Marian siempre he pensado lo mismo —nos adentramos al estacionamiento.

 

Bajamos del auto, y lo primero que hace Carlos es tomar mi mano, subimos al elevador que nos llevara al piso de ginecología.

 

—Ya has pensado que nombre le pondrás si es niña o niño —dice posando su mano sobre mi panza la cual apenas se empieza a inflar.

 

—No he pensado en ello, pero en cuanto sepa su sexo empezaré a pensar en ello.

 

—También puedo escoger el nombre ¿verdad? —Asiento, las puertas del elevador se abren al salir nos encontramos con Harry quien mira nuestras manos.

 

—¡Carlos! No me digas que estas enfermo nuevamente, hola Marian.

 

—Buenos días señor Harry, yo iré a registrarme —digo mirando a Carlos.

 

—Iremos los dos juntos Marian, pasare luego a tu consultorio Harry.

 

—Esta bien —al llegar a recepción le doy mis datos a la enfermera la cual nos dice que en cinco minutos el doctor nos atenderá.

 

—Me muero por ver a mi retoñito —murmura Carlos.

 

—Siento mucho que te hayas perdido su dos primeras ecografía.

 

—No importa, lo importante es que desde hoy en adelante no me perderé ningún detalle de su gestación —le sonrió y asiento.

 

—Marian Valenzuela —me llama el enfermero.

 

—¿Es él? —Pregunta Carlos mirando al hombre que menciono mi nombre.

 

—No, es un enfermero —nos dirigimos a la puerta al entrar el doctor esta de espalda. —buenos días —el doctor se gira hacia nosotros, acto que hace que Carlos me pegue más a su cuerpo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.