Las Consecuencias de esa Noche.

Capítulo 22. Vivamos juntos.

 

Vivamos juntos.

 

Carlos.

 

Después de celebrar hasta embriagarnos me fui a la habitación, mientras ellos quedaron tirados en el sofá, me metí a la cama con la imagen de Marian, en mente.

 

A los días empecé a preparar los documentos necesarios para la beca de Lucas, al igual que el apartamento que le iba a regalar.

 

—Ya todo está listo para los tramites, solo debes ir a la universidad llevar estos papeles y listo.

 

—Gracias Jefferson, quiero ayudar al hermano de Marian, en todo lo que pueda —Jefferson asiente.

 

—Suerte hermano, espero que esta si sea la indicada.

 

—Estoy seguro de que ella es la mujer que quiero a mi lado, sé que aun debo conocerla, pero solo con verla y tenerla a mi lado siento que ella y yo nos debemos un amor sin final y eso es lo que quiero para nosotros.

 

—Ve despacio, si es la indicada ella no huira de tu lado.

 

—Se que no lo hará y no es porque me crea el más guapo de los hombres, sino porque ella me lo demuestra.

 

—Ahora si me retiro —asiento y vuelvo a los documentos.

 

Miro a través del cristal donde permanece Marian y sonrió, cada día me enamoro más de ella y no pierdo tiempo en hacérselo ver.

 

Días después.

 

—Hola Lucas estas muy ocupado.

 

—No, estoy en mi descanso.

 

—Podemos hablar.

 

—Sí no es nada malo, sí.

 

—No es malo, es con respecto a tus estudios.

 

—¿Qué hay con ellos?

 

—Quiero ayudarte con la universidad y tu estadía, será en un residencial que queda a veinte minutos de la universidad.

 

—¿Por qué lo haces? —pregunta. —No te sientas responsable de mí por, Marian, tú responsabilidad es con ella y tus hijos, no conmigo.

 

—No lo hago por Marian, lo hago por ti, quiero ayudarte ofrecerte un bienestar y que tu hermana no se tenga que preocupar por ti.

 

—No me parece señor Carlos, yo se lo agradezco, pero…

 

—Antes que digas algo mejor contéstame algo —digo interrumpiéndolo. —que carrera vas a estudiar.

 

—Diseño gráfico.

 

—Perfecto, que te parece si hacemos un trato tú y yo.

 

—¿Un trato? De qué se trata.

 

—Es fácil, yo te pago los estudios y cuando termines la carrera trabajas para mí empresa.

 

—¿Yo, trabajar para usted?

 

—Sí, que te parece.

 

—Genial.

 

—Trato entonces —extiendo mi mano para estrecharla con la de él.

 

Al día siguiente fui a la universidad a dejar los papeles y ver el apartamento.

 

 

Después de la graduación de Lucas, Marian y él se fueron a pasar unas pequeñas vacaciones a la casa de playa, la compre y nunca pude ir y me alegra que sea Marian quien la utilice.

 

Los días fueron muy pesados estuve tentado en decirle a Marian, que viniera a ayudarme, pero no debía interrumpir su descanso y cuando al fin termine con mis reuniones y concrete con los nuevos clientes pude respirar en paz, no dude ningún momento en ir al lado de la mujer con la que quiero compartir mi vida.

 

Al llegar a casa subí a la habitación aún el sol no salía así que decidí contemplar a Marian, durmiendo, no duerme tan lindo que digamos, pero es una imagen con la que quiero despertar todos los días.

 

Al verla abrir sus ojos sonrió al ver su cara, su cabello alborotado, me siento tan afortunado de verla al natural.

 

Le doy mimo a mis hijos, ella toma un baño y bajamos a desayunar, salimos a recorrer la playa, donde le declaro mis sentimientos, este era mi propósito al llegar aquí, decirle que la amo y que quiero una vida con ella. Al recibir su respuesta no pude evitar abrazarla y besarla.

 

—Te amo tanto, Marian.

 

—Y yo te amo igual, Carlos —nos fundimos en un delicado y tierno beso, demostrando que lo que le digo no son solo palabras.

 

Los días siguientes la veía un poco triste, sabía bien a qué se debía.

 

—Marian, amor iremos con él y si quieres nos quedamos dos semanas para que te sientas más tranquila.

 

—No quiero que dejes tu empresa abandonada, estaré bien, es solo que me da temor, nunca nos habíamos separado, pero como él dice es hora de que el abra sus alas y vuele solo.

 

—Así es amor, pero igual vamos a ir con él.

 

—Sí —me sonríe.

 

Al día siguiente partimos a la universidad de Lucas, lo ayudamos a instalarse en su apartamento, nos quedamos con él dos días.

 

—Estaré bien Marian, como ves todo está cerca.

 

—Lo sé Lucas, solo te pido que te portes bien y estudies mucho —Lucas se acerca a ella y la toma por las mejillas.

 

—Vengo a estudiar, eres mi ejemplo a seguir Marian, quiero que te sientas orgulloso de mí, todo lo que soy en día es gracias al esfuerzo de mamá y tuyo.

 

—Lucas ya me hiciste llorar —dice abrazándolo. —me llamas cada vez que puedas de acuerdo.

 

—Lo haré mi capitana —dice Lucas colocando su mano en la frente. —cuida de mi hermana te lo pido.

 

—Eso no debes pedirlo Lucas, la cuidare con mi vida se es preciso.

 

—Me quedaré tranquilo —unos cuantos abrazos más y partimos.

 

Al llegar a su casa la observo, suelta un suspiro.

 

Ya me temía esto, sé que se va a sentir sola sin su hermano, por lo tanto, es la ocasión perfecta para proponerle que vivamos juntos.

 

—Me sentiré totalmente sola desde hoy en adelante —dice con la mirada perdida hacia un punto especifico.




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