Las Consecuencias de esa Noche

Capítulo 25. Perdóname.

 

Marian.


 

—Soy… soy su… —Carlos me mira como para que sea yo quien le diga todo.

 

—Es algún ex, porque si es eso ahora yo soy la pareja de Marian —dice tomando mi mano.

 

—Él es el padre que me abandonó a mí y a mi madre embarazada.

 

—¿Tú madre estaba embarazada? —dice llevandose la mano al pecho. —Marian amor, nena yo no los abandone —me mira. —Ella estaba… nunca me dijo nada —pasa su mano por su cabeza.

 

—Es cierto, no nos abandonaste, nosotros nos alejamos de ti porque mi madre descubrió que  estabas casado —digo ignorando su pregunta.

 

—Amor por favor calma si —me dice Carlos con voz apacible. —Porque no hablan los dos en mi oficina si lo deseas.

 

—No tengo nada que hablar con este señor, Calros.

 

—Por favor Marian escúchame, eres lo único que tengo, se que te perdí a ti y a tu madre por cobarde y mentiroso, pero necesito que me escuches si después me quieres odiar hazlo, pero brindame unos minutos —niego.

 

—No lo mereces, ni siquiera nos buscaste, no te importo nada sobre mí, no te voy a reprochar por mi madre, pero yo era tu hija —digo con los ojos lagrimosos.

 

—No fue mi intención nena, yo quería estar para ustedes, pero le mentí a tu madre, además de eso mi esposa, ella enfer…

 

—No me interesa saber nada de tu vida, para mi eres un desconocido —miró a Carlos. —pueden pasar a la sala, pero yo no estaré presente con permiso —digo saliendo, voy al elevador y espero por el.

 

—Marian amor espera, Erick podrías encargarte por favor —escucho decir a Carlos.

 

Entró al elevador antes que este cierre Carlos, lo detiene y entra.

 

—No sabía que era tu padre amor —dice abrazándome.

 

—Yo tampoco sabía, su nombre se me hacía conocido, pero no sabía de dónde lo había escuchado —me frustra volver a ver a mi padre.  —Nunca se me olvido su rostro, aunque tenía siete años la última vez que lo vi, lo que más coraje da es que engaño a mi madre por ocho años.

 

—Ya amor debes olvidar eso no pienses en ello.

 

—Estoy tratando, pero fueron tantas veces que vi llorar a mi madre por su culpa.

 

—Porque no hablas con él, tal vez tenga alguna explicación, a veces los hijos no deben cargar con los problemas de los padres.

 

—Lo sé, pero es que… no sé Carlos —lo que dice Carlos es razonable, pero no puedo así nada más sentarme a charlar con él como si no hubiera pasado nada, simplemente no puedo.

 

No quiero ni saber cuando Lucas se entere que nuestro padre será uno de los socios de Carlos, tal vez y hasta lo manden a trabajar con él, no eso no lo voy a permitir.

 

—Amor qué sucede.

 

—Lucas, él solo sabe pocas cosas de nuestro padre, que le voy a decir si algún día se encuentran.

 

—Tú padre lo tiene que enfrentar algún día Marian, al igual que ustedes, tal vez podrían no sé, empezar a conocerse —niego.

 

—No voy hacer eso Carlos, lo siento pero no, creo que será mejor ir a casa, no me siento conforme estando aquí.

 

—¿Quieres que te lleve?

 

—No me iré con el chófer, ve atenderlo es importante para la empresa no te detengas por mí —acaricio su mejilla.

 

—Está bien, lo atiendo y voy contigo —asiento.

 

Voy por mi bolso y bajó junto a Carlos ya que insistió mucho, subo al auto con su ayuda.

 

El chófer me lleva al apartamento y se queda vigilando en la puerta.

 

Me ducho y me colocó algo más cómodo, no soy una persona rencorosa, pero no me gusta lo que mi padre le hizo a mi madre, sé que eran asuntos de ellos  y todo, pero debió buscarnos aunque sea brindarnos alguna ayuda.


 

Tomo mi móvil y pienso si marcarle a Lucas, aunque él no conoce a nuestro padre él tiene derecho a saber que apareció, no buscándonos pero apareció, antes de arrepentirme le marcó.

 

—Hola hermanita preciosa, ya nacieron mis sobrinos —sonrió.

 

—No, aún no faltan tres meses.

 

—¡Verdad!

 

—Si ¿cómo va todo?

 

—Bien sabes que tu hermano es un genio —niego.

 

—Pero que ego te cargas hermanito ¿Cómo te fue hoy?

 

—Bien ya voy para la práctica.

 

—Me avisas cuando tengas algún juego.

 

—Vendrás con ese panzón.

 

—Sí, ¿que tiene?

 

—No quiero que se te salga un bebé cuando grites o saltes.

 

—Por un grito o un salto no se me va salir ningún bebé —Empieza a reír.

 

—Te extraño mucho.

 

—Yo también te extraño.

 

—¿Cómo va todo con Carlos?

 

—Cada día lo amo más, como se que él me ama a mí.

 

—Me ahorras ir y darle unos buenos trancazos —Empiezo a reír.

 

—No puedo contigo —Paro de reír. —Lucas, debo decirte algo, pero no lo tomes mal.

 

—¿Qué sucede?

 

—Es nuestro padre.

 

—¿Qué hay con él?

 

—Él apareció en la oficina.

 

—¿Qué? ¿Cómo qué apareció buscando qué? Ya no lo necesitamos como para que aparezca —sabía que se iba a poner así, pero si no le contaba se iba enojar.

 

—No, nos está buscando, él es uno de los nuevos socios de Carlos.

 

—Disculpa, pero es que no me dices bien el contexto.

 

—Lo siento… Él me reconoció y me pidió hablar, pero la verdad no quiero hablar con él.




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