Las Consecuencias de esa Noche

Capítulo 27. Secuestro.

Marian.


 

Si había pasado mucho tiempo desde la última vez que vi a mi padre, pero ahora eso ha cambiado nos vemos seguido, igual él con Lucas, estoy segura que a donde mamá este, está feliz al vernos compartir con nuestros padre, y sobre todo ver como lo perdonamos. Hemos pasado página como se dice y es la mejor sensación, vivir en el pasado no es bueno para el alma y el corazón.

 

Y cambiando de tema ya estoy saliendo de mi embarazo, bueno me faltan algunas semanas, pero ya casi siento a mis bebes en mis brazos.


 

—¿Marian, amor, para dónde vas? —pregunta Carlos, saliendo del closet.


 

—A trabajar.


 

—¿A trabajar? —asiento. —amor no te quedarías en casa desde hoy —lo miro y sonrió.

 

—Cierto, y que haré aquí sola.

 

—No estarás sola, esta Elena.

 

—Bueno.

 

—Quiero que te relajes amor, sí.

 

—Sí, pero podrías mandarme algo en que pueda ayudarte.

 

—Amor quiero que te relajes completamente de acuerdo, acuérdate que luego que nazcan los gemelos no podremos dormir a gusto.

 

—Ya lo hago Carlos —sonríe y acuna mi rostro.

 

—Lo sé amor —sonrió.

 

—Ya encontraré algo que hacer, oh cómo seguir con la decoración de la habitación de los niños.

 

—No señorita, eso nos toca a los dos —hago una mueca.

 

—No importa, algo se me ocurrirá, vamos a desayunar muero de hambre —antes de salir de la habitación Carlos, me toma en sus brazos y me da un beso de esos que me dejan en las nubes.

 

—Te amo —susurra sobre mis labios.

 

—Yo te amo más —digo sonriendo.

 

Nos sentamos a desayunar entre miradas, luego nos despedimos, decido ayudar a Elena, con los quehaceres,  pero ella me manda a sentarme y no me queda de otra que obedecer.

 

Me he quedado dormida como dos veces por el aburrimiento que tengo encima.

 

**************


 

Llevo tres días en casa en los cuales ya casi me acostumbro, ahora parezco un oso dormilón, pero culpo a Carlos, por ello es que debe dejarme trabajar aunque sea sentada a su lado, pero él dice que si voy seré una distracción y no podrá avanzar con su nuevo proyecto.

 

Me miró al espejo, hoy he decidido ir a comprar algunas cosas que quiero para el cuarto de los bebés.

 

—Elena ya me voy cualquier cosa me llamas.

 

—No señora, cómo cree, yo me voy con usted esperame un minuto —dice limpiando sus manos.

 

—Está bien te espero —me siento a esperarla.

 

Y en efecto en un minuto aparece Elena, con su bolso lista para salir.

 

—Nos vamos señora.

 

—Dime Marian, por favor eso de señora es como muy no sé… demasiado cordial.

 

—Es que no puedo señora, para mi es respeto.

 

—Pero me hace sentir incómoda —digo mirándola. —Solo Inténtalo si por favor —Elena sonríe.

 

Nos disponemos a partir, al bajar subimos al auto que dispuso Carlos, para mí.

 

Al llegar bajamos y vamos a la primera boutique de bebé escogemos algunas cosas y luego seguimos nuestro recorrido en diferentes tiendas.

 

Lo hubiera hecho con Carlos, pero quería hacerlo por mi cuenta además que quería pagarlo con mi dinero.

 

—Creo que es mejor ir a almorzar —le digo a la señora Elena.

 

—Sí, debes descansar —asiento.

 

Caminamos hacia uno de los restaurantes de la plaza donde nos encontramos, de repente siento como si alguien me siguiera, hace como dos horas más o menos he sentido esa sensación como si alguien me observará.

 

Sacudo mi cabeza y me siento en una mesa, miró lo que hay en el menú para hoy, me decido por pasta, después de hacer mi pedido, vuelvo a sentir esa mirada, giro a mi lado derecho, pero lo único que veo son personas por todos lados.

 

—Será que me estoy volviendo loca.

 

—Sucede algo Señora, la notó inquieta.

 

—No Elena, estoy bien.

 

—Segura.

 

—No sé es que siento como si alguien me observará… tal vez sean cosas mías —le sonrió.

 

—A eso se le dice presentimiento Marian pueda que no esté mal tu sexto sentido.

 

—En verdad cree que alguien me observa.

 

—Pueda que sí pero no te preocupes —dice tomando mi mano y sonriendo. —debes estar tranquila, los bebés sienten tú preocupación así que relájate —asiento.

 

Mi móvil suena, lo tomó y observó la pantalla, sonrió al ver el nombre.

 

—Hola amor —dice el hombre en la pantalla.

 

—Hola mi amor —respondo.

 

—¿Dónde estás?

 

—Salí con Elena a comprar algunas cosas.

 

—Sin mí —sonrió.

 

—No te molestes, quería salir del apartamento y qué mejor lugar que un centro comercial.

 

—Pero sin mí, Marian, y sin protección —mi ceño se frunce.

 

—¿Sin protección de que Carlos? —Algo no me cuadra.

 

—Marian amor si algo te llega a pasar a ti y a los bebés me muero.

 

—¿De qué hablas Carlos, debemos cuidarnos de alguien? Sé que hay peligros en la calle, pero no soy tan descuidada.

 

—Lo sé amor, pero…

 

—Pero qué Carlos, no me has contado algo ¿verdad? ¿Dime que sucede?

 

—No es nada amor, dime dónde estás.

 

—Estoy en uno de los restaurantes del centro comercial.




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