Las Hijas del Bosque: Nostralis - Libro 1

Capítulo 24: Silencio

Abrí los ojos cuando sentí que los primeros rayos del sol me acariciaban el rostro con una calidez incómoda. Parpadeé un par de veces, intentando acostumbrarme a la nitidez de la mañana. A mi lado, Aiken dormía profundamente, roncando apenas, con un ritmo tan sereno que no pude evitar sonreír.

Me incorporé con cuidado para no despertarlo.

Entonces, desde uno de los refugios de piedra, asomó la cabeza de Liora. Miró a ambos lados con la sutileza de una ladrona escapando en plena madrugada. Detrás de ella apareció Varian, y, contra todo pronóstico, sonreía. Sonreía. No su típica mueca irónica ni su expresión de "todo está bajo control", sino una verdadera sonrisa, de esas que apenas se ven en él.

No hacía falta ser vidente para saber lo que había pasado entre ellos.

Salieron entre risas bajas y codazos discretos, hasta que notaron mi presencia. Yo los observaba con una ceja alzada, los brazos cruzados y una media sonrisa difícil de disimular.

—Buenos días... —murmuré poniéndome de pie—, tortolitos.

Las mejillas de Liora se encendieron al instante, mientras Varian recuperaba su expresión seria en menos de un segundo, como si pudiera borrar el recuerdo de esa risa con solo pensarlo. A mi lado, sentí que Aiken se removía y soltaba un resoplido de resignación. Cuando abrí la boca para provocarlos un poco más, fue Varian quien contraatacó primero:

—Así que… Aiken —dijo con tono impasible, pero con una chispa traviesa en los ojos.

Aiken se sentó de golpe, despeinado y confundido, como si lo hubieran invocado de un sueño profundo. Miró a Varian, luego a mí, y después a nuestras manos todavía entrelazadas bajo la manta.

—¿En serio vamos a hacer esto tan temprano? —murmuró, soltando mi mano con una mezcla de pudor y fastidio divertido.

—Sí —dijimos los tres al unísono.

Liora soltó una carcajada mientras se escondía el rostro entre las manos.

Nos reunimos poco después para desayunar. Algunos seguían medio dormidos, otros bromeaban con descaro. Milo estaba completamente despeinado, con una sonrisa permanente al ver a Rebecca, que se notaba feliz como pocas veces. Kaela y Rhydan compartían un trozo de pan sin disimular la cercanía. Ezren y Auren estaban en plena discusión sobre si el pan debía tostarse con fuego mágico o no.

El aire olía a sal, humo y promesas.

Fue Jenna quien interrumpió el momento con su voz firme, pero cordial.

—Entrenamiento en diez minutos. Sean lo que sean ahora... parejas, almas gemelas, futuros traidores… no me importa. Necesito soldados.

Las risas se apagaron entre murmullos, pero nadie se quejó. Todos sabíamos que el tiempo se acababa.

Mientras recogíamos lo poco que quedaba del desayuno, Aiken se acercó a mí.

—¿Estás bien? —preguntó, en voz baja, solo para mí.

Lo miré. Sus ojos ya no tenían el peso de la noche anterior, pero sí su verdad.

—Sí —respondí—. No sé qué somos. Pero sé que estoy bien contigo.

Él asintió, y por un momento, sus dedos rozaron los míos. Nada más. Pero bastó.

El sol apenas había terminado de alzarse cuando Sevrik y Zeven nos reunieron en un claro al borde del lago. Ya no había rastros de las risas de la mañana, ni del calor de la fogata. El aire estaba más frío de lo habitual, cargado de algo que no supimos nombrar al principio, pero que pronto entendimos: tensión.

—Hoy no hay plataformas flotantes ni juegos de niebla —anunció Sevrik, mientras caminaba con lentitud frente al grupo—. Hoy aprenderán a sobrevivir en condiciones adversas.

—Y a fallar —añadió Zeven, con una media sonrisa que no anunciaba nada bueno.

—¿Eso se enseña? —murmuró Milo junto a mí, con una sonrisa confiada.

—Algunos lo aprenden demasiado tarde —respondió Zeven, fulminándolo con la mirada.

Ambos mellizos alzaron las manos al mismo tiempo. En cuestión de segundos, una niebla espesa se deslizó por el suelo, cubriéndonos hasta las rodillas. Era más densa que la que habíamos visto en la batalla del día anterior, casi sólida. El mundo se volvió borroso, húmedo, sofocante.

—Entrenamiento de infiltración —dijo Sevrik, su voz resonando desde varios puntos a la vez—. Solo dos entran al núcleo. El resto observa.

—Milo y Astrid, adelante —ordenó Zeven sin esperar respuesta.

Nos miramos por un instante. Yo asentí. Él sonrió, aún seguro de sí mismo. Avanzamos juntos hacia el borde del claro, donde la niebla era aún más densa. Bastó un paso dentro para perder de vista al resto del grupo.

El silencio adentro era... anormal. Ni aves, ni viento, ni nuestras propias pisadas. Todo se sentía amortiguado, como si el agua misma nos tragara.

Milo estaba a mi lado, nos tomamos las manos en busca de apoyo, tal y como habíamos practicados con Varian. Juntos somos más.

—Milo, no me sueltes por nada del mundo. — murmure apretando levemente su mano.

—As… despreocúpate. — murmuro nuevamente. — Ya les ganamos una vez, esto será pan comido.

La confianza de Milo me hacía desconfiar más a mí. Había algo en la niebla que me hacía temer, estar atenta.

Una risa se escucho a la lejanía. Eran los mellizos que reían de las palabras de Milo.

Una mujer apareció frente a nosotros, la reconocí enseguida. Ophelia.

Estaba empapada, sus ropas desgarradas, sus ojos eran dos agujeros vacíos. Cuando intenté hablarle, ella abrió la boca primero y de ella salió agua. Se ahogaba, me gritaba sin voz. Estaba muriendo, otra vez.

—Patética… — murmuraba la visión de mi “madre” frente mío, entre ahorcadas de agua. — Eres patética.

Su cuerpo se retorcía por las cantidades de agua que expulsaba, mi instinto fue acercarme a ella. Socorrerla.

—¡Astrid! —la voz de Milo me trajo de vuelta por un segundo.

Gire mi rostro para observar cómo nuestras manos habían sido separadas, por mi culpa y mi impulso de ayudar a la mujer que me dejo abandonada.

Milo estaba forcejeando con algo: una sombra hecha de agua, como un cuerpo sin rostro que intentaba sofocarlo. Lancé una runa de Sombralith, pero el hechizo se desvió. La niebla interfería.



#3043 en Fantasía
#539 en Ciencia ficción

En el texto hay: reinos, magia, bosque jovenes aventura

Editado: 25.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.