Las Mariposas Tambien Mueren

PINCIPIO DEL FIN

3:00 AM

De madrugada todavía, el sol no había salido por el horizonte a iluminar caminos y mi familia ya estaba despierta.

Habíamos organizado durante medio mes un viaje familiar por carretera. Una playa, ni tan lejos, ni tan cerca.

Tenía los ojos cerrados y el cabello enredado, dormí tan bien que sentía que era pecado levantarme tan temprano.

-¡Amelia! - me gritó mi madre desde las escaleras. - ¡apúrate o si no llegaremos tarde y ya sabes como es tu padre!

A mi papá no le gustaba manejar ni de noche, ni de madrugada. Una vez lo asaltaron y le robaron el carro, quedo asustado después de eso. Nunca más volvió a manejar por carretera.

Eran las cuatro de la mañana y ya había salido poquito sol, estábamos arriba del carro esperando a mi padre. Siempre tardamos en salir, revisaba hasta la más meticulosa cosa, según él, siendo precavido, pero era un histérico. Todavía seguía cabeceando por el sueño que tenía.

El viaje fue lento y silencioso, nos acompañaban el ruido de otros carros. Mi hermana y yo íbamos en el celular. Mi padre concentrado viendo fijamente la carretera y mi madre leyendo.

Un silencio de tortura.

Pasaron horas y horas, hasta Pool se había aburrido. Descansaba su hocico sobre mi regazo.

El aire se fue haciendo cada vez más caliente, sabía a sal y el sol me impedía abrir por completo los ojos. Las palmeras anunciaban la cercanía de la playa. Normalmente se asocian las gaviotas con la playa, pero aquí abundan los gorriones.

-¿No es hermoso el canto de las aves? - mencionó mi hermana

Pool se levantó de golpe, las orejas rígidas y el hocico apuntando hacia el frente, como si sintiera algo. Su cola se movía rápido, pero no estaba feliz.

-Amelia, baja a ese perro, no me deja ver por el retrovisor. - gritó mi padre.

Cuando mi mano tocó su cabeza este empezó a ladrar sobre la oreja de mi padre. Ladridos de preocupación, casi como chillidos. Intenté calmarlo, mi padre se puso histérico y empezó a gritar volteando la cabeza para vernos por tiempos, primero nosotros, luego la carretera, otra vez nosotros.

Entonces lo vi. Apenas un par de metros adelante, un auto que venía hacia nosotros. Mi padre aún seguía mirándonos, con su voz llegan de gritos y órdenes que ya no escuchaba, mis oídos escucharon un chillido muy irritante dentro de mi cabeza. Fueron segundos eternos, segundos en donde quise gritarle que se volteara pero no salían las palabra. Parecían haberse atascado en mi garganta.

Lo último que recuerdo son las luces del carro contrario acercándose a nosotros, distinguí la silueta de un hombre y una niña.

Entonces todo se volvió negro.




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