Por su parte, Pedro intentaba tener comunicación con su novia cibernética; pero ella no le contestaba los mensajes, no mostraba haber estado conectada en ninguna red social, tampoco se atrevía ir en busca de ella, estaba desesperado, por su lado, a sus anchurosas ganas Lilian se divertía con su amigo con derechos, jugando con la desesperación del enamorado ambicioso. Algún tiempo después, Galilea trabajaba duramente para tener recursos con que recibir dignamente a su hijo, no había encontrado empleo más que de ayudante de las vendedoras en el mercado, solía socorrer a los comerciantes a cargar sus compras, quienes de vez en cuando le brindaban una mísera propina, otros la utilizaban para que cargara sus compras pero al final del camino su pago era una despreciable mirada y un gracias sin buenas intenciones, se le complicaba cargar las cosas de los demás, pues ya está a semanas de dar a luz.
Entre tanto, Lilian y su amigo Giovanni se divertían de la desesperación de Pedro, ella le daba acceso a su teléfono celular, se divertían al ver cuántas llamadas telefónicas sin responder habían departe del desesperado enamorado, y los numerosos mensajes de texto en redes sociales y mensajes directo al teléfono; sin embargo también hacían de las suyas viviendo la vida loca sin medir las consecuencias.
—Mira, que ternura, me ha llamado como treinta veces, me ha mandado mensaje tras mensaje. —le decía Lilian, encamada con Giovanni, en la residencia de sus padres, quiénes tampoco tenían la menor idea de que ese hombre no fuera el amigo de ella; sino el marido.
—Ay, que ternura me provoca el novio de la pobreza.
—Ay Giovanni, pues el novio de la pobreza está muy rico de otros lados.
—¿Y tu como lo sabes, corazone?
—Mi amor, me extraña, soy tuyita, deberías conocerme mejor, a caso no te mostré las fotos qué me mando de su buen pedazo d ya sabes que…
—¿Por qué no me habías compartido eso? —le preguntaba Giovanni.
—Papi, lo iba hacer pero se me pasó, al principio me mandaba fotos de su miembro erecto, pero no sin ropa, a veces estaba en short, después en ropa interior, y cuando me agarró confianza me envió una sin nadita de ropa, lo convencí con facilidad, en estos tiempos la gente esta tan desesperada por ensenar sus partes privadas con tal de llamar la atención.
—¿Y tú?
—¿yo qué?
—¿Se las ensenaste? ¿Le enviaste fotos de tu desnudez?
—Claro mi vida, mi cuerpo es hermoso, vestida o desnuda, sigo luciendo espectacular, mi desnudes es mas esplendida que mis vestiduras. —Eres una estúpida.
—¿Por qué?
—Ese pobretón no es cualquiera, esta enamorado y podría representar un peligro, si se le ocurre venir a buscarte aquí, es posible que le diga a tus padres que es tu novio, y tú jamás lo has visto más que en fotos, aunque ya digamos que ya le viste todo, y nada que decir de él, ya conoce hasta lo más discreto de tu cuerpo, sin conocerse frente a frente.
—Ay, no hagas dramas, querido.
—No son dramas, después lo lamentarás.
—No puede hacerme nada mas allá de darme placer.
—Puede jodernos, tiene fotos de tu desnudes, lo más seguro es que si se disgusta te exhiba desnuda en redes sociales.
—Que lo haga, mi cuerpo no es pecado, el que quiera verme desnuda que me vea, que me goce que no me posea.
—Lo veremos, después de eso, lo vamos a sobornar.
—Mejor desaparecerlo, así estaremos más tranquilos, los muertos no hablan. Pero de que me lo como, me lo comeré antes de que sea de los gusanos.
—Bueno, será nuestro postrecillo, porque yo también quiero comérmelo. ¿Entendido, querida mía?
—Claro babe, no lo dudes, comeremos rico, es lo bueno de los pobres, tiene un solo puerquito, lo engordan y cuando está listo, se lo comen, el será nuestro puerquito listo para comer, porque esa justo como debería. —Desafortunadamente los pensamientos de Lilian era tan liberales como peligrosos, nunca sabrían en que podría terminar tanto desenfrene.
De esta forma se fueron los meses y esta tarde adentrándose la noche Galilea estaba en sus labores de parto, auxiliada por una comadrona con la que vivía a las orillas del río, en una casa ubicada pasando la posa la remolina, en el rio El Sauce, en un alto barranco había una muy añeja casa de arcilla con tejado artesanal, allí mismo yacía ella en labores de alumbramiento, mientras una mujer luchaba por dar vida, en Pedro el odio empezaba a comerle la bondad, encerrado en su cuarto, sintiéndose burlado por una mujer que le dijo que llegaría un día a las 2:30 pm, y de esa fecha hasta el momento no ha dado su cara. Encerrado en su viejo cuarto, tirando sobre la cama, con la cabeza reclinada al espaldar, dos almohadas en su espalda, con su teléfono celular en las manos, desesperado estaba Pedro.
—¿Quién te crees para desairarme? No tienes idea de la clase de escorpión que puedo llegar a ser, te perdonaré nada más porque me conviene ser el esposo de la riqueza que heredaras, ya sé que eres hija única, se tu ubicación, gracias a que todo lo que has puesto en redes sociales incluye tu ubicación. —se levantó de su cama, asomó por la ventana, después de mover aquellas viejas cortinas, las cuales no eran del mismo color y no hacían mache con las paredes del cuarto, pues a él solo le importaba que oscurecieran su cuarto. Permaneció sentado en el arco de la venta, contemplando el devenir de la gente, mientras despotricaba sus rencorosos pensamientos.
—Un día saldré de esta odiosa pobreza, y como soy quien desea hacerlo, es hora de que yo mismo vaya en busca de mi destino, sino voy por lo que quiero, viviré como toda esa gente, acomodado en sus miserables existencias, felices con la conformidad y mediocridad. —volvió a marcar el número telefónico de su supuesta novia, llamada que de inmediato se fue al buzo, como las tantas que ya le había realizado en desesperación. Y en aquella vieja casa, Galilea había dado a luz, desde el exterior de la casa se podía auscultar tres llantos de bebes, en el interior de aquella casa, sobre la cama artesana, recostada sobre un petate, allí yacía la mujer, agotada después de dar a luz.
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Editado: 15.04.2024