Lasagna Para Cenar

Sesión #4: Emmeline

Mi mente divaga mientras observo la ciudad a través de la ventana de mi despacho. Últimamente la lluvia resulta ser más un problema que un confort inesperado caído del cielo. Como es de costumbre, el tiempo y el destino se unen para interrumpir mis pensamientos al dejar que Julian sea tan puntual como siempre y entre a mi oficina sin preocupación alguna. Esta vez parece molesto. Curiosamente contrasta con la imagen que dejó en mi mente la semana pasada. Aunque también se le nota más dispuesto a hablar.

—Buenas tardes —Digo para luego proceder a tomar la posición de siempre en nuestras sesiones— ¿Cómo estás el día de hoy?

—Creo que bien. Ha sido un día tranquilo —Asiente y cruza los brazos mientras toma asiento— 

—¿Ah, sí? ¿Qué has hecho hoy? —Juego por un instante con la pluma entre mis dedos a la vez que espero su respuesta—

—Pues… Luego del trabajo quedé de hablar con Emm donde siempre. La noté un poco extraña y estoy casi seguro de saber la razón —Se rasca el mentón, frunciendo el ceño—

—Dime que le pasa a Emmeline —Me muestro más interesada en sus palabras, tomando apuntes al respecto—

—Todo empezó hace dos noches —Suspira con impotencia al recordarlo— Fue cumpleaños de Emm, así que Francis y yo decidimos darle una fiesta sorpresa en su apartamento. Invitamos a todos los que consideramos que son sus amigos, evidentemente a su novio, a su familia e incluso a compañeros de clase para que la fiesta no se tornara aburrida de forma tan rápida

—¿Sucedió algo en la fiesta? —Ladeo mi cabeza pues también me interesa las problemáticas de la joven Emmeline incluso si solo nos hayamos conocido de forma laboral—

—Sí, más bien, algo no sucedió… Emm ha sido una chica solitaria desde que la conozco, siempre metida en su propio mundo y, cuando sale de él, se dedica a ayudar a cuanta gente se le cruce por el camino —Sonríe de manera alegre mientras piensa en la personalidad de su amiga— Pero, aunque ella insista en conseguir la mejor versión de cada uno de nosotros los mortales, siempre ha tenido un problema: Sus padres. 

—¿Sus padres? ¿Son… Abusivos o algo así? —Interrogo con preocupación a la vez que tomo apuntes—

—No no… Son… Extraños, de hecho —Una vez más, vuelve a hacer su tic recurrente de la vuelta de cigarrillo entre sus dedos— No quisiera extenderme tanto, lo que sucedió es que todos estábamos en esa fiesta, disfrutando ¡Y a ella la vi bastante feliz! Hasta que pasó lo inevitable. Sus padres no estaban por ningún lado. Los invitamos, yo no hubiera querido, pero Francis insistió. Cordialidad, le llama —Bufa con algo de enojo y cruza los brazos nuevamente— Como sea, cuando Emm se dio cuenta de que sus progenitores hacían falta, instintivamente revisó su celular. Me acerqué para comprobar que estuviera bien y solo pude ver el chat familiar básicamente vacío.

—¿No se disculparon por no llegar? ¿Le explicaron el porqué de su ausencia? —Ahora yo cruzo los brazos mientras lo cuestiono—

—Eso es lo peor, doc, ni siquiera un mensaje de “Feliz Cumpleaños” ni nada. Son unos malditos desalmados —Asume con mucho más rencor—

—Supongo que no es la primera vez que presencias ese tipo de comportamiento en los padres de Emmeline… —Me intereso, pues parece que la queja lo intenta llevar a un problema propio—

—Pues… Uhm… —Titubea al responder, haciendo que se relama los labios antes de continuar— Es cierto, no es la primera vez que sucede, sin embargo, no pensé que fueran a hacer una mierda como esa en su cumpleaños —Cierra los puños, como conteniéndose— Lo siento, no quise insultar, es solo que… Durante todo el tiempo en el que Emmeline ha estado con vida, ellos simplemente se dedican a hablar grandes cosas acerca de ella con personas poderosas. Intentan aparentar que tienen la hija perfecta, pero solo ante aquellos que pueden darles un poco de ese anhelado poder; mientras que, por el otro lado, critican su forma de vivir, de vestir y hasta de caminar cuando se encuentran hablando con los que consideran inferiores o semejantes —Expresa con suma dureza, como si se hubiera preparado para dar su discurso—

—Bueno, por como los describes, puedo suponer que son padres estrictos y sumamente cuadrados ¿No es así? —Tomo nota al respecto de su aparente rencor escondido en el fondo de sus palabras—

—¡Eso es justo lo que me molesta! ¡No toman un bando! No son los padres que la apoyan en todo como pretenden ser, pero tampoco son dictadores sin corazón. Hacen que Emm viva día y noche dudando de las cosas que quiere hacer, tratando de cumplir con expectativas inalcanzables y totalmente confusas de personas que ni siquiera se pueden dignar a mostrar un ápice de afecto al ser humano que juntos crearon —Responde de nuevo, ahora más molesto, confirmando mis notas acerca del rencor que guarda hacia ellos—

—¿Le has expresado a Emmeline lo que piensas con respecto a su situación actual? —Respondo, honestamente sorprendida, pero aliviada de que pueda hablar de forma más libre—

—Lo he intentado, pero suele pretender que no hay ningún problema al respecto y que todo está bien —Se recuesta en el sofá, dejando caer su cabeza hacia atrás y viendo el techo— Ese es su problema, es demasiado optimista y de buen corazón

—¿Cómo es un problema? —Tomo notas nuevamente mientras espero pacientemente a que responda—

—Pone a los demás antes que a sí misma. Le dice a Francis que siga componiendo, ayuda a compañeros de la universidad con sus tareas, ayuda a ancianitas en la calle, rescata gatos de árboles, me dice que venga a terapia, esas cosas. Como si viviera en un verano eterno —Dice sin mover la cabeza, simplemente haciendo ademanes— Eventualmente tendrá que ponerse a sí misma antes que a los demás. Mientras eso no pase, seguirá fingiendo estar bien, aunque en el fondo le duele que los propios seres que le dieron la vida se olvidaron del día en que la trajeron al mundo —El enojo calma al tomar un largo suspiro—




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