Las últimas noches han sido extrañas; No gracias a mí, sino a Emmeline, mi vecina. Parece que últimamente se ha vuelto un poco más ruidosa, no de forma molesta, simplemente ya no es tan silenciosa como antes. A veces escucho risas, sospecho que está haciendo pijamadas más seguido o algo así. También he escuchado que sale de su casa más temprano de lo habitual. Obviamente en los días en los que no se desvela con amigas. Es como si fuera otra persona, alguien más expresiva y honesta… ¿Será por lo que pasó con su novio el otro día? No lo sé, pero no puedo evitar preocuparme por ella. Dejaré que Julian me cuente su perspectiva con respecto a este tema, quizá él sepa más que yo.
A los pocos minutos de terminar mi monólogo habitual, el joven entra a mi despacho con una mirada algo perdida y los hombros caídos. Toma asiento en el sofá y parece derretirse en él mientras mantiene una expresión fría y seria, todo lo contrario, a lo que ha sido su sonrisa habitual.
—Buenas tardes, Julian ¿Cómo estás? —Intento hacerlo reaccionar mientras tomo asiento frente a él—
—Bien —Responde de forma cortante—
—¿Qué hiciste esta semana? —Trato de hacerlo hablar, de descubrir que piensa—
—No mucho, he estado haciendo lo habitual —Se rasca la frente y evita mi mirada—
—¿Trabajando en tu cómic?
—Exacto
—¿Y cómo vas con eso? —Me empiezo a preocupar, pero insisto en que saque sus sentimientos—
—No lo sé. Supongo que bien. Dibujé más —Suelta una débil sonrisa y se rasca la cabeza—
—¿Has podido conversarlo con tus amigos?
—Siguen algo ocupados. De hecho, la última vez que hablé con Emmeline fue el lunes. No lo sé, está rara, parece otra persona —Suspira profundamente y mira sus propias manos—
—¿Qué pasa con Emmeline? ¿Sabes qué la tiene de esa forma? ¿Alguna preocupación? ¿Algún problema? —Pregunto con algo de insistencia mientras miro al joven pensar—
—Sinceramente, no lo sé. Francis dice que la ha visto más seguido en las fiestas a las que asiste, incluso le han contado que llega a clubes a los que no suele ir, pero siempre va sola. —Se queda viendo a la nada mientras piensa— La última vez que Francis la vio, sintió como si no la conociera del todo. La vio bailando en la pista de una forma frenética, despreocupada, agitaba la cabeza para todos lados, mantenía los ojos cerrados, daba pequeños saltos al ritmo de la música… Tenía un vaso con alcohol en su mano, pero nunca le dio más de dos sorbos. No estaba ebria, según Francis, Emmeline solo estaba feliz.
—¿Y tú has notado algo parecido a lo que Francis ha visto? —Ladeo la cabeza, interesada en sus palabras—
—Está distinta, sí… —Asiente lentamente y piensa al respecto— El lunes, cuando la vi, parecía estar vestida de forma más casual. Simplemente llevaba una camiseta de manga larga algo gastada, un pantalón de mezclilla, un collar que nunca había visto y unos zapatos para correr. Aunque lo que más me llamó la atención fueron los mechones en su cabello. Primero, ahora su cabello es mucho más oscuro y tiene pequeños tintes rojizos que se confunden con el reflejo de la luz en su cabellera —Levanta la mirada, como recordando la viva imagen de su amiga— El punto es que le pregunté si iría a algún lado, me dijo que no, que solo se sentía más cómoda vestida de esa forma. Pero parecía molesta, no sé si conmigo o con alguien más, no me miraba directamente como siempre lo ha hecho, solo estaba ahí, compartiendo un café en silencio junto a mí. Quise conversar un poco y le pregunté por su libro, ya que parece tener más tiempo libre, pero ella intentó evadir el tema nuevamente. Me respondió que tenía los avances en alguna caja y que no quería buscarlos. —Niega con la cabeza, pareciendo decepcionado— Me preocupa porque siento que perdió su rumbo, no sé si fue porque terminó con Neville o pasaron otras cosas de las cuales yo no me enteré. Solo siento que no sabe a dónde va —Se queda en silencio, esperando a que lo consuele o le dé una solución—
—¿De qué más hablaron ese día? Normalmente, cuando las personas cambian su comportamiento de forma tan repentina, suelen dejar implícita la razón de este cambio ¿Seguro que no te dijo nada? —Julian suelta una pequeña risa ahogada luego de escuchar lo que le dije—
—Curiosamente, fue bastante explícita con lo que quería. Le dije que debía seguir su libro, que es un gran paso para convertirse en la maestra que ella siempre ha querido ser. Entonces ella se levantó de la mesa, me miró directamente y me dijo molesta: “No lo haré. No sé quién te crees para saber que me conoces. Todos ustedes creen que saben lo que es mejor para mí, pero eso no es cierto. Solo creen que me conocen, que saben lo que yo quiero para mi vida.”. Insistí diciéndole que ella siempre ha dicho que quiere ser maestra, así la conoció a usted ¿No? —Frunce el ceño, algo extrañado y levemente molesto— Pero entonces se enojó aún más y me respondió: “Pues ya no quiero serlo ¡Sorpresa! No quiero lidiar con malos pagos, con infantes que no se comportan, con mis padres torturándome toda mi vida con que tuve que elegir otra carrera, contigo simplemente diciendo que es lo que quiero como si supieras que es lo mejor para mí.”. Me quedé en silencio, la verdad ¿Qué podía decirle? ¿Que sí conozco lo que quiere, aunque en realidad no estoy seguro? Ni siquiera sé si debería ser yo quien debe decirle esas cosas, no sé si tengo el derecho a hacerlo —Como hace tiempo no lo había visto, los dedos de Julian se mueven como buscando su cigarrillo invisible de nuevo—
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Editado: 22.03.2024