Latidos indecisos

Capitulo VI

Esa noche, Cameron llamó a Casey y estuvieron hablando hasta que se quedó dormida. Al día siguiente, cuando Cameron se despertó, no encontró a nadie en el lugar. Le pareció raro, pero no le dio importancia, ya que ese día tenía que presentarse a su nuevo trabajo. Se puso una bufanda, un abrigo largo, botas altas de color negro y tomó su bolso. Revisó si no había mensajes de Bryan y, al ver que no, se marchó.

Llegó hasta abajo, tomó el autobús y se dirigió hacia el museo. Cuando entró, la llevaron hacia el lugar en el que iba a trabajar. Para ella, parecía un sueño poder estar en el trabajo que siempre había anhelado. Sus pensamientos estaban solo en ese momento, pero mientras daba una vuelta por el área del arte renacentista, escuchó que alguien se le acercó. Era Casey.

—Me alegro por ti... Hermosa —dijo Casey.

—No lo digas tan alto —susurró Cameron—. Te pueden escuchar.

—Pero no hay nadie, Cameron. Tranquila.

Cameron volteó a ver y, en efecto, no había nadie en esa sección.

—Perdona, no me acostumbro a esto —dijo Cameron.

—Claro, te entiendo. Escuchar a la que siempre fue tu amiga decirte eso ha de ser raro.

—¿Para ti no lo sería?

—Anhelaba que me lo dijeras desde que teníamos 19. Cameron no dijo nada. Colocó sus manos detrás de su espalda y comenzó a caminar. Casey lo hizo junto con ella, y ahí Cameron notó que llevaba una bolsa de cartón.

—¿Qué traes en la bolsa? —preguntó Cameron.

—Ah, se me había olvidado. Te traje un café y una dona con relleno de fresa —respondió Casey con una sonrisa.

—Vaya, que... que lindo gesto, Casey —dijo Cameron sonrojada.

—No te morirás si me dices amor —dijo Casey con una sonrisa pícara.

—¿Me vas a dar el café?

Casey entregó la bolsa con una sonrisa. Cameron la tomó y comenzó a revisar. Sacó el café y vio que era de las mejores marcas de café de la ciudad.

—¿Carajo? ¿Es café Solara?

—El mismo... Bueno, recuerdo que el capuchino era tu favorito, así que me tomé la libertad de pedirte uno. Era dulce, ¿no?

Cameron no pudo contener el agradecimiento. Con una gran sonrisa, agradeció, se acercó a Casey y la besó. El director carraspeó y Cameron empujó un poco a Casey.

—Em... yo, esto que vio... —dijo Cameron nerviosa.

—No te preocupes. Lo que venía a decirte es que te vamos a hacer una pequeña ceremonia de presentación. Necesito que me acompañes.

—Y yo con los trapos viejos que ando —respondió Cameron.

—Te ves bien, Cameron —dijo Casey, acomodándole el cabello y la bufanda—. Te escribo luego, Casey. Adiós.

Ambas no supieron cómo despedirse y, al final, se dieron la mano. Casey se marchó y Cameron iba con el director caminando hacia la entrada.

—Por cierto —dijo Cameron nerviosa—, lo que vio no fue nada, solamente... tenía algo en el ojo y ella...

—Cameron... con que hagas tu trabajo bien y te apasione, a mí no me importan tus gustos. Además, se ven bien juntas —respondió el director.

—Gracias, supongo.

A Cameron le dieron un momento para tomarse el café. Junto con ella, iban a presentar a dos restauradores y dos historiadores, contándola a ella. Fue algo rápido y pequeño; grabaron un video para las redes sociales y unas cuantas fotografías.

El resto del día, no habían hablado mucho con Casey por chat, fue sino hasta que salió del museo. Ahí estaba Casey esperándola.

—¿Quieres ir a comer algo? —preguntó Casey.

—Bueno, no podría decirte porque... —dijo Cameron sin terminar la frase, sacó su celular y vio que no había mensajes de Bryan.

—Ya bueno, vamos —respondió Cameron.

Ambas se subieron al carro de Casey. Fueron a un lugar alejado, un restaurante elegante. Ambas cenaron, rieron y la pasaron bien. Celebraron el nuevo empleo de Cameron. Casey nunca estuvo más contenta en su vida; por fin, después de tanto tiempo, Cameron sabía lo que sentía, y más que correspondida, esto parecía un sueño.

Luego de comer, Casey fue a dejar a Cameron a su departamento. Se despidieron con un beso y Cameron subió hasta su habitación.
Cuando metió la llave, se dio cuenta de que alguien había entrado. Revisó su celular antes de entrar y no había nada. Al entrar, vio las luces encendidas, el abrigo de Bryan en el sillón y un olor fuerte a alcohol.

—¿Bryan? ¿Eres tú? Ya vi tu abrigo. A ver, ¿por qué no me dijiste nada en todo el día? Estuve esperando tu mensaje. Si te contara, hoy fue un día espectacular. Me presentaron, estuve dando unos pequeños tours aparte, conocí a gran parte de los miembros. No sabía que tuvieran tan pocos restauradores, bueno, han de estar buscando más.

—¿Estabas con ella? —preguntó Bryan.

—¿De quién hablas? —respondió Cameron.

—De tu amiga... Casey... Andabas con ella, ¿no?

—Bryan, no. Estaba trabajando y no veo a Casey desde... ¿un año? ¿Bebiste?

—Eso ya no te tiene que importar —dijo Bryan con un tono agresivo.

—Soy tu pareja... —empezó a decir Cameron.

—¿Lo eres? —interrumpió Bryan, y Cameron no dijo nada.

—¿Estás terminando conmigo?

—Vi los mensajes que te envías con tu supuesta amiga... —dijo Bryan con ironía.

Cameron suspiró, se sentó y se cruzó de brazos.

—Aunque sé la respuesta, igual pregunto: ¿es verdad?

—Sí... —respondió Cameron sin rodeos.

Bryan tomó una silla y se sentó, a duras penas pudo, estaba muy ebrio. Soltó un par de lágrimas y luego se reincorporó.

—¿Hace... cuánto? —preguntó Bryan con voz temblorosa.

—No te diré... Bryan, estás ebrio. No puedo esperar que tú tomes las cosas con calma y...

—Solo dime —interrumpió Bryan.

—Un... un año —respondió Cameron finalmente.

Bryan rio. Cameron solo lo observaba desde el sillón.

—Bien... mis cosas ya no están en tu closet y... me tomé la libertad de algo más —dijo Bryan con una sonrisa maliciosa.

Bryan sacó su celular, abrió un chat y habló.

—Me tuviste un año engañado. Siempre pensé que yo era importante para ti, que lo nuestro era importante. Ahora —dijo riendo—, ahora me doy cuenta de muchas cosas, pero bueno. Si tú me jodiste la vida, creo que es justo que lo devuelva.




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