Layan: "Primer amor, primer caos"

3. El mensaje que nunca llegó.

Layan

Despierto de golpe. Lo primero que hago es buscar mi celular. No sé si por costumbre o por ansiedad. Aún no hay respuesta. Andrés no me ha contestado. Miro la hora: 7:56 a.m. Domingo.

¿Y si no le llegó el mensaje? ¿Y si lo leyó y decidió ignorarlo? Suspiro. Lo dejo sobre la almohada y trato de distraerme.

Me levanto, me lavo la cara, arreglo mi cabello con los dedos, agarro mi celular de nuevo y bajo al comedor. Nancy ya está allí, dándole órdenes a Emilia. La saludo con un beso.

—Hola, Emi —saludo. Ella apenas me responde con un gesto mientras sigue exprimiendo naranjas. Nancy me abraza y me acompaña hacia la mesa.

—Me contaron que fuiste a una fiesta. ¿Cómo estuvo?

Abro la boca para contestar, pero el sonido de mi celular me interrumpe. El corazón me da un salto.

¿Será Andrés? No. Es Emma.

—Ah… —musito con desilusión, y contesto—. Hola, Em.

—¡Layan, cuéntame todo! Supe que sí fuiste a la fiesta de Alison. ¿Qué tal estuvo? ¡Mis papás no me dejaron ir!

—No te perdiste de nada. En serio, mejor que no asististe. Si no fuera porque volví a ver a… un amigo, me habría arrepentido completamente de haber ido.

—¿De verdad?

—Sí.

—Eso me lo tienes que contar con lujo de detalles. ¿Vas a estar en tu casa?

—Sí.

—¡Entonces salgo para allá! —me dice, y cuelga sin dejarme responder.

—La mueve el chisme —comento a Nancy, que me observa con una ceja levantada.

En ese momento aparecen mis papás, sonrientes y cariñosos, como siempre. Me saludan con entusiasmo. Me sorprende verlos ya vestidos, nada de pijamas. Es domingo, apenas son las ocho.

—¿Y si jugamos en la piscina? —oigo a Dorian acercarse.

—No. Estoy enojada contigo. Me dijiste burra, ¿lo recuerdas?

—Pero no mentí. Eres burra para las matemáticas.

—Ahí van otra vez —digo, sentándome en mi silla.

—Dorian —espeta mi hermana Hallie, apretando los dientes.

—Niños, es muy temprano para empezar a pelear —dice papá, arrastrando una silla para que mamá se siente a su lado.

—Deja de decirle eso a tu hermana —advierte mamá, cansada de lo mismo.

—Mami… —dice Dorian haciendo pucheros, ese gesto siempre le funciona.

—Nada —responde ella con firmeza—. Nancy, por favor, que nos sirvan ya.

—¿Y ustedes a dónde van tan temprano? —pregunto, es obvio que van a salir.

Mamá me lanza una mirada.

—Al club, te lo dije ayer. Creí que estarías lista.

—Ah… —me quedo pensando. En ese momento me señala con el dedo.

—¡Dios, esas ojeras! ¿Te desvelaste?

—Un poquito —respondo, mientras veo a papá acomodarse. Cruza los brazos sobre la mesa y me mira con atención.

—Espero que ese desvelo haya sido por pensar en lo que pasó en la dichosa fiesta, y no por otra cosa —dice con un tono que me hace pensar: ¿a qué se refiere?

Mamá frunce el ceño.

—¿A qué te refieres?

Papá me mira. Con los ojos, me pide que hable. Supuse que esta conversación sería privada, pero no echa a mis hermanos.

Agacho la cabeza, me siento tonta, pero empiezo a hablar.

—La fiesta no estuvo tan buena como creí. Además, no solo la organizó Alison sino también su hermano y por ende hubo chicos más grandes.

—¿Qué?, y sus padres…

—Mami —la interrumpo—, Alison mintió, bueno, les mintió a ustedes, sus padres no estaban en la casa, es más, ni siquiera están en la ciudad.

—Desde ahí, podemos deducir que todo en esa familia está mal. Porque cuando los hijos empiezan a mentir —papá hace contacto visual con todos nosotros—, es sinónimo de que la relación familiar está fallando.

Hallie y Dorian escuchan en silencio.

—¿Qué más pasó? —pregunta mamá, bajando la voz.

Todo se queda en silencio. Yo sigo. Les cuento todo, sin omitir detalles. Cuando narro lo que pasó con Izan, me vuelve esa sensación fea de miedo y nervios.

—Y así terminó mi salida —concluyo.

Mamá me mira angustiada. Alarga el brazo y toma mis manos.

—Mi amor… siento tanto que hayas tenido que pasar por eso en tu primera fiesta.

—Ya pasó, mami. Todo está bien.

—No, mi amor. No todo está bien. La actitud de Izan no está bien. Anoche fuiste tú. Mañana puede ser otra chica. ¿Qué habría pasado si ese joven no te ayudaba? No, eso no lo podemos dejar así. Voy a hablar con su mamá.

—Concuerdo contigo, amor —dice papá.

Pienso que están exagerando. Izan no es malo. Solo fue… un idiota. Pero no me atrevo a contradecirlos.

—Es increíble —murmura mamá.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.