Layan: "Primer amor, primer caos"

12. Una noche especial.

Nolan

Quince años. Increíble cómo pasa el tiempo. Quince años desde que mi vida cambió para siempre. No suelo recordar lo que ocurrió aquel día con cada cumpleaños de Layan, pero hoy... hoy en particular no puedo evitar pensar en ello.

Mi llanto. Mi impotencia. Las ganas de rendirme. A veces me pregunto qué habría pasado si la hubiera entregado a las autoridades. ¿Cómo sería mi vida ahora? Quedarme con ella ha sido la mejor decisión de mi vida. Una verdadera bendición.

Sé que nos espera un camino largo e intenso, pero también sé que el amor que nos tenemos lo puede todo. Cada año le pido a Dios sabiduría para guiarla, para ser su apoyo incondicional. Tengo tres hijos, pero siento que, de los tres, Layan a pesar de su carácter y formación es la más vulnerable.

No quería fiesta; prefería un viaje con sus amigas, más adelante. Acepté, porque a esta edad cambian de opinión a cada rato. Sin embargo, jamás la dejaría viajar sola aún. Estoy aprendiendo que criar a una adolescente es un juego de tira y afloja.

Hay que negociar, ceder un poco y al mismo tiempo dejar claro que tú eres el adulto. Validar su opinión, sí, pero que entienda que la última palabra la tienes tú.

Reunir a todas las personas que han sido parte de nuestras vidas durante estos quince años no fue difícil. Layan se gana el cariño de quien la conoce. Ver su cara de sorpresa y gratitud al encontrar aquí a su abuela, sus tíos, primos y mejores amigos… no tiene precio.

Todos la abrazan, la felicitan, la llenan de besos. Su emoción al ver a Emma es tan genuina... Quien diría que cuando niñas se peleaban por todo. Hoy son mejores amigas.

Me hago a un lado dejando que la protagonista de este hermoso momento lo disfrute. De repente siento que unos brazos se entrelazan en mi cintura. Me giro y me encuentro con esos ojos que me matan. Sonrío.

—Gracias por ser el mejor hombre y padre del mundo —me dice Sabik, antes de besarme.

—Está feliz al igual que yo por verla así.

—No solo ella —añade—. Mira a Hallie y a Dorian bailando con la gran señora Grace. ¿Quién lo diría?

Los miro con ternura y un amor profundo, por lo que se me escapa un suspiro.

—Están creciendo demasiado rápido —digo con tristeza al ver a mis hijos más pequeños disfrutar de la reunión.

—Pues sí...

—Oye —la tomo de la cintura con propiedad—. ¿No crees que podríamos con un par más?

Ella me mira con picardía.

—¿Estás seguro, mi amor?

—Sí. El presupuesto nos alcanza para dos más —digo, mirando sus labios.

—Mmm... podríamos buscarlos hoy mismo... digo, si quieres.

—Siempre quiero —le doy una nalgada discreta. Ella me pellizca el brazo antes de acudir al llamado de nuestro hijo menor.

Veo que Omar se acerca. Me acomodo de nuevo en mi posición.

—Ten —dice, tendiéndome un vaso—. Supuse que nadie te había traído algo de beber.

—Como siempre, buen servicio, primito —le digo, agradecido.

—Buena idea eso de juntar a toda la familia —comenta, mirando hacia la pista.

—Lo importante es que ella esté feliz. Así quiero verla siempre, contenta, creciendo sana... sin cargar culpas que no le pertenecen.

—¡Ey! —busca mi mirada. Lo miro. —¿Qué quieres decir? ¿Hay algo que amenace la tranquilidad de mi muñeca?

—Pues... —siseo y me callo con la aparición de...

—¿Andrés? ¿Qué hace ese muchacho aquí? —pregunto, viendo cómo se acerca a Layan. Ella lo mira con los ojos muy abiertos, se lleva las manos a la boca. Su expresión me inquieta.

Él sonríe. Su actitud es tranquila, nada fuera de lo normal. Se acerca a ella y le entrega un hermoso ramo de rosas. Todos los presentes los miran. Sabik busca mis ojos. Asiento. Ella sabe qué hacer. Se aproxima a él y le da la bienvenida.

—Lo invité yo. Porque al parecer tú no estás viendo más allá —me increpa. Cree que se las sabe todas.

—¿En serio crees eso?

—¿No es así?

—Claro que no. No creas que ese muchacho está en la empresa solo porque es un buen chico, con capacidades, ambiciones. No —confieso con una ceja elevada. Él se queda mudo, viéndome con gran asombro.

—¿Qué quieres decir? Que lo metiste a la empresa porque crees que pueda fijarse en nuestra princesa.

Suelto un suspiro, doy la espalda a la pista. Sabik tiene la situación bajo control.

—Al enemigo hay que tenerlo cerca —digo en tono figurado—. Aunque, cuanto más lo conozco, más claro tengo que por su parte no hay peligro. Pero...

—Layan —me interrumpe. —Yo la veo muy emocionada con él y me da mucho gusto saber que no estás dormido como pensé.

—Por favor Omar —hago una mueca—. Me di cuenta que la deslumbró desde que me conto que la defendió de aquel muchacho en esa fiesta a la que fue. Desde ese momento supe que empezaba a aparecer una red flag.

—Primo mío —mira hacia dónde está mi niña, yo también volteo y la veo hablando con Andrés y Emma tan feliz tan contenta—. Pero yo no lo veo a él entusiasmado con ella, mira... Solo es una amiga más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.