Layan: "Primer amor, primer caos"

15. Comentarios que influencian.

Layan

Papá me limpia las lágrimas y me dice que todo estará bien. Le creo. A los pocos minutos ingresa mi mamá. Se sorprende al vernos abrazados.

—¿Qué sucede, mi amor? ¿Estás bien? —se acerca a mí y luego mira a papá, seguramente pensó que él tiene que ver con mi estado.

—Sí, mami, todo está bien.

—Qué bueno —pronuncia con sospecha—. En la sala está Tyler, te quiere ver.

—¿Está aquí? —digo despegándome del pecho de papá y luego lo miro a él, como pidiéndole permiso de ir con mi padre biológico.

—Ve —ordena moviendo la cabeza hacia la salida, y así lo hago. Mi relación con Tyler es buena, le tengo cariño, pero nunca cambiaría a mi papá Nolan por nadie. Ellos se quedan en el estudio.

—Mi amor, mi niña grande —expresa Tyler al verme.

—Hola, Tyler, buenos días —lo saludo y él abre sus brazos para recibirme.

—Feliz cumpleaños, mi señorita. Te quiero mucho, mi amor. Que cumplas todos tus sueños, metas... recuerda que tú todo lo puedes lograr, mi cielo —me da un beso en la frente—. ¿Cómo te terminó de ir ayer?

—Bien, la pasé genial.

Nos quedamos callados y viéndonos.

—Me alegro mucho —rompe el silencio. Y pronto aparecen mis papás. Él levanta la mirada—. Te traje esto —saca del bolsillo de su pantalón un sobre—. Espero que tus papás no tengan inconveniente.

—¿Qué es? —pronuncio al recibirlo y no espero más, lo abro. Me sorprendo al ver tanto dinero junto.

—No sabía qué regalarte, y pues se me ocurrió...

—¿Dinero? —interviene mi papá y lo enfrenta con la mirada. Eso no es bueno.

—Sí, es que...

—Tyler, hace años te dije que no era necesario que le dieras dinero, y ahora te lo repito. A mi hija no le hace falta nada.

—Lo sé, pero es mi hija y no me puedes prohibir tener atenciones con ella.

—Claro, y el mejor regalo que se te ocurrió fue entregarle plata, qué grandiosa idea. Una adolescente como mi hija —lo recalca—, no necesita dinero en efectivo.

—Papi... —le digo, porque la situación para mí es un poco tensa y difícil.

—Por favor, calma —interviene mamá—. Tengo la solución: Tyler, claro que puedes tener atenciones con Layan. Ahora bien, dinero en efectivo no creo que sea un buen regalo, sobre todo si es una cantidad grande, así que lo vamos a aceptar y lo vamos a depositar en la cuenta que Layan tiene desde que tiene cinco años.

Papá la mira con una seriedad que a cualquiera deja frío. Como si le recriminara la opción que acaba de darnos.

—No sabía que tenías una cuenta bancaria —se dirige a mí Tyler.

—Sí, como sabes, he trabajado para algunas marcas desde que tengo cinco, y pues mis papás todo ese dinero lo han guardado en el banco.

—Qué bueno. Luego me pasas el número.

Asiento.

Se despide de mí dándome un beso en la frente y un fuerte abrazo. Le entrego el sobre con el dinero. Noto a papá molesto.

—Muchas gracias y disculpen la molestia —se despide de mis padres.

—Solo a él se le puede ocurrir regalarte eso. ¡Qué le pasa!

—Nolan, ya. Tyler no es bueno con detalles, pero no puedes negarte a que quiera regalarle algo a su... —se calla—, a Layan —corrige tras ver la expresión de papá.

Los miro a los dos con seriedad.

—Yo... yo me voy a mi habitación. Necesito estar sola —les digo, sintiéndome contrariada.

—Layan, Layan.

—Déjala —oigo detrás de mí.

La situación con Tyler y papá es tensa. Ahora que me doy cuenta de las cosas, entiendo que él también fue una víctima de Samara: le ocultó que estaba embarazada de él. A veces me pregunto cómo habría sido mi historia si él hubiese sabido de mí.

A Tyler le quitaron la oportunidad de ser papá como es debido, y es comprensible que quiera estar en mi vida. Y aunque yo ame a Nolan por sobre todas las cosas, no voy a dejar de seguir tratando con mi papá biológico.

Saco mi cuaderno de dibujo y veo que el rostro de Andrés sigue sin terminar. Mis dedos tocan los trazos hechos, imaginándome que es su linda carita. Me propongo seguir con aquel dibujo como una forma de liberar tensiones. Dibujar y pintar son pasiones que me ayudan con el estrés, la ansiedad y hasta con el miedo.

Al día siguiente llego al colegio y hay un movimiento inusual. Por los murmullos en el pasillo sé que están hablando de las animadoras de la universidad de Columbia. No veo a Em por ningún lado, así que me voy hasta la cancha de fútbol donde están las chicas.

No hay rastro de sol, al contrario, la temperatura está baja, pero ahí están ellas, con moños perfectos, uniformadas con faldas diminutas, como si el frío que azota a la ciudad no les importara, no les tocara los huesos.

Medio colegio está aquí viéndolas. Esto es nuevo para nosotros, y por lo mismo hay interés, aunque la mayoría de chicos están por ver a las chicas que llaman mucho la atención.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.