Layan: "Primer amor, primer caos"

16. Entre amigas.

Layan

Me pongo de pie y me acomodo la mochila, lo miro.

—Lo siento, pero no. No puedo hacer eso —le respondo viéndolo a los ojos.

—¿Por qué?, no me digas que tienes miedo.

—No es miedo, solo hago lo correcto. No voy a lugares desconocidos con gente que no mantengo una relación estrecha —explico y siento su mirada pasearse por todo mi cuerpo haciéndome sentir incómoda.

—Como dices eso, claro que me conoces.

—Sé que eres el hermano de Alison, te he visto unas cuantas veces, pero nada más.

—Ah… —se resigna, lo veo morderse los labios—. Si fuera Andrés sería distinto, verdad. Pero a él tampoco lo conoces —sonríe de lado.

No le respondo.

—Entiendo, con él, si te irías, porque te gusta, o me equivoco.

Me pongo nerviosa y trato de disimular.

—No es cierto —lo niego.

—Se te nota, y a él también.

—¿Le gusto? —pregunto dejándome en evidencia, pero ya es tarde para retroceder.

—Mmm. Sí, no me lo dijo directamente, pero me lo insinuó —confiesa, pero no sé si creerle. Me abro paso y camino alejándome de él.

—Si quieres saber más, o quieres ir a dar una vuelta, solo búscame —grita. Acelero el paso para llegar a mi salón.

Emma pone cara de sorpresa al verme. La maestra ya no está, ocupo mi asiento y de inmediato ya la tengo a mi lado interrogándome.

—¿Qué pasó?, por qué llegas a esta hora.

—Fui al entrenamiento de las animadoras, se me pasó el tiempo y cuando me di cuenta ya era tarde. Luego me pasas los apuntes, por favor.

—Claro —me responde y ya no hablamos más, porque justo entra el profesor de Literatura.

No me puedo concentrar. Pienso en lo que me dijo Ian.

«¿Será cierto? ¿De verdad Andrés le habló de sus sentimientos hacia mí? Pero… ¿Por qué no me lo dice directamente? Seguro piensa en las consecuencias si papá se entera. Es obvio… Pero podríamos ser novios sin decirle a nadie»

—Señorita Collins. Señorita Collins —oigo a lo lejos y tardo en contestar, estoy tan perdida en mis pensamientos que solo reacciono porque siento que me punzan con un bolígrafo en la espalda. Lo que hace que vuelva a la realidad.

—Lo siento, míster.

—Por favor aterrice. Si quiere, puede salir de mi clase y seguir en la luna. Parece que es más interesante.

—Lo siento —vuelvo a repetir y trato de enfocarme. El tiempo pasa lento, y por más que pongo de parte no puedo concentrarme.

Siento un alivio inmenso cuando termina la clase.

—No tienes que decirme por quién estás en el aire. Es evidente. Se nota la enorme ‘A’ que tienes en la frente —dice Emma, burlándose. Sonrío apenas. Mientras vamos hacia la cafetería, le cuento lo que me dijo Ian.

—Qué bueno que no te fuiste con él. Ese sí habría sido un gran error.

—No solo eso, imagínate si Andrés se hubiera enterado, habría pensado cosas que no son. Dejemos ese tema ahí, mejor cuéntame cómo te fue con Henry.

—Pues ya somos novios —me confiesa feliz. Suelto un grito cargado de emoción y la abrazo.

—¡Felicidades! —le digo sin soltarme, realmente estoy feliz por ella.

—Mira lo que me dio cuando le dije que sí —lleva las manos al cuello y saca una cadena con un dije en forma de medio corazón—. La otra mitad la tiene él.

—Em, ¡qué lindo detalle! —analizo la joya que tengo entre mis dedos.

—Sí, Henry es tan tierno.

—¿Y ya se dieron un beso? —pregunto con mucha curiosidad.

—Pues cuando le dije que si quería ser su novia me dio un beso —cuenta y yo no parpadeo ansiosa por conocer detalles. —Solo rozamos nuestros labios.

—¿Nada más? ¿No fue como en las películas… ya sabes, con lengua?

—No. Fue un beso tierno.

—Ah… —expreso. Ocupamos una mesa y antes de pedir algo de comer seguimos con nuestro tema. —Y ya se lo contaste a tus papás.

Pone cara de sufrimiento.

—No, y no sé cómo lo vayan a tomar. Sobre todo, mi papá que desde que se hizo amigo del tuyo actúa igual.

—Entonces prepárate, porque los adultos no nos entienden, aunque digan que sí.

Seguimos conversando, cuando llega Erika, la chica más popular del colegio.

—Hola, bellezas, Em, felicidades, ya me contaron que ya tienes novio.

—¿Te lo dijo él? —pregunta Emma, algo inquieta.

—No. Ya sabes, él es un cerebrito, pero también es mudo —nos reímos—. Los rumores están por todo el colegio. Y me alegro mucho, estás dejando de ser una niñita para convertirte en una mujer.

Em, y yo nos miramos tras su comentario un poco incómodas. Justo en ese momento pasa una chica del último año. No lleva el suéter, solo la blusa, y noto que le ha crecido el busto de forma impresionante.

—¿Cuándo le crecieron tanto? La recuerdo plana como nosotras —comento.




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