Layan: "Primer amor, primer caos"

LA AMIGA INCÓMODA, EL PRIMO Y LAS GANAS

—Vayan a la piscina con los demás y disfruten sus vacaciones.

Andrés me toma de la mano y nos dirigimos a la zona húmeda. La música está a todo volumen, mis amigos metidos en el agua. Me lo esperaba, ellos sí que saben disfrutar de sus vacaciones.

Al vernos, chillan de emoción. Alison me invita a la piscina. Tan boba, está viendo que recién llego y que no traigo traje de baño. Andrés me toma de la cintura; puedo sentir que está muy contento de tenerme aquí, y yo feliz también.

Una empleada de la casa se hizo cargo de Oreo, y puedo estar tranquila: está bien cuidado. Al otro extremo de la piscina hay cuatro chicos: tres hombres y una mujer que están viendo algo en una tableta. Debe ser algo interesante porque se ríen a carcajadas.

Andrés los mira y arruga la frente con una mueca de sorpresa.

—¿Y esos qué hacen aquí? —dice—. No los invité.

En ese momento aparece la empleada joven.

—Joven Andrés, tiene una llamada desde Brasil —comenta.

Él frunce el ceño, me mira y dice que ya vuelve.

—Okay —le contesto.

Se acerca a mí Emma.

—Amiga, qué bueno que ya estás aquí. Te daría un abrazo, pero te mojaría toda la ropa.

Reímos juntas y nos dedicamos una mirada cómplice, justo cuando vemos acercarse a la chica que estaba con el grupo de los tres chicos. Liam sale del agua, toma a Em en sus brazos y salta directo a la piscina, salpicando a todo el mundo y dejándome sola con la desconocida.

—Hola —saluda moviéndose toda ella.

No soy de juzgar a las personas a primera vista, pero con esta mujer me pasa algo extraño: el rechazo es inmediato. No me gusta su presencia, siento algo raro. Sin embargo, soy una mujer educada, así que le respondo.

—Hola —finjo una sonrisa.

—Supongo que eres amiga de Andrés.

—No, soy su novia —respondo de manera displicente, a ver si se da cuenta de que está siendo impertinente y se marcha. Pero no, sigue a mi lado. Yo pongo la mirada en la piscina, viendo cómo las parejitas se divierten, hacen bailes graciosos y hasta se besan.

—Yo soy Marcela —extiende su mano esperando que yo estreche la suya. Con desgano le doy la mano. —Soy la mejor amiga de Andrés. Él nunca me ha hablado de ti.

La fulmino con la mirada.

—Supongo que se le olvidó —completa.

—¿De dónde eres? Porque nunca te he visto por aquí. No tienes pinta de brasileña… bueno, sí, pero no. Lo has escuchado hablar en portugués. El idioma lo aprendió muy rápido, se le dan los idiomas.

Esta mujer está sacando mi lado malo. Qué básica, vacía, hueca es. Decido no contestarle; solo sonrío con fastidio.

—Supongo que sabes idiomas, aunque... —se queda callada, pero me mira de pies a cabeza—. Sabes, —hace una semana estuve en Europa, no me lo vas a creer... —me agarra del brazo. Con la mirada le digo que quite su mano de mi cuerpo, y lo entendió porque lo hace—. Estuve en España. En Madrid. Me enamoré de Madrid, no sabes: su cultura, su comida, la gente... Ay, no, definitivamente Europa es donde yo merezco vivir. Seguramente tú no conozcas, pero no importa, asumo que un día lo harás, y más si eres novia de Andrés. Entenderás de lo que hablo, la diferencia con la gente de aquí es enorme. Sus playas me fascinaron.

—Madrid no tiene playas —le digo, rodando los ojos.

—No, claro que no, obvio no tiene playas, pero sí Barcelona. Me encantó.

—Qué bueno por ti. Tienes dinero para viajar. ¿A qué te dedicas?

—A gastar el dinero de mis papás —se ríe.

Lo dicho: esta mujer es hueca.

—¿Y tú? —hace una mueca que no me gusta—. Supongo que trabajas, ¿verdad?

—Sí, trabajo y estudio.

—Ay, pobre. Espero que en algún momento reúnas dinero para viajar —eleva una ceja—. No dejes de hacer el viaje a Europa, te lo recomiendo; viajar a uno le abre la mente y le suben las expectativas.

«Qué bueno que le suban las expectativas, así aleja sus asquerosos ojos de mi novio, porque es evidente que está detrás de él»

—Dime que al menos has viajado fuera de aquí y que conoces otro país —indaga.

—Pues no muchos países como quisiera...

—Supongo que solo conoces Colombia o Perú —me interrumpe. Es que ese es el problema de esta lora: no deja hablar. Y además se burla. No soy presumida, pero en este momento se lo voy a restregar en su carota.

—No. De hecho, de América solo conozco Estados Unidos, y ahora me gustaría conocer más este país —realiza una mueca de confusión. Disfruto al ver cómo la cara se le va deformando—. Conozco Francia, amo París, también he viajado a Suiza, estuve unos días en Alemania y tengo en mente viajar a Rusia. Vivo en Londres, ya que trabajo y estudio allí, pero nací en España, en la ciudad de Madrid. Y no, a pesar de que Barcelona tiene playas encantadoras, no son las mejores. Te recomiendo ir a Canarias y ya después me cuentas —le guiño un ojo—. Claro que a Barcelona siempre volveré, porque ahí Andrés y yo nos conocimos siendo unos niños.




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