CAPÍTULO 2: Un beso
Caleb parecía no poder asimilar lo que acababa de decir. Quizás también para él era difícil dejar de verme como niña y verme como mujer. Pero sentía que ya era tiempo de que lo hiciera. Yo estaba lista para ser más que amigos y a juzgar por la forma en la que Caleb me miraba esa noche, él también lo estaba.
Decidí entonces dar el primer paso. Acorté la poca distancia que nos separaba y coloqué mis labios sobre los suyos. Cerré los ojos por instinto y esperé a que Caleb me devolviera el beso. Y lo hizo. Sus labios se sintieron suaves y húmedos cuando los acopló a los míos. No parecía saber muy bien lo que hacía, en realidad, ninguno de los dos lo sabía, pero me dí cuenta de que se esforzaba por mantener su entusiasmo a raya. Me besó lenta y tiernamente, de seguro creyendo que la más mínima muestra de pasión me asustaría, pero no lo haría.
Decidida a probárselo, tomé su rostro entre mis manos y profundicé el beso. Caleb pareció sorprenderse, pero respondió con la misma intensidad que yo ponía al besarlo, y pude sentir, en ese momento, cómo su respiración se aceleraba. Ésta era una versión de mi mejor amigo que jamás había visto, y a decir verdad, me pareció adictiva.
Podría haberlo besado el resto de la noche, pero momentos después de que nuestro beso se volviera más intenso, Caleb separó sus labios de los míos. De inmediato, abrí los ojos y lo ví mirarme con lo que parecía ser preocupación.
—¿Estás segura de que estás bien? –me preguntó en un tono suave que apenas logré oír con la música fuerte.
—Sí. De hecho, nunca me sentí mejor –respondí con toda honestidad–. Pero estoy lista para irme ahora, si tú quieres.
Caleb sonrió y asintió con la cabeza. Nos levantamos del suelo, nos despedimos de todos los demás, excepto de Abigail y James, que seguían en el cuarto, y emprendimos el camino a nuestras casas.
* * *
Al día siguiente, todas las chicas del grupo de estudio, queríamos saber sobre la experiencia de Abby la noche anterior. Así que nos reunimos en nuestro lugar habitual, al que íbamos desde pequeñas, al pie de una gran higuera que se encontraba en un pequeño parque cerca de la escuela.
—Ya cuéntanos, Abby ¿de verdad lo hicieron? –preguntó Rebeca antes de que siquiera tuviéramos tiempo de sentarnos.
Abby sonrió, acomodó tranquilamente la falda de la solera que llevaba puesta y se sentó en una de las grandes raíces del árbol, todo antes de contestar.
—Por supuesto que sí. Los dos queríamos hacerlo y decidimos que ya era tiempo. Sé de chicas que comienzan de más jóvenes.
—¿Más jóvenes? ¿Quiénes? –pregunté, completamente desinformada respecto al tema y otras realidades en ese momento.
Abby se encogió de hombros y las demás la miramos expectantes.
—James dice que en dónde vivía antes, se enteró de chicas de su misma edad en ese entonces, que ya lo habían hecho.
Janelle y yo fuimos incapaces de disimular nuestro asombro. Rebeca, la primera del grupo en formar pareja en la vieja casona, en cambio, parecía más intrigada que sorprendida.
—¿Y James ya lo había hecho antes? –preguntó.
—Claro que no. Esperaba a casarse, como todos nosotros –respondió Abby.
—¿Entonces quién se lo propuso a quién? –preguntó Lea, la última soltera del grupo.
Abby pareció pensarlo por un momento antes de contestar.
—Creo que James me ha estado tirando indirectas prácticamente desde que comenzamos a salir, pero anoche yo saqué el tema, y le dije que estaba lista para hacerlo.
—¿Y cómo fue? –preguntó Rebeca.
Todas nos acercamos más a Abby para escuchar la respuesta.
Las clases de educación sexual en nuestra escuela, se reducían a: “no lo hagan hasta el matrimonio”, y cualquier tipo de material que tratara o mostrara algo del tema, estaba prohibido, así que tener a alguien que ya había vivido la experiencia, era realmente la única manera de saber qué esperar cuando llegara el momento.
—Fue un poco incómodo al principio. Obviamente nunca me había quitado la ropa frente a un chico, y tampoco sabía muy bien qué hacer después de eso, así que al comienzo estaba demasiado nerviosa. Por suerte James lo notó y tomó la iniciativa. Nos acostamos en la cama, nos besamos y acariciamos un rato, y cuando comencé a relajarme y a soltarme un poco más, me preguntó si estaba lista. Dije que sí, y entonces lo hizo.
Todas necesitamos recobrar el aliento después de oír eso.
—¿Y cómo se sintió? –pregunté, sonando igual de intrigada que Rebeca.
De nuevo, Abby pareció tomarse un tiempo para pensar antes de contestar.
—No quiero asustarlas, pero tampoco voy a mentirles. En realidad dolió un poco.
—¡¿Dolió?! –preguntó Janelle escandalizada.
—Sí, pero no demasiado. Un poco más que tener el período, creo. No estuvo tan mal. Aunque disfruté más la parte previa a eso.
—¿Y James? –preguntó Rebeca.
Abby se rió.
—James definitivamente disfrutó más eso. Y prometió que yo lo disfrutaría más la segunda vez que lo hiciéramos. Dice que eso escuchó.