CAPÍTULO 20: Jake
Ese día llovía a cántaros. Literalmente parecía que el cielo se estaba viniendo abajo.
Salí del instituto luego de otras tres horas posando, pero esta vez la pose no había sido de las más cómodas. Por supuesto que el profesor me había dado varios descansos de 15 minutos cada uno, pero aún así estaba bastante cansada al terminar el día.
De todos modos, había decidido caminar hasta la parada de autobús, porque no quería gastar ni un centavo de mi nuevo salario en un taxi. Necesitaría todo el dinero que pudiera ahorrar para cuando Lili llegara. Además, cuando salí, sólo caían algunas gotas de manera esporádica. Jamás creí que eso se convertiría en una lluvia torrencial.
Caminaba lo más rápido que podía sin arriesgarme a caerme, cuando de repente escuché la bocina de un coche a mi izquierda. Se trataba de un auto color plata, y su dueño estaba en proceso de bajar la ventanilla.
—¿Jake? –pregunté, apenas distinguiendo si se trataba de él o no, por el agua cayendo sobre mis ojos.
—Señorita Evangeline, ¿quiere que la lleve? –preguntó tímidamente, y debió ser la primera vez que escuchaba su voz.
Era algo ronca y definitivamente agradable de oír.
—No quiero mojar tu auto, Jake. No te preocupes, la parada de autobús no está lejos.
—Por favor, insisto –dijo, abriendo la puerta de inmediato.
Me dió lástima por su auto, pero tampoco quería que se sintiera despreciado. Así que subí.
Estaba completamente empapada, de pies a cabeza, y llevaba el vestido pegado al cuerpo. Eso me hubiera dado mucha vergüenza si no fuera porque Jake acababa de verme desnuda –y lo había hecho durante las últimas tres horas–. No había misterios para él en lo que a mi cuerpo respectaba. Lo extraño era que me observaba fijamente en clase, aún cuando todavía no me quitaba la ropa para posar para ellos, pero ahora parecía no atreverse a mirarme.
—¿A dónde va? –preguntó, sin quitar la vista de la carretera.
—Si me dejas en la parada estará bien –respondí, contemplando su perfil.
—Puedo llevarla hasta su casa, de todos modos me gusta conducir en la lluvia.
—Eso es peligroso, ¿sabes? En especial cuando llueve tanto como ahora.
—Pues todos moriremos de algún modo u otro, ¿no?
Eso sonaba muy triste viniendo de alguien de su edad. Lo que me recordaba…
—No me trates de usted, Jake, me haces sentir vieja y sólo tengo 1 año más que tú. Dime Eva.
Eso por fin hizo que me mirara.
—¿Tienes 19?
—Así es.
—Pensé que serías mayor, ya sabes…
—¿Porque estoy embarazada? Aún tenía 18 cuando supe que tendría a Lilith, cumplí 19 poco después. Y no fue planeada, claro, pero estoy feliz de que llegara a mi vida.
Jake parecía pensativo.
—Creo que serás una excelente madre, Eva.
—Me basta con no ser como la mía –dije casi para mi misma, y luego ví que pasábamos la parada de autobús–. ¡Jake, ahí estaba la parada!
—Dije que te llevaría a casa. Es peligroso que subas los escalones mojados del autobús de todos modos.
Eso me hizo sonreír.
—Si insistes. Puedes continuar por aquí hasta el distrito Los Álamos, vivo a una manzana del parque de especies exóticas. Te indico cuando lleguemos.
—¿No debes tomar al menos dos autobuses para llegar allí?
—Sí, así es. Antes vivía más cerca del instituto, pero conseguí empleo acompañando a una señora mayor y ahora vivo allí con ella. Y no soñaría en quejarme, Emily fue increíblemente amable al contratarme.
—Pero debes tomar cuatro autobuses los días que vas al instituto.
—Sí, esa parte es bastante agotadora –dije con honestidad
Jake parecía querer decir algo, pero le tomó unos momentos el atreverse a hacerlo.
—Eva, yo puedo pasar a buscarte si quieres. No sería un problema.
La propuesta me tomó por sorpresa.
—¡Por supuesto que no! Estoy bien, en serio.
Jake miró mi vientre por primera vez fuera del salón de clase, pero podría jurar que fué de manera inconsciente.
—No es seguro para Lilith. Por favor, Eva, déjame ir por tí y llevarte de regreso –insistió.
—Jake, no puedo aprovecharme así de tí, ni siquiera vives en esa área, ¿o me equivo?
—No, pero me gusta conducir, y me gusta el parque de especies exóticas, tienen unos animales muy lindos –dijo con una expresión muy seria.
No pude evitar reírme.
—¡Son plantas, Jake!
—¿Qué?
—Son plantas exóticas, no animales.
Jake se veía más incómodo que antes.
—De acuerdo, mentí, no conozco el parque –admitió finalmente.
Pero su intención había sido tan buena.