Lazos de familia: Entre amores y engaños

CAPÍTULO 22

CAPÍTULO 22: Connor

Mis sentimientos por Jake se hacían cada vez más y más fuertes.

Almorzábamos juntos todos los días en la cafetería del instituto y al menos una vez por semana, íbamos al parque de especies exóticas. Jake había comenzado a soltarse más conmigo y yo había comenzado a confiar más en él –algo que me había prometido no hacer con facilidad, después de mi experiencia con Caleb–.

Ya no podía negar que me gustaba. Y eso comenzaba a ser un problema en mi trabajo en el instituto. Los demás estudiantes me notaban tensa y no había nada que pudiera hacer para relajar mi cuerpo. Es que estar completamente desnuda frente al chico que te gustaba, tenía connotaciones muy distintas a las meramente artísticas.

¿Deseaba una relación amorosa, física, y no sólo platónica, con Jake? Tal parecía que sí. Y con cierto grado de confianza, podía decir que él la deseaba también.

Lo sabía por la forma en la que miraba mi cuerpo cuando estábamos en clase, y fuera de ella, y por los pequeños toques “accidentales”, que se habían vuelto más frecuentes y prolongados. La pregunta era: ¿qué esperaba para dar el primer paso? ¿Podría ser que el hecho de que en dos semanas me convertiría en madre, fuera lo que lo frenaba?

Toqué mi vientre suavemente, mientras esperaba a Jake en casa de Emily.

—Emily, ¿es difícil ser madre? –se me ocurrió preguntar, al llegar a la conclusión de que cualquier relación que yo tuviese, impactaría directamente sobre la vida de Lili.

Emily, pareció considerar su respuesta.

—Creo que es como desempeñarte en una profesión para la que no hay escuelas que te enseñen a hacerlo. La gente puede opinar y darte consejos, pero al final del día, tu bebé será quien te enseñe a ser madre –dijo, con una sonrisa nostálgica.

Entonces me dí cuenta de que, aunque no le preguntara específicamente por su hija, la maternidad en general podría ser un tema difícil para ella.

—Lo siento, Emily. Fue insensible de mi parte el sacar el tema.

—Tonterías, me gusta recordar que fuí madre y pensar en mi niña, Lauren. Ella era muy parecida a tí, de hecho.

—¿En serio? ¿Cómo? –pregunté, queriendo saber más.

—Era decidida y de carácter fuerte. Y siempre vivió la vida en sus propios términos –respondió Emily, con gesto de orgullo–. Se enamoró de un joven cuando tenía 18, se casaron a los pocos meses y quedó embarazada al año siguiente.

—¡¿Tienes un nieto, Emily?! ¡No sabía eso!

—Así es, y era un niño precioso. Tenía unos cachetitos que quería comer a besos y era un bebé adorable en verdad. Se llamaba Connor. Debo haber pasado horas leyéndole cuentos en este mismo sillón.

—¿Y dónde está ahora?

Emily miró en dirección a la puerta, como si el umbral le trajera recuerdos. Y por la expresión de tristeza en su rostro, no podían ser buenos.

—Mi hija y su marido murieron en un accidente de auto. Pero Connor, por fortuna, estaba aquí conmigo –dijo con la voz entrecortada–. Como la familia de su padre jamás aprobó su matrimonio con mi hija, yo pedí la custodia de la criatura. Pero se trataba de personas muy adineradas, y uno de los parientes de su padre, usó su dinero e influencias para luchar legalmente por adoptarlo. Al final, logró que un juez me declarara incapaz de cuidar del bebé y no he vuelto a saber de él desde que se lo llevaron por esa puerta.

Su historia me partió el corazón. Ese nieto era la única familia que Emily tenía y lo único que le quedaba de su hija. Y así como así, se lo habían arrebatado.

—¡Lo siento muchísimo, Emily! –dije, estirándome para tomar su mano en el sillón–. No sabía nada de esto. ¿No hay nada que podamos hacer al respecto?

Emily sólo sonrió amargamente.

—Por años lo he intentado. Pero una vez que una adopción se legaliza, el estado no revelará información sobre su nueva familia. Y mi hija nunca dijo mucho de ellos.

—¿Pero sabes su apellido? Quizás podríamos al menos buscarlo en las redes sociales.

—El apellido de su padre era Johnson. Pero sé que el familiar que lo adoptó tenía un apellido distinto, nunca supe por qué. Sus abogados consiguieron que fuera una adopción cerrada, así que jamás me dieron ninguna información sobre esa persona.

La situación de Emily parecía no tener solución. Definitivamente quien fuera que adoptó al pequeño Connor, se había tomado muchas molestias para asegurarse de que Emily jamás lo encontrara. Una persona así, era perversa.

* * *

Le conté a Jake sobre Connor para saber si se le ocurría alguna idea de cómo encontrarlo. Pero era una tarea difícil porque sólo contábamos con su nombre y su fecha de nacimiento.

—Creo que deberíamos hacer una página de Facebook para difundir los datos que tenemos y averiguar si alguien lo conoce o sabe algo más –dijo, mientras sacaba una libreta de su mochila y se disponía a tomar notas–.

—De acuerdo, además de lo que te dije, sabemos los nombres de sus padres: Lauren y Samuel. Y también el de su abuela. Y sabemos que sus padres murieron en un accidente de auto aquí en Santa Bárbara.




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