CAPÍTULO 26: Ruptura
Se suponía que Jake regresaría esa misma noche a cenar, pero escribió para avisarme que no le sería posible. Al parecer, había surgido un imprevisto.
Lo que me resultó extraño, era que su mensaje no mencionaba mucho más que eso. No decía ni siquiera brevemente de qué se trataba o si vendría mañana, y eso no era habitual de él.
Aún así, lo dejé pasar. De seguro Jake estaba bien y escribiría de nuevo cuando resolviera lo que fuera que había surgido. Al menos eso esperaba.
A la mañana siguiente, tenía planeado llevar a Lili al parque. Así que la cambié, preparé el bolso con cosas que podríamos llegar a necesitar, cargué unos sandwiches por si le daba hambre a media mañana, y le dije a Emily que regresaría para preparar el almuerzo.
Acabábamos de llegar, cuando recibí un mensaje de Jake.
—Eva, necesito hablar contigo. Sucedió algo. ¿Puedo ir a verte ahora?
Respondí de inmediato.
—Por supuesto. Estoy con Lili en el parque. ¿Puedes encontrarnos aquí?
—Sí. Llegaré en unos minutos.
* * *
Lo ví caminando hacia nosotras a la distancia. Vestía sus típicos jeans, una camiseta básica blanca y una camisa azul a cuadros arriba, que llevaba como siempre abierta. No pude evitar desear que jamás cambiara eso por pantalones caquis y una camisa lisa abotonada hasta arriba cuando se convirtiera en profesor. Aunque como su profesorado sería en arte, tenía esperanzas.
Cuando llegó hasta dónde estábamos, saludó con un gran abrazo a Lili en el arenero –en el que jugaba con sus palitas y baldecitos plásticos–, y cuando ella al fin lo dejó ir, vino a sentarse junto a mí.
A decir verdad, después de lo de la otra noche, esperaba que me saludara con un beso, o algún otro gesto íntimo –como una caricia o cosa parecida–, pero nada de eso llegó. A Jake definitivamente le había ocurrido algo.
—¿Qué sucede? –pregunté, yendo directo al punto.
Jake parecía no saber exactamente cómo comenzar a decir lo que había venido a decir. Se veía incómodo y se notaba, por las ojeras debajo de sus ojos, que le había costado conciliar el sueño anoche.
—Eva, ayer… vino mi padre a verme –dijo finalmente, hablando de ello como si se tratara de un suceso desafortunado.
Y al parecer lo era.
—Quiere que regrese a Texas y asista a la escuela de leyes con mi hermano.
—¿Qué? ¿Por qué… leyes en Texas? Estás a la mitad de tus estudios en arte aquí. Ser profesor de arte es tu sueño –dije, sin entender la razón detrás de la petición de su padre.
Obviamente, para una familia como la de Jake, ser profesor de arte era menos prestigioso que ser abogado, médico o contador. Pero su padre había accedido a enviarlo aquí a estudiar eso, ¿por qué ahora cambiaría de idea?
Jake parecía saberlo, pero estaba claro que tenía problemas para decirlo.
—Es por mi hermano, no el menor sino el que se graduó de preparatoria el año pasado, Michael –admitió, llevándose una mano a la frente.
—¿Qué sucede con él?
—Entró a rehabilitación en el verano –dijo por lo bajo, no sin antes voltear a ver que Lili no estuviera prestándonos atención–. Fue por consumo problemático, de hecho ni siquiera pudo asistir a su baile de graduación.
—No sabía eso. Lo siento mucho, Jake –respondí, tomando su mano de inmediato.
—Lamento no habértelo contado. Creo que me avergonzaba que lo supieras, pero en realidad siento mucha lástima por Michael. Es mi hermano, y hasta que entró a rehabilitación no supe que estaba pasando por eso.
—¿Y tu padre quiere que vuelvas por él?
Jake pareció indignado.
—¿Puedes creer que lo sacó antes de rehabilitación para el examen de ingreso a la universidad?
—No es posible.
—Quiere que estudie leyes con él y me asegure de que no se meta en problemas. Dice que ya perdí suficiente tiempo aquí y que es hora de regresar y hacer algo útil con mi vida.
—Jake, eso es algo horrible de decir. Estás haciendo algo útil de tu vida y es tu sueño –dije, comenzando a odiar a su padre sin siquiera conocerlo.
—Lo sé. No quiero irme –confesó, y ojalá hubiese sonado convencido.
—Pero quieres ayudar a tu hermano.
Lo entendía perfectamente. Si algo caracterizaba a Jake, era que siempre se sentía responsable por la gente que quería. Lili y yo éramos testigos de eso.
—Creo que me necesita –dijo, mirándome con tristeza–. ¿Qué crees que debería hacer?
Era una pregunta difícil. Por supuesto que no quería que se marchara. Pero no sería Jake si solo ignorara por lo que estaba pasando Michael.
—Creo que sólo tú debes decidir eso. Sin importar lo que tu padre o yo o nadie más piense al respecto, creo que tienes que hacer lo que tú sientas que es lo correcto.
Jake pareció contemplar ambas posibilidades un buen tiempo.